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El mexicano que mapeó las jacarandas

Con la idea inicial de detectar los árboles más viejos en la Ciudad de México, Alberto Díaz-Cayeros terminó mapeando las jacarandas que florecen en primavera por toda la metrópoli

Con la llegada de la primavera un sinfín de parques y avenidas de la Ciudad de México se tiñen del color violeta de las jacarandas.

A partir de marzo, las banquetas lucen alfombradas con pequeñas flores que caen al agitarse las ramas de sus imponentes troncos que forman parte de un universo de 800 mil árboles repartidos en toda la capital.

Pero, ¿cuál es la historia verdadera de estos árboles? ¿Cómo llegaron a la Ciudad y dónde se encuentran exactamente? Estas preguntas fueron contestadas por un investigador de manera casi espontánea, quien buscaba en un inicio estudiar los árboles más antiguos, pero terminó elaborando un mapa de jacarandas.

Alberto Díaz-Cayeros, descrito por él mismo como un “mexicano orgulloso y migrante renuente”, es economista, politólogo y director del Centro de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Stanfonrd, es el autor de “Jacarandas in México City” un libro en el que se explica la distribución de estos árboles en la actualidad.

En su búsqueda original, Díaz-Cayeros partió de la idea de que los árboles más antiguos de la Ciudad de México, principalmente en la zona del centro, se ubicarían en los patios de las primeras edificaciones o en los alrededores de las acequias, que son los canales de agua que se usaron durante todo el periodo colonial para llevar alimentos y suministros a la capital desde las ciudades circundantes.

El autor, quiso mapear esos árboles, pero como no se pueden encontrar a través de Google u otras aplicaciones para examinar imágenes satelitales, su segunda opción fue localizar los más grandes, y ahí se topó con las jacarandas.

El mexicano sólo codificó en su mapa 400 jacarandas de los 800 mil árboles que se encuentran en la Ciudad.

En su mapa Díaz aumentó el tamaño de los árboles violetas para especificar su trabajo de manera visual aunque, asegura, ello no daba mucho interés ya que éstos ejemplares opacan todo a su alrededor, inclusive a las palmeras, otro de los atractivos de la Ciudad.

“Estos magníficos árboles se vuelven púrpuras en la primavera y cubren las aceras y las calles con sus flores caídas y la savia distintiva, y son familiares para cualquiera que haya vivido en la Ciudad. Los árboles son jóvenes con sólo unos cientos de años como máximo”
Alberto Díaz-CayerosAcadémico de la Universidad de Stanford

Dentro de su investigación basada en documentos históricos de la capital mexicana, su interés por las acequias lo llevó a encontrarse con la Acequia Real, canal de riego y transporte que conectaba al sur con el centro de la Ciudad de México en la época colonial.

“El más famoso de los canales fue, tal vez, la Acequia Real, que continuó conectando frutas y floricultores en las chinampas de Xochimilco con la ciudad”, justo como se ve en el biombo que resguarda actualmente el Museo Franz Mayer.

Díaz-Cayeros afirma que las acequias son aún más visibles en un mapa de 1753 realizado por José de Villaseñor y Sánchez, un intelectual criollo.

“El mapa de Villaseñor era un complemento de una obra monumental llamada ‘Teatro Americano’, en la que representa todas las ciudades, pueblos y características geográficas de la Nueva España, así como el acueducto que suministra agua desde tiempos prehispánicos desde los manantiales de Chapultepec”, asegura Díaz en su investigación.

El producto final de su recorrido y su espontáneo resultado, se puede observar a través de internet, en un mapa antiguo de la Ciudad de México cubierto con cientos de localizadores violetas, que identifican el lugar donde se encuentran los árboles actualmente, según la investigación del académico de Stanford, Alberto Díaz-Cayeros

El autor partió de la idea de que los árboles más antiguos de la CDMX se ubicarían en los patios de las primeras edificaciones o alrededor de las acequias

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