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No hay ‘punto G’

Tanto hombres como mujeres han pasado décadas, desde su primera mención en 1981, escuchando que deben estimular el “punto G”, un área especialmente sensible dentro de la vagina, para dar o tener orgasmos vaginales.

Pero una revisión de estudios existentes, publicada en Clinical Anatomy, sugiere que esta elusiva fuente de orgasmos podría no existir.

La investigación fue realizada por los italianos Vincenzo y Giulia Puppo, quienes aseguran que la mujer solo puede tener orgasmos con estimulación de clítoris.

Tanto hombres como mujeres han pasado décadas, desde su primera mención en 1981, escuchando que deben estimular el “punto G”, un área especialmente sensible dentro de la vagina, para dar o tener orgasmos vaginales.

Pero una revisión de estudios existentes, publicada en Clinical Anatomy, sugiere que esta elusiva fuente de orgasmos podría no existir.

La investigación fue realizada por los italianos Vincenzo y Giulia Puppo, quienes aseguran que la mujer solo puede tener orgasmos con estimulación de clítoris.

Uno de los detalles en el que hacen énfasis, es en la similitud del órgano al que llamamos clítoris con el pene. De hecho, creen que el término correcto para referirse a él es “pene femenino”.

Aunque esto puede sonar raro, la anatomía de ambos órganos es muy similar, al igual que su funcionamiento. 

En ambos casos, el orgasmo sucede gracias a un incremento en el flujo sanguíneo hacia el pene –femenino o masculino.

Sin embargo, no todo el clítoris está expuesto, ya que puede medir hasta 9 centímetros. Investigaciones anteriores han sugerido que todos los orgasmos provienen de este órgano, pero que es posible estimularlo desde dentro de la vagina, y de ahí viene lo que llamamos orgasmo vaginal.

Y es que, en ese caso, el “punto G” no sería nada más que la estimulación interna del clítoris.

“Como con la mayor parte de las cosas relacionadas con el sexo, la gente se emociona demasiado con ello, pero no puedo decir desde un punto de vista clínico que estoy convencido de que hay un punto G”, dijo a The Huffington Post  el doctor Gail Saltz, que no estuvo involucrado en la investigación pero se ha dedicado a explorar el tema por años.

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