La máquina antidepresiva

En el área de salud pública a nivel mundial existe una llamada de alerta: la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que para el año 2020, el Trastorno Depresivo Mayor (TDM) será la segunda causa de discapacidad, únicamente debajo de la cardiopatía isquémica del corazón.

En la población mexicana, se estima que la prevalencia del TDM es de un 5.8 por ciento en mujeres y un 2.5 por ciento en hombres, cifras que suponen un impacto socioeconómico considerable.

"No tenemos el peligro de que exista un riesgo anestésico o un paro cardiorespiratorio (...) es enormemente segura”
Jorge GonzálezEspecialista
Una sesión de terapia de EMTr busca “favorecer que se incremente el metabolismo y la actividad eléctrica de la corteza prefrontal”, pues al estar reducida, al paciente le “cuesta más trabajo concentrarse y contener o regular la ansiedad”

En el área de salud pública a nivel mundial existe una llamada de alerta: la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que para el año 2020, el Trastorno Depresivo Mayor (TDM) será la segunda causa de discapacidad, únicamente debajo de la cardiopatía isquémica del corazón.

En la población mexicana, se estima que la prevalencia del TDM es de un 5.8 por ciento en mujeres y un 2.5 por ciento en hombres, cifras que suponen un impacto socioeconómico considerable.

“Su relevancia clínica y de salud pública ha sido reiteradamente demostrada, poniendo en evidencia los altos costos generados tanto por la discapacidad que genera, como por la disminución en la productividad nacional”, señala la Guía Clínica para el Manejo de la Depresión del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRF).

Esto, aunado al hecho de que el tratamiento farmacológico para la depresión no necesariamente garantiza una respuesta favorable del paciente (o, simplemente, no responde). 

En la literatura científica se habla incluso de una cantidad importante de pacientes que abandonan el tratamiento por los efectos adversos y secundarios que los antidepresivos farmacológicos les causan. 

Una problemática de la que está consciente el psiquiatra e investigador en Ciencias Médicas del INPRF Jorge González, quien desde hace 10 años funge como responsable de un proyecto de investigación en Estimulación Magnética Transcraneal repetitiva (EMTr), una nueva alternativa terapéutica que puede convertirse en la “esperanza” de aquellos pacientes con depresión, “enemigos” del tratamiento farmacológico.

La técnica de EMTr consiste en una forma no invasiva de estimulación eléctrica de la corteza cerebral, que a decir de González, “tiene una participación muy importante en la regulación del ánimo y en la mediación de funciones ejecutivas”, como la memoria, la atención o la inhibición de impulsos. 

El especialista explica que en la mayoría de los casos de pacientes con depresión, la corteza prefrontal izquierda tiene una actividad reducida, por lo que predomina la función derecha, que está asociada a las emociones aversivas, a la “visión de un mundo catastrófico y difícil”.

Así, lo que se busca en una sesión de terapia de EMTr es “favorecer que se incremente el metabolismo y la actividad eléctrica de la corteza prefrontal”, pues al estar reducida, al paciente le “cuesta más trabajo concentrarse, mantener en la memoria cosas inmediatas y contener o regular la ansiedad”, comenta González. 

Esto, mediante la colocación de una bobina sobre la cabeza del paciente, que produce la estimulación en un área particular sobre la corteza frontal “con corrientes eléctricas que se inducen en el cerebro a través del cráneo, pero sin tener que poner electrodos”, explica el especialista. 

La ‘maravilla’ de la EMTr 

A diferencia de otras formas de estimulación cerebral, como la terapia electroconvulsiva (TEC), mejor conocida como “electroshock”, la EMTr, además de no ser invasiva, utiliza una millonésima parte de la energía eléctrica que utiliza la TEC.

Además, el especialista señala que la EMTr no precisa de una evaluación cardiovascular tan compleja, ni de anestesia, pues el paciente puede estar despierto e incluso conversar durante la sesión de la terapia.

Esto se traduce en una aplicación sencilla de la terapia, pues “no tenemos el peligro de que exista un riesgo anestésico o un paro cardiorespiratorio”, agrega González, lo que hace a la EMTr “enormemente segura”, apunta. 

Tampoco es dolorosa, pues las molestias que los pacientes han reportado son mínimas y la respuesta antidepresiva, que lleva de dos a tres semanas, es favorable, dice. 

Una de las “maravillas” que el doctor González dice haber observado en los últimos 10 años, es que en más del 80 por ciento de pacientes con TDM que han recibido la EMTr como único tratamiento, los síntomas se han reducido en más de un 50 por ciento. 

Cabe aclarar que los pacientes a los que se refiere González que actualmente están recibiendo EMTr han sido incluidos en lo que se conoce como un protocolo de investigación; no es un tratamiento abierto a la salud pública.

