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Los Warren: la terrorífica historia de amor que inspiró la película “El Conjuro”

En su propia casa, los Warren guardaron los objetos malditos de los casos paranormales en los que se vieron envueltos; destaca la muñeca Annabelle, que aparece en la película "El Conjuro"

¿Crees en fantasmas, en malas vibras y en energías demoníacas?, ¿te imaginas estar rodeado de muchos objetos presuntamente malditos? Si te gustan las emociones fuertes y las experiencias que no rayan en lo común, y algún día viajas a Estados Unidos, date una vuelta por el museo de Ed y Lorraine Warren, los cazadores de fantasmas más famosos del mundo en los que se basan las películas de El Conjuro. 

En una de las habitaciones de su casa, ubicada en Connecticut, el matrimonio Warren instaló una bodega, en donde se encuentran  resguardados los objetos involucrados en los casos presuntamente paranormales en los que se vieron envueltos. 

Quizá la pieza más famosa de la colección es la muñeca Annabelle, cuya historia ya fue llevada al cine dos veces.

Juntos desde jóvenes

Ed y Lorraine Warren se conocieron a la edad de 16 años, y desde el inicio forjaron una poderosa amistad que se transformó en un amor que los llevó al altar y del cual nació una hija. 

De acuerdo con su versión de la historia, Lorraine desarrolló el don de poder percibir la presencia de espíritus y demonios, y ambos decidieron ayudar a las personas que son acechadas por estos seres. 

Ed, por su parte, es el único estudioso de los demonios que es reconocido por la iglesia cristiana. 

Tal es su labor, que los Warren, junto a científicos, estudiantes, doctores y todo tipo de voluntarios, recorrieron Estados Unidos y algunos otros países para ahuyentar a los seres malignos que se alimentaban del miedo de sus víctimas. 

Aunque sus técnicas se basaban la mayor parte de las veces en preceptos religiosos, los Warren también hacían uso de la ciencia y, de hecho, antes de tomar de lleno un caso, intentaban descartar que existieran explicaciones racionales. 

ANNABELLE, SU CASO MÁS FAMOSO

En 1970, una mujer adquirió la muñeca y la regaló a su hija, estudiante de enfermería, que compartía departamento con otra joven.

Objetos dentro de la casa de las estudiantes desaparecían y se movían solos, y aunque las chicas pensaron que alguno de sus compañeros entraba a su propiedad para jugarles bromas, decidieron pedir ayuda a una médium, quien les dijo que una niña llamada Annabelle Higgins quería permiso para poseer la muñeca, y las muchachas accedieron.

Sin embargo, la actividad paranormal aumentó y comenzaron ataques directos contra ellas y personas cercanas, por lo que las chicas solicitaron la asistencia de un religioso, quien los puso en contacto con los Warren, quienes concluyeron que Anabelle no existía y que un demonio se aprovechaba de las muchachas.

La muñeca Anabelle se encuentra en una urna de cristal, en el museo de Los Warren, y la historia dice que sigue causando desgracias a quienes la visitan sólo para burlarse o retarla.

El amor de los Warren trasciende más allá de este mundo. 

Ed murió en 2006, y su cuerpo está sepultado en el patio de su hogar. 

Lorraine se sigue haciendo cargo de su museo del ocultismo, que es visitado por los curiosos que vieron las películas basadas en las aventuras de la pareja, así como por quienes leyeron sus libros. 

De acuerdo con medios estadounidenses, es tal la energía que guardan las piezas que un sacerdote tiene que bendecir el sitio tres veces por semana. 

¿Verdad o mentira? Como diría un famoso blogguero: te toca a ti decidir.