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Lo que Lola nos contó de México

Lola Álvarez Bravo es una de las pocas mujeres en haber hecho fotografías documentales a principios del siglo pasado. 

Y es una de las fotógrafas mexicanas más importantes del siglo 20. Por ello, del 23 de septiembre al 12 de diciembre, la Casa de América Latina en París dedicará por primera vez en Francia una retrospectiva de la artista mexicana. 

Fallecida en 1993, la jalisciense siempre iba caminando por las calles en busca de imágenes que reflejaran la realidad de los años posteriores a la Revolución. Y sus fotografías no tenían nada de mundano o trivial. 

Lola Álvarez Bravo es una de las pocas mujeres en haber hecho fotografías documentales a principios del siglo pasado. 

Y es una de las fotógrafas mexicanas más importantes del siglo 20. Por ello, del 23 de septiembre al 12 de diciembre, la Casa de América Latina en París dedicará por primera vez en Francia una retrospectiva de la artista mexicana. 

Fallecida en 1993, la jalisciense siempre iba caminando por las calles en busca de imágenes que reflejaran la realidad de los años posteriores a la Revolución. Y sus fotografías no tenían nada de mundano o trivial. 

De igual manera retrataba a los trabajadores ambulantes y músicos de las calles de la Ciudad de México, como lo hacía con los campesinos y pescadores en escenarios rurales: siempre en busca de imágenes poéticas que lograran capturar la esencia de la realidad mexicana. 

Así, creó una biografía visual del México de la primera mitad del siglo 20, que nos acercó a las esferas culturales y artísticas más lúcidas de la historia cultural de México, pero también del alto costo social de la Revolución: la población campesina que quedó marginada de la ciudad.

También fue una gran retratista. Fotografió a los personajes más célebres del efervescente medio artístico e intelectual del México posrevolucionario como Frida Kahlo, Tina Modotti, Diego Rivera, Henri Cartier-Bresson o María Izquierdo, para el fondo fotográfico del Instituto Nacional de Bellas Artes. 

En su etapa de docencia, dio clases en la Academia de San Carlos, y creó un taller de fotografía, para después fundar la Galería de Arte Contemporáneo, en donde organizaría, entre muchas otras cosas, la única exposición individual jamás dedicada a Frida Kahlo en vida. 

La exposición en París, que viene de ser presentada en España en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el marco del evento PhotoEspaña 2015, exhibirá por primera vez en Francia 75 fotografías tomadas por Lola Álvarez Bravo y cuyo fondo se conserva hoy en el centro de la fotografía creativa en la Universidad de Arizona, Tucson.

Como destaca James Oles, comisario de la exposición acerca del gran legado fotográfico de Lola, “es difícil de sintetizar el trabajo de cualquier fotógrafo (…)  Sin embargo, se puede decir que Lola se empeñó en capturar los momentos más brillantes de la vida del día a día en la calle (…). Lola capturó momentos de gran ternura, pero también se interesó en capturar la violencia y el sufrimiento, temas que abordó siempre con mucha a empatía”.

¿Quién era Lola?

Lola Álvarez Bravo, nacida Dolores Martínez de Anda, creció en el seno de una familia adinerada y bien acomodada de Jalisco, y se convirtió en la esposa del gran fotógrafo y poeta mexicano Manuel Álvarez Bravo quien, por cierto, la introdujo a la fotografía.

La carrera profesional de Lola se centró, principalmente, en el trabajo documental y fue la primer mujer en trabajar para el gobierno en esta tarea. 

Amiga y confidente de Frida Kahlo, Lola es la primer fotógrafa de un México sumergido en el machismo y se convirtió en una figura clave para la lucha de emancipación femenina de los años posteriores a la Revolución. 

Lola fue la gran retratista de los más grandes artistas de estos años y, tras su muerte, dejó un gran acervo fotográfico de su vida personal y profesional, enriquecido a lo largo de 60 años, comprendidos entre 1920 y 1980. 

Y aunque este corpus fotográfico es muy extenso y variado, sus obras más famosas se centran en la vida de las poblaciones rurales y el mundo del trabajo en el campo. 

Su obra está íntimamente relacionada al realismo nacionalista y al movimiento muralista promovido por dos de sus mejores amigos en el mundo del arte: Frida Kahlo y Diego Rivera.

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