Oso vicioso: ¿Sabías que hay animales que se drogan voluntariamente en la naturaleza?

La cineasta Elizabeth Banks tomó un caso de la vida real que sucedió en un camino de entrada a Knoxville, Tennesse
Carlos Ramírez Carlos Ramírez Publicado el
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El estreno de la película Cocaine Bear (Oso Vicioso u Oso Intoxicado) causó cierta curiosidad porque la trama de la cinta está basada en una historia real. Sí, así es, un oso negro estadounidense que ingirió una bolsa llena de cocaína en 1985.

Cocaine Bear, la historia real

La cineasta Elizabeth Banks tomó un caso de la vida real que sucedió en un camino de entrada a Knoxville, Tennesse, a unos 97 km del lugar donde se halló el cadáver de un oso.

De acuerdo con las autoridades, ahí se encontró sin vida a Andrew Carter Thornton II, un joven de la alta sociedad de Kentucky que había sido paracaidista, oficial de policía y abogado antes de dedicarse al contrabando de drogas.

Thornton comúnmente transportaba cocaína a los Estados Unidos desde Colombia a bordo de un Cessna 404, avión de su propiedad.

Además, cuando la policía descubrió su cuerpo, Thornton vestía un chaleco antibalas, llevaba 4 mil dólares en efectivo, dos pistolas y unos 35 kilos de sustancia en una bolsa de lona atada a la cintura.

¿Qué le pasó al sujeto muerto?

Las investigaciones revelaron que el paracaídas de Thornton no funcionó al saltar de la nave, a la que antes de poner en piloto automático dirigió rumbo al Océano Atlántico.

El Cessna cayó en el Chattahoochee con el resto de la carga que llevaba. Lo demás es solo hacer cálculos.

Fue tiempo después que se halló el cadáver del oso y el laboratorio criminalístico del estado de Georgia informó que el estómago del oso estaba “literalmente lleno hasta el borde con cocaína”.

No obstante, se estimó que la bestia había absorbido solo de 3 a 4 gramos de la sustancia en su torrente sanguíneo en el momento de su muerte. Muy poco para una cantidad que, a dinero de hoy, se estima en unos 2 millones de dólares.

¿Los animales se drogan?

Pero seguramente te lo preguntaste, ¿los animales se drogan? Hablando en términos de la naturaleza tenemos que decir que sí ya que muchos de ellos recurren a ciertas sustancias para conseguir su supervivencia pues tienen efectos medicinales.

Sin embargo, también hay que dejar en claro que existen otros animales que utilizan las drogas de una forma claramente voluntaria para experimentar sensaciones fuertes.

No son adictos

El italiano Giorgio Samorini, experto en etnobotánica y etnomicología y autor del libro Los animales que se drogan, asegura que “en el mundo animal, en contextos no influenciados por el ambiente antropogénico, no se conocen casos de adicción”.

La naturaleza, en suma, protege del “vicio” y si tal comportamiento persiste dentro de una especie, tiene que haber alguna razón evolutiva. Según Samorini, “el fenómeno de las drogas es un fenómeno natural, mientras que el problema de las drogas es un problema cultural”.

Evidencias documentadas

Un ejemplo es el de Lisa Bloch, directora de comunicaciones de la Sociedad Humanitaria del Condado de Marin, quien estuvo recibiendo llamadas muy extrañas.

Al parecer, en los suburbios al norte de San Francisco había coyotes que atacaban autos.

De primera instancia, Bloch pensó que los animales tenían rabia, pero como las llamadas persistían con el tiempo, concluyó que no se trataba de la temida enfermedad neurológica. De lo contrario, los coyotes habrían muerto hacía tiempo.

Entonces, alguien sugirió que tal vez los coyotes habían comido hongos alucinógenos silvestres. Y como el Condado de Marin es famoso por su actitud liberal hacia las sustancias psicodélicas, según la expresión de Bloch, la hipótesis parecía plausible.

Por ello, por extraño que parezca, los animales utilizan drogas con distintos fines, incluyendo el recreativo y de forma voluntario.

Revisa a tu gato

El animal más estudiado para verificar su relación con sustancias embriagantes es el gato. La hierba gatera (Nepeta Cataria) le sirve para limpiar el sistema digestivo y contiene nepetalactoae, un terpeno que hace de sustituto de las feromonas sexuales felinas.

Todos los dueños de gatos saben que una vez entrado en contacto con la hierba, el minino comienza a rodar por el suelo, lamiendo y mascando la planta, y a emitir los sonidos típicos de un gato que se lo está pasando bien.

El felino también sufre el encanto de otras plantas mágicas: el tomillo de gato y la valeriana. El primero es una especie de viagra natural, que le otorga más potencia al macho, prolongando la erección y causando un comportamiento voluptuoso en la hembra.

La valeriana, en cambio, es un potente alucinógeno. Los gatos japoneses, quizás más reflexivos, adoran la planta Matatabi: mastican sus hojas y se tumban de espaldas, en un estado de profunda relajación y contemplación estática.

El delfín, en efecto

En 1995, la bióloga marina, Lisa Steiner observaba a un grupo de delfines de dientes rugosos cerca de las Azores, cuando notó que algunos individuos estaban empujando un pez globo inflado.

Le pareció una conducta muy extraña, porque los peces globo producen tetrodotoxina, una de las sustancias más tóxicas y mortíferas que se conocen en el mundo.

En un artículo publicado en 1995, Steiner aventuró la hipótesis de que los delfines estaban consumiendo cantidades minúsculas de tetrodotoxina para intoxicarse.

La droga de los pájaros son las hormigas

Hace décadas que el ornitólogo Horace Groskin describió cómo algunas especies de aves, como la abubilla o el cuervo, acostumbran a frotar hormigas contra sus plumas, con el fin de extraer el ácido fórmico, sintetizado de forma natural por estos insectos.

Desde entonces, otros muchos especialistas han comprobado que, efectivamente, lo hace en busca de una sensación tan placentera que les lleva a desarrollar comportamientos muy curiosos, como un extraño baile con el pico abierto y las alas extendidas.

Las cabras, los dealers del reino animal

Los estudios lo han comprobado, las cabras son los animales más viciosos que existen.

Pero, no hablamos en sentido negativo porque fue gracias a estos animales que el ser humano descubrió numerosas sustancias que luego han sido consumidas también por nuestra especie.

Tal es el caso del café. Varios cuentos populares explican cómo el hombre se decidió a probar las bayas de café, tras observar el comportamiento extraño y frenético de las cabras.

En Etiopía y Yemen, las cabras mascan ávidamente las hojas de khat, una planta con propiedades euforizantes, una pasión que comparten con los habitantes de esas regiones.

Incluso el consumo del frijol de mezcal, que causa alucinaciones iguales a las del peyote, fue empujado por la curiosidad que despertó el comportamiento extraño de las cabras que lo comían.

Cerremos con los canguros y las amapolas

Las amapolas son una fuente de opiáceos que pueden utilizarse tanto con fines médicos como para la fabricación ilegal de drogas. Los canguros lo saben, o al menos lo intuyen, y por eso aprovechan para pasearse por los campos de adormideras y entonarse con esas flores, que les causan tal euforia que terminan corriendo en círculos hasta caer exhaustos.

Esta teoría se basa en el testimonio de varios agricultores, pero no ha sido corroborada por científicos. Sin embargo, a la hora de buscar un origen a las misteriosas señales circulares de los campos australianos es una teoría bastante más plausible que la de la invasión alienígena.

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