Si bien no es la primera publicación que reproduce  el códice,  ya que se han hecho diversas copias facsímiles, esta busca llegar a todo el público, en un lenguaje sencillo y explicativo. Foto: Especial

Las peregrinaciones del Códice Boturini. Libro reproduce el manuscrito con información accesible a todo el público

Libro publicado por el FCE y el INAH reproduce las 22 láminas del manuscrito, acompañadas de textos explicativos. Baltazar Brito, autor de la edición, dice que se busca resaltar su importancia histórica como documento fundacional mexicano

En la última página de papel amate del Códice Boturini o Tira de la Peregrinación una leyenda en inglés desencaja en su estética: “Fino manuscrito azteca, en maguey con 21 folios u hojas en los que se describe la migración de esa gente extraordinaria. Está considerado en México como el más valioso y perfecto de los que existen de este tipo”.

La etiqueta revela un detalle del periplo que este documento fundacional mexica ha seguido a lo largo de cinco siglos hasta ser una de las joyas bibliográficas del siglo XVI que la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia resguarda celosamente en una bóveda bancaria bajo medidas especiales de conservación y seguridad.

Aquella inscripción en inglés es una huella de su estancia en Inglaterra en el siglo XIX, donde el códice permaneció unos años tras ser dado en préstamo al anticuario William Bullock, quien lo exhibió por primera vez en tierras europeas junto a otras piezas originales y réplicas mexicas.

Ahí, este manuscrito llamó la atención de la sociedad inglesa y estudiosos que llegaron a reproducirlo en litografías y facsímiles que destacaron su belleza iconográfica; su contenido fue incluso usado para sostener una tesis popular en la época: que los pueblos de América procedían de las tribus perdidas de Israel.

“En siglo XIX, en Inglaterra y en algunos lugares de Europa, surge esta búsqueda desde el punto de vista histórico-bíblico para tratar de explicar qué había sucedido con algunas de las tribus de Israel que no se sabía dónde se habían ido a asentar. Los estudios posteriores al descubrimiento de América decían que el único lugar a donde pudieron haber ido eran esos pueblos recién encontrados”, explica Baltazar Brito Guadarrama, paleógrafo y especialista en códices mesoamericanos.

Esa interpretación al libro que relata la peregrinación de los mexicas desde que salieron de Aztlán hasta su asentamiento en el Valle del Anáhuac no sobrevivió mucho tiempo y se ha quedado como una curiosidad histórica, pero ha sido una de las tantas lecturas que se le ha dado a este relato mítico.

Ahora, con la finalidad de hacer accesible este valioso documento a todo el público, el Fondo de Cultura Económica (FCE) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) publican el libro El Códice Boturini o Tira de la peregrinación, que reproduce las 22 láminas del manuscrito e incluye textos explicativos, a cargo de Brito Guadarrama.

Si bien no es la primera publicación que reproduce  el códice,  ya que se han hecho diversas copias facsímiles, esta busca llegar a todo el público, en un lenguaje sencillo y explicativo.

“Es un libro que tiene una explicación muy sencilla, adecuada para todas las edades, sin necesidad de que sean especialistas en escritura de códices; queremos dar una historia muy digerible y tratamos de aportar alguna lectura diferente de lo que plasmó el tlacuilo en el siglo XVI: una historia  fundacional importante para lo que sería el pueblo mexicano, en virtud de que los aztecas, que después se llamaron mexicas, son los que fundan en 1324 lo que ahora es la República Mexicana”, detalla el autor.

La migración como fenómeno universal

Brito Guadarrama es desde hace una década el custodio del valioso repositorio donde se resguarda el códice en el Museo Nacional de Antropología. Por eso, tiene claro que publicarlo y reproducirlo también es una manera de protegerlo, pues así no hay necesidad de manipular el original.

“Nos gustaría ir publicando más códices de esta manera para que podamos difundir las culturas antiguas y podamos vernos reflejados en ellas”, platica.

Una de las lecturas actuales que ofrece el Códice Boturini es que la migración ha sido históricamente un fenómeno universal.

“La gente sigue emigrando, lo vemos todos los días y ésta es una migración que sucedió hace 900 años. ¿Cómo podemos vernos reflejados?, el códice da cuenta de todos los lugares por los que los mexicas pasaron, qué le rezaban a su deidad; muestra que pasaron hambre, frío, todo lo que pasa la gente que está migrando.

“Entonces, aunque el documento se hizo hace siglos, el tema sigue siendo muy humano, por lo que tendríamos que reconocernos en este documento, ver que la problemática es inherente al ser humano y que tenemos que buscar alguna solución a esos problemas”, sostiene el investigador del INAH.

Realizado posiblemente en el siglo XVI por escribas mexicas, el códice mide 5.49 metros y tiene forma de biombo. 

“No sabemos quién es el autor porque los códices no tenían derechos de autor como en la actualidad, pertenecían a la comunidad, pero sabemos que tenían una función social. Este, por ejemplo, es un códice histórico”
Baltazar Brito GuadarramaHistoriador

El mito de Aztlán

Como documento histórico, este manuscrito que debe su nombre al anticuario Lorenzo Boturini hace referencia a Aztlán, ese lugar mítico de donde salieron los mexicas y cuya ubicación real sigue siendo un enigma.

“No sabemos con certeza dónde está porque las primeras cinco láminas del códice están llenas de  aspectos míticos. ¿Realmente existió Aztlán?,  yo creo que sí, pero con el tiempo se perdió el conocimiento de dónde estaba, esto es algo así como preguntarnos si realmente Adán y Eva estuvieron en el Paraíso o en el Edén y, de ser posible, dónde está”, comenta el historiador.

Varios han sido los especialistas que han rastreado la ubicación de ese lugar, pero ninguna tesis ha sido completamente aceptada. Para el investigador, una de las interpretaciones  más adecuadas ha sido la del antropólogo alemán Paul Kirchhoff, quien propuso que Aztlán se habría localizado cerca de Yuriria, Guanajuato.

“Creo que podríamos  tomar sus argumentos como sólidos, más que los otros que proponen que Aztlán estaba en Nuevo México, en Sinaloa o en Nayarit, en un lugar que también es una isla”, opina.

Sin embargo, como en muchos de los relatos mesoamericanos, “es difícil porque el mito y lo histórico se confunden, no sabemos dónde termina uno y dónde empieza el otro”.

Códices celosamente custodiados

La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia custodia 200 de los aproximadamente 550 códices mesoamericanos que se conocen en el mundo. Los resguarda en una bóveda bancaria, donde especialistas en conservación se encargan de darle los mejores cuidados, según Baltazar Brito Guadarrama, director del acervo.

“Es nuestra obligación que estos manuscritos duren por siglos y, en ese sentido, tratamos de darles el mejor cuidado posible. Publicarlos también es protegerlos; ahora ya tenemos unos 5000 facsimilares que los especialistas utilizan para sus trabajos y ya no es tan necesario que vayan a cada rato a ver el original, eso permite que se resguarden mejor”, dice.

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