Lo que pasa en Twitter, no se queda en Twitter

En poco menos de cinco años, la popular red social se ha vuelto una parte esencial de muchas esferas de nuestras vidas: de la industria del entretenimiento, del periodismo, el marketing, inclusive se utiliza como herramienta en situaciones de emergencia. Pero así como tiene sus beneficios, Twitter puede ser muy generoso cuando se trata de efectos y consecuencias negativas. 

En poco menos de cinco años, la popular red social se ha vuelto una parte esencial de muchas esferas de nuestras vidas: de la industria del entretenimiento, del periodismo, el marketing, inclusive se utiliza como herramienta en situaciones de emergencia. Pero así como tiene sus beneficios, Twitter puede ser muy generoso cuando se trata de efectos y consecuencias negativas. 

El 2013 nos brindó grandes ejemplos del “mal uso” y “abuso” de este sitio de microblogging por parte de celebridades y otras figuras públicas: desde insultos desvergonzados hasta mensajes cuya buena intención se quedó en el camino y ocasionó resultados contrarios.

En parte, esto se debe a que en Twitter la capacidad de deslumbramiento de una persona queda reducida a una dimensión: la de los 140 caracteres. El texto. El mensaje. La capacidad de comunicarse espontáneamente. El talón de Aquiles de muchos mexicanos y también de estadounidenses. 

A la par de esto, hemos visto reacciones duras y mordidas a la yugular de parte de la comunidad tuitera. 

Ya sea en forma de agresiones verbales, memes, o simplemente en impacto mediático, los tuiteros suelen ser bastante claros y rotundos a la hora de mostrar su descontento. 

Los casos sobran y, arrancando el año, vale la pena hacer una recapitulación. También es buen momento para tener en cuenta ocho situaciones cuando se trata de adentrarse en Twitter y salir ileso del mismo. 

1.- Compartir en Twitter lo que solo le mostrarías a tus amigos de confianza

Cristian Castro encabeza esta lista, tras haber publicado en su cuenta una foto en la que aparece en hilo dental saliendo de una sala de masajes. A menos de que su trabajo sea modelar o mostrar el cuerpo, hay muy pocas razones para hacerlo en Twitter. Finalmente, es un espacio público. Lo mismo se puede decir de los otros grandes imprudentes en el último año: los familiares de capos del narcotráfico que publican fotos de excesos, drogas y armas, así como los juniors políticos que presumen viajes internacionales. Estos últimos ejemplos inclusive podrían desembocar en investigaciones de autoridades.

2.- Información, datos, conceptos… incorrectos

Como en cualquier medio impreso, en Twitter hay que estar seguros de lo que se publica para evitar vergüenzas. Un pequeño desliz puede pasar a la historia, como en el famoso caso de Ninel Conde cuando escribió “surimi” en vez de “tsunami” o cuando muchos políticos mexicanos “adelantaron” sus condolencias por la muerte del ex presidente Miguel de la Madrid, cuando se encontraba en estado grave, en el hospital. Entre muchos ejemplos, este año el periodista Javier Solórzano “confirmó” la muerte de “Chespirito”, luego de recoger la información de una cuenta satírica de noticias en esta red social. 

3.- Mentir, exagerar, usar Photoshop 

Hay pocas cosas tan gratificantes para los usuarios en Internet como encontrarles errores a los demás. “Cachar en la movida” a alguna celebridad pueda resultar en escándalo. Hace apenas unos días Álvaro Uribe refutó abiertamente las cifras que Juan Manuel Santos, actual presidente de Colombia, publicó en su cuenta, llamándolas “infladas”. Y en estos días, a Kim Kardashian le criticaron la publicación de varias selfies en Instagram donde aseguran que editó su cuerpo en Photoshop.

4.- En general, el mal gusto y la falta de tacto

La comunidad tuitera está en la constante indignación, con o sin motivo. Por eso, es preciso editar, revisar y ser cuidados a la hora de publicar ideas que en principio parecen buena idea. Entre los casos recientes, está el de Ricardo Arjona llamó “novia” a su madre, fallecida en diciembre del 2013. Pero uno de los más controversiales del año pasado fue Felipe Calderón, con su falta de tacto al mandar felicitaciones por Twitter a los mexicanos que participaron en el maratón de Boston, aún después de la tragedia ocurrida por las explosiones. 

5.- Ser impulsivo en Twitter   

Cuando la publicación es instantánea y tan fácil, es importante saber cuándo detenerse. Cuestión de estilo. Aún no olvidamos que Justin Bieber publicó en su Twitter a finales del 2013 que se retiraba de la música y pocos días después lo llamó una “broma”.   O cada vez que Rihanna avisa del “420”, código popular para decir que quiere fumar marihuana.

6.- Aunque es casi imposible no hacerlo, “agarrarse de las greñas” gratuitamente

Twitter es una arena y lo que sobran son luchadores. Escudándose en su smartphone (o computadora) nunca faltan insultos y peleas inesperadas, como si fuera un talk show constante. Por ejemplo, el año pasado Miley Cyrus agredió a Sinead O’Connor, exponiendo los tuits de la cantante irlandesa donde buscaba ayuda psicológica. Geoff Barrow, de Portishead, criticó al grupo californiano HAIM, diciendo que era tan malo como Shania Twain. Otras que se enfrentaron el año pasado fueron Kelly Osbourne y Lady Gaga, discutiendo sobre un regalo que le hizo esta última a través de la mamá de la inglesa, Sharon Osbourne. 

7.- Escribir “como pensamos” ¿Dónde quedó la ortografía?  

Twitter es un ecosistema que vive principalmente de los textos. Y tener mala ortografía o redacción va más allá de ser un asunto de etiqueta. Entre la celebridades abundan las publicaciones crípticas y sin sentido. Uno de los emblemáticos en México es Joan Sebastian. Si Para eso, mejor contratar a alguien. 

8.- La seguridad sobre todas las cosas

El sentido común y el cuidado al publicar en Twitter no es nada contra una seguridad mala, como lo es tener passwords “débiles” o dejar una sesión iniciada. 

El año pasado la cuenta de la agencia de noticias AP fue hackeada y publicaron una alerta de que la Casa Blanca había sido atacada y que Barack Obama estaba herido. Por unos segundos, la Bolsa de Valores tembló y recordamos cómo la atención del mundo depende de unos cuantos caracteres.

 

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