Pita Amor: la poeta que prohibió a Poniatowska usar su apellido materno

"¡No te compares con tu tía de fuego! ¡Yo soy el sol, muchachita, apenas te aproximes te carbonizarán mis rayos! , dijo la poeta Pita Amor a su sobrina Elena Poniatowska, durante una fiesta en 1954

“¡No te compares con tu tía de sangre! ¡No te compares con tu tía de fuego!”, dijo –casi gritando– Pita Amor a su sobrina Elena Poniatowska, durante una fiesta en 1954.

La madre de la periodista Poniatowska y la poeta Amor eran primas hermanas:

“Mi madre (Paula Amor) y Pita son primas hermanas, hijas de dos hermanos: Emmanuel (Amor), padre de Pita, y Pablo (también Amor), padre de mamá”, recordaba Elena en ‘Las Siete Cabritas’. 

       –¡No te compares con tu tía de fuego! ¡No te atrevas a parecerte junto a mí, junto a mis vientos huracanados, mis tempestades, mis ríos de lava! ¡Yo soy el sol, muchachita, apenas te aproximes te carbonizarán mis rayos! ¡Soy un volcán!” –insistía Pita a la periodista francesa, que por entonces tendría unos 22 años.

A las 13:00 horas del día siguiente, Elena estaba en casa y sonó el teléfono. Era Pita.

   –¿Eres feliz, corazón? –preguntó la poeta.

   – Sí, mucho. 

   – ¿Dónde puedo conseguir unos zapatos de charol con un moño en forma de mariposa para salir a pisar la tarde antes de que ella me dé siete pisotones?…

La conversación entre tía y sobrina continuó, hasta que la amenaza de Pita volvió a caer sobre la joven comunicadora; aunque en esta ocasión el señalamiento fue más puntual: le prohibió usar su apellido materno (Amor).

   –”Tú eres una pinche periodista, yo una diosa”…

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein (Pita Amor) nació en una familia conservadora y porfirista. Era la última de siete hermanos.

Fue madre soltera y protagonizó varios escándalos en su vida. No tuvo reparos para posar desnuda para artistas como Diego Rivera o Antonio Peláez. También tuvo un paso por el teatro y el cine, pero no trascendió. 

Cuando tenía 27 años se encontró con la poesía: tomó una servilleta y escribió con el lápiz que usaba para pintarse los ojos: “Casa redonda tenía de redonda soledad: el aire que la invadía era redonda armonía de irrespirable ansiedad…”.

En sus versos plasmó las dudas que tenía sobre Dios, aunque también las angustias existenciales.

A los 29 –dos años  después de su revelación poética–, escribió su primer poemario: ‘Yo soy mi propia casa”; fue reconocido por Juan Rulfo, Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia, Manuel González Montesinos, entre otros intelectuales.

Poniatowska recuerda en las ‘Las Siete Cabritas’ que surgieron muchas críticas sobre sus poemas, pues se pensaba que ella no los escribía.

Sin embargo, Pita acalló con un soneto las críticas que decían que Alfonso Reyes era quien realmente los creaba:

Como dicen que soy una ignorante,
todo el mundo comenta sin respeto,
que sin duda ha de haber algún sujeto
que pone mi pensar en consonante.

Debe de ser un tipo desbordante,
ya que todo produce, hasta el soneto;
por eso con mis libros lanzo un reto:
“burla burlando, van los tres delante”.

Yo sólo pido que él siga cantando
para mi fama y personal provecho,
en tanto que yo vivo disfrutando

de su talento sin ningún derecho.
Y ojalá no se canse, sino cuando
toda una biblioteca me haya hecho.

Pita aseguraba que incluso su poesía era superior a la de Octavio Paz, y nunca lo ocultó.

   – “Aunque él se tome tan en serio, no me llega ni a los talones. En realidad incluirlo es una condescendencia –presumía Amor.

   – “De Guadalupe Amor no quiero dar una opinión” –evadía por su parte Paz cuando podía.

No obstante, la guerra estaba declarada y Pita también le dedicó un poema:

Para bailar bulerías,

Para bailar bulerías,

Tienes lo pies muy chiquitos,

Tienes los pies muy chiquitos…

Su trabajo, asimismo, fue elogiado por muchos otros, como es el caso del escritor José Emilio Pacheco, que le dedicó una adivinanza en forma de homenaje:

“¿Quién es la que ardió en su llama, hizo su vida poesía, bajó a la región sombría, lleva en su nombre a quien ama?”.

El paso de Pita iba y venía, publicó muchos poemarios y participó en diversos recitales que fueron un éxito, hasta la muerte de su hijo único, que tuvo a los 38 años.

Manuel tenía año y siete meses de haber nacido cuando murió ahogado tras caer en una pileta de agua. A partir de entonces, la vida cambió para Pita Amor; se aisló.

En los años 70 reapareció ante la prensa, pero no volvió a ser igual.

“En 1972, después de diez años, aceptó dar un recital en el Ateneo Español y recitó poesía mexicana, desde Sor Juana hasta Pita (…) y tuvo un éxito enorme. No cabía una persona más en el Ateneo. Cuando terminó su último poema duró quince minutos la ovación. La sala entera se puso de pie para vitorearla. “¡Pita!! ¡Pita! ¡Pita!” Algunos se limpiaban las lágrimas, lanzaban bravos para después acercarse a decirle que en muchos años nunca les había conmovido más ” , relató Elena Poniatowska. 

El 8 de mayo del 2000, Pita Amor falleció a los 81 años en la Ciudad de México. 

“De lo mío, de lo que yo he escrito lo que más me gusta es mi epitafio”, dijo Pita Amor durante una entrevista, aunque escribió varios pensando en su muerte:

Mi cuarto es de cuatro metros,
mi cuerpo mide uno y medio.
La caja que se me espera
totalizará mi tedio.

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