Bajo la dirección de Cecilia Ramírez Romo, llega nuevamente a escena Perderlo todo, menos la soledad, una obra que hará que el público reflexione

La muerte y la incertidumbre son abordados a través de la obra Perderlo todo, menos la soledad

Bajo la dirección de Cecilia Ramírez Romo, llega nuevamente a escena Perderlo todo, menos la soledad, una obra que hará que el público reflexione sobre grandes interrogantes como la vida, la muerte y la fe

¿Qué significa la soledad? Es una pregunta que hace eco en la directora Cecilia Ramírez Romo, quien a lo largo de la pandemia ha realizado un ejercicio de introspección para llegar al fondo de esta interrogante, la confrontó y profundizó en ella para poder montar una nueva temporada de Perderlo todo, menos la soledad.

En esta ocasión Cecilia dirigirá a un elenco nuevo, conformado por Alberto Lomnitz y Meraquis Pradis, a excepción de Valeria Fabbri, actriz y dramaturga de la pieza. Ambas, directora y autora, retrabajaron el texto para ubicarlo en la actualidad; lo abordaron, descifraron y rearmaron, pero enriqueciéndolo con las experiencias que han vivido a largo del confinamiento de los últimos meses.

“La palabra soledad ya no me representa lo mismo que antes de la pandemia, también he sentido la pérdida de la certeza. Hay una frase que repite Florentino (el protagonista de la obra) sobre que todo volverá a la normalidad. Creo que esa manera de ver el mundo es a lo que nos hemos afrontado ahora todos los seres humanos. Esta idea de querer que la vida vuelva a algo que sabemos que no volverá, la vida es diferente y que, a partir de este momento, tenemos que repensarla”, explica para Reporte Índigo.

Las grandes preguntas sobre la vida

Otras de las interrogantes que surgen, y que para la directora era necesario tratarlas en el montaje, son aquellas que provocaron un debate consigo misma y que, quizá, pudiesen surgir minutos antes de sentir la muerte como: la existencia de Dios, la fe, las certezas, la tristeza, el abandono y la violencia, mismas que son abordadas en la puesta en escena.

Para la directora, Perderlo todo, menos la soledad puede ser vista como una caja de Pandora, o como cuando levantas una piedra y sale algo, pues son temas que, poco a poco van saliendo a escena con el único fin de que las personas puedan reflexionar.

“El principal reto ha sido sobre mí misma porque tengo que moverme de lo que había pensado y cómo lo había concebido, volver a pensarla y darle una tercera vuelta. Eso hace que una crezca mucho como artista, como cabeza del proyecto. ¿Cómo hago para que el proyecto evolucione? Somos otras personas, no sólo metafóricamente hablando, si no en físico, tengo otro elenco completo, son otras cabezas, corazones y hay que ir con esa energía”, abunda.

Como equipo, agrega, su principal objetivo es lanzar reflexiones y no dar respuestas. Que el público se dé el tiempo de sentarse en una butaca a pensar, algo que es un privilegio en estos tiempos.

La propuesta escénica de Perderlo todo, menos la soledad

El montaje, una coproducción de la compañía Me dijo, le dijo, le dije en colaboración con el Teatro La Capilla, presenta a Florentino y Macarena, quienes se conocen, al borde de la muerte, en la estación del metro Zócalo de la Ciudad de México, y comienzan a disertar acerca de la soledad y la tristeza.

Perderlo todo, menos la soledad se trata de la historia de dos personas tan lejanas y distintas que coinciden en sus últimos instantes de vida, entablan una extraña comunicación y convierten la historia en una fantasía escénica que habla sobre lo efímero de la existencia, el tránsito a la muerte y la soledad.

 “El Teatro Sergio Magaña nos dio más posibilidades, tengo más profundidad, amplitud de espacio y lo usamos e hicimos un montaje mejor sobre la misma estética, pero en esencia es lo mismo. Una persona que vio el estreno me dijo que ahora el tejido es más fino y tiene que ver con el trabajo de reinvención, las cosas que funcionaron se retoman, pero modificamos lo que no sirvió para así adaptarme también con los actores”, especifica.

Cecilia Ramírez añade que este regreso al escenario se vuelve más especial, pues no tenía la certeza si regresaría a ellos. A pesar de que el inicio del confinamiento por pandemia resultó “tormentoso” para el gremio teatral, pues su trabajo implica estar en contacto con la gente y se activa a partir de la mirada de los otros, hoy, quienes lo integran, han podido valorar más su profesión y montar estas historias que necesitan ser contadas.

Para la también actriz implicó un viaje nuevo, el cual la ha flexibilizado frente a su propia posición de la primera lectura que hizo del texto. También, asegura, la ha descolocado en ciertos momentos con preguntas nuevas que hace el elenco y que, al final, salen a lo largo del montaje.

“Finalmente es contacto y es lo primero que se prohíbe, por supuesto que saca de onda para los que nos dedicamos a esto, es un tema complejo, pero estoy agradecida. Creo que hay mucha necesidad de la gente de escuchar otras historias que no sean las propias porque hemos vivido un año encerrados en nuestras cabezas, casas y en nuestra propia visión del mundo; salir y enfrentarte con una historia que es contada desde cierto lugar honesto, hablarlo en este momento en específico nos hace mucho sentido”, aclara.

Asimismo, que Perderlo todo, menos la soledad se lleve a escena en la actualidad implica retomar temas pendientes, como los feminicidios y la muerte.

“La presencia de la muerte se ha vuelto un personaje distinto, antes sabíamos que existía, estaba ahí, en algún lugar colocado de acuerdo a creencias o fe, pero una cosa es saberlo y otra experimentarlo, yo sí perdí a muchas personas por COVID, evidentemente eso pega por muchos lados. Puede que mientras estoy en esta entrevista tenga el virus y no lo sepa, y esto sea lo último que diga, eso no lo tenía tan claro, por supuesto, eso se permea y espero que se permee en las palabras de los que están en escena”, detalla

Crecer profesionalmente

Trabajar a lado de Meraquis Pradis y Alberto Lomnitz le permitió a la directora obtener grandes aprendizajes

“Con la pandemia he aprendido, sin ánimos de pretensión, a ser mejor artista y, por ende, un mejor ser humano, me queda claro que va de la mano, pues cuando das por hecho algo y te lo quitan es cuando verdaderamente lo valoras”, explica Cecilia Ramírez.

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