Los retratistas de dinosaurios y un mundo extinto

Los paleoartistas, gracias a sus estudios, pueden revelar la apariencia y forma de los gigantes de la época del Jurásico, dotando nuevamente de vida a los dinosaurios. Marco Pineda explica esta labor que oscila entre la ciencia y el arte
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Los dinosaurios fueron especies gigantes que dominaron el planeta hace, aproximadamente, 200 millones de años, en un ambiente totalmente distinto al actual.

Si bien los científicos y paleontólogos se han dedicado a su estudio, aún existen muchas interrogantes que los rodean, pero con el paso de los años y la tecnología, hoy se cuenta con más información acerca de los que fueron, en algún momento, los amos del mundo.

Este viaje a través del tiempo y antiguas eras es posible gracias al trabajo de los paleoartistas, creadores que conjuntan la biología y la ciencia para brindar la imagen más fiel posible de estas especies del Jurásico. Su trabajo es esencial, pues muestran seres que nadie vio en la vida real.

Para el paleoartista mexicano Marco Pineda, la primera representación artística de la vida prehistórica fue a finales del siglo XIX, en Inglaterra, con la acuarela de Henry de la Beche, conocida como Duria Antiquior (1830). Su importancia radica en que es la primera donde se muestra una escena de los fósiles como organismos vivos, además, ilustra lo que ocurre en la superficie y debajo del agua.

La representación de la vida prehistórica refleja el conocimiento científico de cada época, la interpretación de la vida prehistórica, a finales del siglo XIX, era muy diferente a lo que se puede ver ahora, no obstante, ninguna interpretación es definitiva porque el saber avanza
Marco PinedaPaleoartista

“Antes de esta publicación se recurría a la representación de los fósiles desde el Creacionismo, el punto de vista de la religión, entonces, los fósiles estaban incluidos en alguna parte de la composición del escenario, pero no eran el motivo principal, como las escenas del Diluvio. Así se conocieron las primeras especies como: ictiosaurios, plesiosaurios y pterosaurios”, indica Pineda.

El estudio que posteriormente se hizo con el Iguanodón, a través de un hueso, ayudó a poner más un contexto. Las primeras representaciones eran semejantes a un elefante con una cola arrastrando, de las cuales se realizaron modelos a escala imaginando su probable tamaño original.

Las representaciones se colocaron en los Jardines del Palacio de Cristal, en Londres, con la finalidad de abrir una feria, misma que se inauguró con una cena e invitaron a patrocinadores y científicos para presentar formalmente a los dinosaurios.

“Desde ese momento son noticia, los dinosaurios nunca van a pasar de moda, porque todo el tiempo se está encontrando algo y la gente siempre está pendiente de las nuevas interpretaciones y descubrimientos, tanto de ejemplares y evidencia”, define.

Una labor desde los rastros

“La evidencia de rastros es la prueba más fidedigna sobre la actividad biológica”, recuerda Marco Pineda del investigador Martín Lockley, pues muestra exactamente lo que hacía un organismo en ese momento antes de morir. Esta información proporciona cómo era el desplazamiento de la especie, pautas de conducta, la longitud del paso, si estaba caminando o corriendo, incluso reconocer a más de un individuo o el comportamiento del grupo.

Asimismo, conocer el tamaño y forma de las huellas permite asignarlos a familias, algo que brinda más detalles sobre su vida. En ocasiones, aclara Pineda, los restos cuentan con información sobre la alimentación que pudo haber tenido, todo esto son evidencias e información para poder hacer una mejor ilustración de las especies

Al “resucitar” a los animales del pasado se debe partir de los fósiles y reconstruir su anatomía haciendo capas desde dentro hacia afuera: se dibuja el esqueleto en varios ángulos, con la finalidad de establecer la articulación de las extremidades, complexión y posición.

Después se esbozan las masas musculares con base en las especies actuales, posteriormente la piel. Cuando se tiene la ilustración se pueden agregar colores y fondo.

El procedimiento puede ser intuitivo, pero se está desarrollando un poco más en forma desde los años 80 del siglo pasado, cuando la disciplina del paleoartista se nutrió con métodos más definidos, como el rastro, la morfología y la documentación. La idea, declara Pineda, es hacer una interpretación propia a partir de la investigación.

“El reto consiste, a partir de los huesos, en saber cómo era un organismo extinto, muchas ocasiones sí coincide cuando se encuentran los ejemplares, se realiza la investigación y se compara con los resultados de la paleobiología. Al unir todas las piezas, se completa con lo que llamamos licencia artística, pero todo a través de la documentación”, especifica.

El color de los dinosaurios

La tesis de Licenciatura de Marco Pineda, en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se enfocó en el desarrollo de la inferencia de patrones de color en dinosaurio. En ese momento no contó con mucha información sobre el tema, sin embargo, notó que, a partir de la idea de que las aves son descendientes de los dinosaurios, cambió la gama de colores, de ser dibujados con tonos pardos y grises, a finales de los años 80, se comenzaron a representar con matices más brillantes, pero sin ser un criterio totalmente definido.

“Los colores no son producto de la casualidad, parten a consecuencia de un proceso de selección natural en el que se ven influidos varios aspectos como la alimentación, el ambiente, el tamaño y el mensaje que comunica a otras especies”, abunda.

Existen tres patrones de color en la fauna actual que pueden ayudar a dilucidar este tema: patrón críptico, que le permite confundirse con el ambiente; aposemático, destaca contra el entorno inmediato; y por último el mimético, imita el color y aspecto de otra especies o estructuras del entorno inmediato.

Lo que corresponde es identificar las cualidades biológicas de la fauna actual para aplicarlo sobre lo que se conoce de cada especie. O, como ocurrió hace aproximadamente ocho años, cuando se identificaron en los fósiles melanosomas, orgánulos que contienen melanina, el pigmento responsable del color de la piel y el pelo.

“Probablemente el color es el aspecto que nos dará más sorpresas en un futuro; por un lado, está la posibilidad de identificar los melanosomas en los fósiles y tener con más certeza información sobre el color dominante que había en una especie, por otro, la imaginación empieza a girar para muchos lados, por ello, debemos esperar a tener un contexto amplio”, relata.

A pesar de que ya existen muchos avances científicos, continuamente salen estudios nuevos sobre las especies, pues con el desarrollo de la tecnología, la oportunidad de conocer más aspectos de la vida y apariencia de los dinosaurios se va revelando.

Su trabajo

El trabajo más reciente de Pineda es una ilustración para el Museo de la Laguna, en Coahuila. Consiste en una interpretación del paleoambiente del cretácico tardío, en la que se muestran seis especies de dinosaurios, así como de vegetales, especialmente frutas emparentadas con los plátanos y plantas como aves de paraíso y cunas de Moisés.

¿Ascendientes de reptiles o aves?

Por muchos años se creyó que los dinosaurios eran reptiles, sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX, el paleontólogo Robert Bakker en su tesis de doctorado describió que no eran lagartos y que probablemente los modelos idóneos para comprenderlos mejor eran las aves.

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