La reportería como acto de oportunismo

Alma Guillermoprieto contó ante los asistentes del Hay Festival que ella comenzó su carrera periodística por querer vivir aventuras, no por que tuviera una preferencia política específica, lo cual le forjó y le hizo consciente de otras realidades

Siendo joven, la escritura más que llegar a ella, fue Alma Guillermoprieto la que decidió tomarla por la fuerza y antes de conducirla a su trabajo ensayístico, le dirigió por caminos sinuosos con los que aprendió a marchas forzadas el oficio de las letras.

“Sin tener la menor intención de volverme escritora, me voy a Nicaragua por que la reportería fue un acto de oportunismo, tenía un amigo editor de un medio inglés y él fue el que me facilitó la posibilidad de irme a Nicaragua”, recordó Guillermoprieto de la génesis de su carrera ante los asistentes de su conferencia.

Ella solo quería vivir la revolución en el país centroamericano, no quería escribir de ello por lo que al principio fue difícil para la reportera adaptarse a su nuevo oficio.

“En ese momento era apenas un esbozo de insurrección y habían periodistas en el único hotel donde se juntaban los periodistas, entonces yo llegué otra vez a meterme a un grupo y fue muy bonito, fue mi grupo tutor”, comentó la escritora.

Fue ahí, en su timidez que la joven Guillermoprieto se empoderó al ver que con una pluma y cuaderno ella podía relacionarse con el mundo entero, eso le daba una invulnerabilidad que nunca había experimentado.

“Una de las grandes seducciones que tuvo para mí la reportería fue eso, poder libremente acercarme a los demás”, agregó la ensayista.

Tres años estuvo escribiendo para The Guardian y otros medios británicos, pero todavía esto no le hacía consciente de que ella era leída al otro lado del mundo.

“Seguía siendo este pretexto maravilloso para asomarme al mundo, y estar en un grupo de gente que nos movíamos como se mueve la prensa en esas situación, siempre en conjunto y de vivir de aventuras, a mí lo que me gustaba de la reportería era vivir aventuras”, afirmó de esos años Guillermoprieto.

Fue hasta que un día visitó Inglaterra y al ir en uno de los autobuses londinenses que se enfrentó con la realidad de su trabajo, como es que ella en verdad tenía una pluma que rompía fronteras en el papel.

“Se sienta al lado mío una viejita de esas conversonas y me empieza a hablar ‘¿Y tú que haces? A qué te dedicas?’, ‘pues yo soy reportera, escribo para el Guardian’, ‘¿de dónde escribes?’, ‘de Nicaragua’ y me dice ‘un minuto ¿cómo dijiste que te llamabas?’ y dice ‘Oh my dear! I read your stories every day!’ (¡Querida yo leo tus historias todos los días!) ¡y yo me quedo de a seis! Porque es el primero que me cae el 20 de que hay alguien que me lee y yo hago la conexión ‘ah yo escribo y ellos me leen’”, enunció la escritora.

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