La princesa de Graceland

Ser hijo de un astro de la música hace la vida más fácil, pero una carrera musical extremadamente difícil.

La constante comparación con el patriarca hace que las historias de éxito sean contadas (Charlotte Gainsbourg es un ejemplo). La mayoría, pese al talento que puedan tener, vive bajo la sombra de sus padres y no puede con el peso del apellido. Simplemente parece que nunca pueden dar el salto de calidad (Jakob Dylan y Sean Ono Lennon son parte de esta condena).

Ser hijo de un astro de la música hace la vida más fácil, pero una carrera musical extremadamente difícil.

La constante comparación con el patriarca hace que las historias de éxito sean contadas (Charlotte Gainsbourg es un ejemplo). La mayoría, pese al talento que puedan tener, vive bajo la sombra de sus padres y no puede con el peso del apellido. Simplemente parece que nunca pueden dar el salto de calidad (Jakob Dylan y Sean Ono Lennon son parte de esta condena).

Esta temporada, una heredera de un ícono está decidida a dar un último intento por tener éxito musical: Lisa Marie Presley. Con uno de los apellidos más prominentes en la historia de la música, la hija de Elvis ha creado un disco en el que los sonidos del sur de Estados Unidos –su hogar, finalmente– son el mayor protagonista.

Slide guitar, banyo y harmónica son las bases de “Storm & Grace”, el tercer álbum en la carrera de Lisa Marie.

“You ain’t seen nothing yet”, el primer sencillo, tiene la capacidad de colocarte inmediatamente en algún lugar de Tennessee mientras Presley canta sobre la locura que mucha veces se le ha atribuido, producto de sus matrimonios ráfaga con Michael Jackson y Nicolas Cage.

La calidad en el sonido del disco es innegable, resultado de la labor del súper productor T-Bone Burnett. Por momentos, “Storm & Grace” parece haber sido grabado al mismo tiempo que “Raising Sand”, el exitoso álbum de Robert Plant y Alison Krauss que arrasó en los Grammy de 2009 y que también fue producido por Burnett.

Sin embargo, Lisa Marie no es Robert Plant y la intensidad del vocalista de Led Zeppelin simplemente nunca está presente en la voz de Presley.

“Storm & Grace” termina siendo un gran soundtrack para un road trip por los Estados Unidos, pero nunca será un álbum con millones de ventas. Es la triste maldición de ser la princesa –y no el rey– de Graceland.

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