Mamá, la mejor cómplice

Una madre haría todo por sus hijos… incluso quemar cuadros de maestros del arte como Picasso y Monet. 

Olga Dogaru, quien es madre de Radu Dogaru, uno de los ladrones que el 16 de octubre del 2012 sustrajeron siete cuadros de la galería Kunsthal de Rotterdam, es sospechosa de haber quemado el motín que incluye cuadros de Henri Matisse y del impresionista Édouard Manet.

Gabriela Chiru, portavoz de la fiscalía de Rumania, dijo a AFP que ya se están analizando las cenizas encontradas en la chimenea para comprobar que son los restos de las obras.

“Cara de arlequín”, de Pablo Picasso, es uno de los cuadros robados que fueron –supuestamente– quemados por Olga Dogaru.

Una madre haría todo por sus hijos… incluso quemar cuadros de maestros del arte como Picasso y Monet. 

Olga Dogaru, quien es madre de Radu Dogaru, uno de los ladrones que el 16 de octubre del 2012 sustrajeron siete cuadros de la galería Kunsthal de Rotterdam, es sospechosa de haber quemado el motín que incluye cuadros de Henri Matisse y del impresionista Édouard Manet.

Gabriela Chiru, portavoz de la fiscalía de Rumania, dijo a AFP que ya se están analizando las cenizas encontradas en la chimenea para comprobar que son los restos de las obras.

Olga dijo a las autoridades que tuvo miedo cuando su hijo Radu fue detenido, razón por la que cometió ese “crimen cultural”.

Fuego a la evidencia

Olga Dogaru resultó ser una mente maestra aún mejor que la de su hijo, ya que después de verlo detenido, tomó los cuadros y los enterró primero en una casa abandonada y después en un cementerio.

Al saber que la policía estaba buscando las obras, las desenterró y les prendió fuego.

Su versión –que aún se investiga si es cierta– narra que primero preparó “el fuego en la chimenea de mi cuarto de baño (…), después metí la bolsa en la que estaban las siete pinturas en la chimenea. Puse madera, zapatos, botas de goma y esperé a que se quemaran completamente”.

Su objetivo era desaparecer la evidencia, pues de esa manera “los lienzos nunca se encontrarían y no habría pruebas (así su hijo y los otros acusados) no serían condenados”.

Las autoridades aún esperan comprobar esta versión, ya que de no ser cierta, los cuadros aún “siguen con vida”. 

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