Bruno Newman se autodefine como un coleccionista empedernido

Las palabras que quedaron en el olvido de Bruno Newman

En este libro, Bruno Newman, fundador del Museo del Objeto del Objeto (MODO), reúne más de dos mil frases y palabras del lenguaje coloquial mexicano que a lo largo del tiempo han caído en desuso

Bruno Newman se autodefine como un coleccionista empedernido. Desde los 10 años comenzó con la filatelia, más tarde a juntar monedas de diversos países, también piedras que le recordaban sus paseos por el país y así, hasta sus 24 años, cuando compró y resguardó tres empaques de la marca Pompei.

A partir de entonces, y luego de haber erigido el MODO, Museo del Objeto del Objeto, en 2010, ha reunido más de 150 mil objetos que forman parte del acervo del recinto. A la par, por este afán de cuidar objetos perdidos y olvidados, ha dedicado su vida a coleccionar frases que le resultan divertidas, inteligentes, diferentes y raras, las cuales reunió en su libro Las de Endenantes.

“Siempre he tenido curiosidad por las frases, por eso traigo un tarjetero y una pluma, a donde quiera que voy apunto alguna palabra que escucho de la gente o veo en las calles y que me parecían chistosas o con chispa. Al llegar a casa las pasaba a una libreta azul y así empezó a formarse un grupo de expresiones que hacen posible este libro”, platica Bruno Newman para Reporte Índigo.

“Mis contlapaches, lléguenle a este libraco campechanamente, échenle un oclayo y se la pasarán de pocas tuercas, dejando a un lado sus canijas muinas y otros méndigos infiernitos que los traigan agorzomados”
Bruno NewmanColeccionista

Editado por La Gunilla, brazo editorial del MODO, y con el prólogo de Pablo Boullosa, Las de Endenantes hace un viaje lingüístico al abordar el significado de cada frase y palabra que la propia inventiva mexicana ha creado a lo largo del tiempo.

En él, los más grandes recordarán expresiones que solían utilizar y que han dejado de escuchar; mientras que los más jóvenes encontrarán expresiones nuevas para ellos, algunas extrañas y otras con humor, con las que podrán enriquecer su vocabulario.

“Son expresiones que los mexicanos han creado a lo largo del tiempo y no aparecen probablemente en el diccionario, como ‘patatús’ o ‘descolón’; frases como ‘¡ay, nanita!’ o ‘Brincos dieras’. Se van transformando y las que yo creo tienen algún valor por el humor, por el sentido, por la jiribilla”, agrega.

Tras casi 20 años de recopilar estas expresiones, las cuales, recuerda, escuchó de su mamá o abuela, otras, las conoció por amigos o conocidos, Bruno Newman decidió ordenarlas alfabéticamente y publicarlas juntas en un libro. Muchas de ellas surgieron en el siglo pasado, entre términos de erotismo, burla, ingenio o del léxico popular.

A Newman, quien también es Comunicador, siempre le interesó cuidar el lenguaje y el idioma castellano, por ello, la importancia del libro para las nuevas generaciones.

“Me molesta mucho cuando utilizan términos en otros idiomas, y menos el inglés. A veces, por la tecnología me doy por vencido en algunos casos; por ejemplo, no he encontrado cómo decir googlear. Entonces, he sido alguien convencido de lo bonito de nuestro idioma y por eso me parece que esto ayuda a que las palabras que enriquecen nuestro idioma no se pierdan, pues tienen un mérito”, agrega.

Bruno confiesa que no es un investigador del idioma, menos un filólogo, sino alguien fascinado con la creatividad e ingenio mexicano, y cuyo interés es evitar que desaparezcan estas frases, muchas de ellas, ya casi en el olvido.

A pesar de que algunos de sus conocidos le dicen que escribió un libro con palabras en desuso, para él se trata precisamente de rescatarlas y reencontrar su belleza como, por ejemplo, además de decir ‘casa’, se podría utilizar una expresión muy mexicana como ‘cantón’.

“Lo interesante del libro es que estimula recuerdos en los viejos y enriquece el lenguaje de los jóvenes, porque enriquece su lenguaje, es padrísimo. Me parece que es muy divertido leerlo entre generaciones y jugar con ello”, concluye Bruno Newman.

Segunda edición

Las últimas páginas del libro son una invitación para que los lectores envíen por correo más palabras y se pueda realizar una segunda edición.

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