México habría ofrecido refugio a Freud para salvarlo de los nazis

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, México se convirtió en un refugio para los intelectuales perseguidos, por lo que algunos grupos no tardaron en ofrecer asilo a Sigmund Freud, luego de que el padre del psicoanálisis quedó atrapado en Viena. 

Luego de Anschluss –la unión de la Alemana Nazi y Austria–, la estancia de Sigmund Freud en Viena se tornó complicada e intentó huir, sin embargo, era complicado para los judíos obtener la visa en ese momento.

México se había convertido entonces en un refugio para los intelectuales perseguidos, por lo que algunos grupos no tardaron en buscar que el padre del psicoanálisis buscara asilo en nuestro país. 

Incluso, si no fuera por una campaña diplomática que se emprendió para sacar a Freud, sería muy difícil que hubiera conseguido salir de Viena.

De acuerdo con una historia publicada por The MIT Press Reader, entre los personajes que presionaron para sacar a Freud se hallan William Bullitt, embajador estadounidense en Francia; Ernest Jones; y la princesa Marie Bonaparte, en comunicación con el presidente Roosevelt.

En la prensa mexicana ya se hablaba de los peligros que Sigmund Freud enfrentaba para salir de una Viena rodeada de nazis.

En ese momento, México se había convertido en un refugio internacional: Cárdenas abrió las puertas a los españoles que huían de la guerra civil en España, aunque también arribaron de Francia, Alemania, Austria y otros países.

En este tenor, un grupo de activistas presionaron para que el psicoanalista llegara a México; la Red Aid Internacional fue la encargado de enviar un telegrama con esa petición al presidente Lázaro Cárdenas.

Describían a Freud como “el mayor investigador de las diversas manifestaciones del espíritu, que demolió los prejuicios y ha construido las bases de la nueva moral universal”.

Otras grupos se sumaron a las peticiones, hasta que el entonces presidente habría recibido al menos cinco de ellas.

El Sindicato de Trabajadores de las Artes Gráficas, el Sindicato de Trabajadores de la Educación y el Sindicato de Mineros del Metal, así como la Unión de Electricistas Mexicanos fueron los grupos que pedían la llegada del autor de La interpretación de los sueños.

El psicoanalista se había convertido en patrón de las causas de la izquierda, por lo que fue bien acogido por distintas organizaciones de trabajadores.

Según esta texto, –tomado de ” Freud’s Mexico: Into the Wilds of Psicoanalysis ” de Rubén Gallo– en la víspera el Excélsior había descrito a Freud como “teratólogo”, y al psicoanálisis como una “escuela deprimida de pensamiento”.

La Red Aid Internacional incluso intentó defender al neurólogo al sugerir que los ‘stalinistas mexicanos’ tenían el mismo entusiasmo por las ideas de Marx y las de Freud.

Incluso insinuaron que quizá tuvieran un ‘plan maquiavélico’ para hacer con el psicoanalista lo mismo que con León Trotsky, quien murió asesinado en la Ciudad de México, en 1940.

Pero el plan de traer a Freud se detuvo en seco; los telegramas fueron contestados por el canciller mexicano, Eduardo Hay:

“(Cárdenas) ya se había ofrecido a ayudar a todos los refugiados políticos austríacos”.

En pocas palabras, si Freud solicitaba el asilo, “su solicitud sería remitido al Ministerio del Interior “.

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