Otro factor positivo: en algunos de estos pacientes no ha habido necesidad de acompañar la terapia de EMTr con un tratamiento famacológico, “lo cual nos deja una ventana muy importante para tratar a los pacientes que o no quieren (tomar medicamentos) o que por alguna razón médica, no les podemos dar un fármaco antidepresivo”.

Tal sería el caso de pacientes con insuficiencia renal, por ejemplo, o con un daño hepático (en el hígado), que los imposibilita de procesar los fármacos que se les administran. 

Pero al hablar de los síntomas del TDM no se deben descartar aquellos relacionados con el dolor físico. A decir de González, cuando estamos deprimidos padecemos de un mayor dolor en el cuerpo, como en piernas, espalda, cabeza, cuello o dolores viscerales, por ejemplo. 

Un dolor que se experimenta con frecuencia. De hecho, el especialista estima que más del 80 por ciento de los pacientes con TDM presentan quejas de dolor. 

Y las quejas se traducen en un gran problema. Ante el dolor, los pacientes no solo toman medicamentos antidepresivos o para controlar la ansiedad, advierte González, sino que también tienden a tomar medicamentos antiinflamatorios o analgésicos, cada uno con efectos secundarios “a veces riesgosos, como gastritis, problemas digestivos (…) incluso problemas cardiovasculares más serveros”, afirma.

Pero por si los resultados positivos que se han reportado no fueran suficientes, González, junto con el resto del equipo de médicos, observaron que estos síntomas de dolor también se reducen con la EMTr. 

Al día de hoy, esta observación se suma a una de sus líneas de investigación actuales, que consiste en “evaluar cómo es que la EMTr, además de reducir los síntomas depresivos, reduce síndromes dolorosos asociados”, lo que la convierte en “una herramienta aún más valiosa; creemos que es uno de los horizontes más prometedores”, enfatiza. 

No solo para depresión

Dentro de los protocolos de investigación del INPRF, el tratamiento de EMTr también se ha trasladado a pacientes esquizofrénicos con predominio de “síntomas negativos”, es decir, déficits a causa de la esquizofrenia, explica González, como una vida social nula, por ejemplo, la ausencia de un discurso espontáneo, de impulsos para iniciar actividades, falta de motivación para convivir en sociedad o un estado de ánimo decaído. 

Otra posible esperanza incluso para quienes viven con pacientes esquizofrénicos, pues son precisamente estos síntomas negativos los que llevan a los familiares a quejarse con mayor frecuencia.

Esto, además de que la búsqueda de tratamientos para regular estos síntomas negativos ha sido complicada, agrega González. 

Una aplicación más que a la fecha está siendo objeto de investigación por González e investigadores del INPRF, al igual que en la literatura científica internacional, es en la apetencia a drogas de abuso.

“Este es uno de los campos más interesantes porque lo más deseable para poder reducir el ‘craving’ o la apetencia ansiosa a las sustancias de abuso es idealmente algo que no sea farmacológico, porque no queremos quitar la adicción a un fármaco con otro fármaco”, explica González.

Hasta el momento, el protocolo de investigación en la EMTr se ha llevado a cabo en personas con dependencia a cannabis y a la nicotina, “ambos con buenos resultados”, comenta González. 

“No es una panacea; es una herramienta muy valiosa (…)Quizá el riesgo más importante es la posible inducción de crisis convulsivas dado que estamos induciendo una pequeña corriente eléctrica”, dice González. 

Pero es un riesgo que se puede reducir “notablemente” si antes del inicio de cada tratamiento con EMTr se realiza un electroencefalograma (estudio que registra la actividad eléctrica del cerebro).

Además, el especialista aclara que utilizan parámetros de alto nivel de seguridad que han sido propuestas por el mismo INPRF, con los que a la fecha dice no haber tenido ni un solo caso de crisis convulsiva inducida por estimulación eléctrica en los pacientes que han estado dentro de los protocolos de investigación.

“Todavía hay muchas preguntas qué respondernos”, asegura González.

Pero la respuesta positiva, sobretodo en los resultados “limpios” de la aplicación del tratamiento en pacientes, “nos da una enorme confianza sobre el tratamiento que estamos proponiendo”, expresó.

EMTr, en breve

— No requiere de anestesia ni de una evaluación cardiovascular compleja 
— No es dolorosa 
— No es invasiva; se administra en pacientes ambulatorios
— Reduce síntomas depresivos y síndromes dolorosos asociados
— Requiere de una historia clínica exhaustiva, parámetros de seguridad y un encefalograma 
— Propuesta de tratamiento INPRF: 15 sesiones diarias (de 15 a 20 minutos c/u) de lunes a viernes, durante tres semanas
— Resultados a partir de la segunda semana de tratamiento en pacientes con depresión
— Aplicaciones (efectivas) de la EMTr exploradas a la fecha en el INPRF: TDM, esquizofrenia, apetencia de abuso de drogas

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