Entre la luz y el recuerdo

Peter Hook & the Light se presentó en la Ciudad de México, trayendo lo mejor de Joy Division y New Order, agrupaciones a las que perteneció como bajista principal, siendo una noche nostálgica de rock, electrónica y post-punk que trasciende hasta nuestros días

Con una puntualidad inglesa que bien le caracteriza por su origen, Peter Hook salió a las 21 horas al escenario del Pabellón Cuervo en la Ciudad de México, para deleitar a los melómanos seguidores de las canciones que le hicieran famoso desde finales de los 70.

Prometiendo tocar todo el álbum “Substance” de 1987 –compilando de los mejores éxitos de New Order– el bajista de Broughton, Salford, primero comenzó con “Regret” y “Run” de la banda que ahora es liderada por Bernard Sumner y de la que él se separó en 2007.

Pero el grito de los fanáticos claramente llegó con “Ceremony” para arrancar un instante agridulce a los presentes, canción que originalmente perteneció a Joy división ya que fue compuesta por el difunto vocalista Ian Curtis.

Y la promesa fue cumplida a partir de entonces, Hook y su alineación no se detuvo para continuar con el repertorio del disco ochentero, “Everything’s Gone Green” y “Temptation” fueron las que siguieron en la noche cargada de felicidad por el pasado.

Al claro arribo del clásico “Blue Monday” los asistentes bailaron y saltaron solo de escuchar los primeros tonos del sintetizador que marca la melodía, al llegar el momento de la letra, todos corearon al unísono junto con Hook el tema que fue sencillo triunfante en 1983.

Aunque había problemas de audio para resaltar las voces del bajista y sus acompañantes, esto no desmotivó la velada, el catálogo de New Order siguió adelante con “Confusion”, “Thieves Like Us”, “The Perfect Kiss” –la que nuevamente puso a bailar al público–.

El recinto lejos de estar a su máxima capacidad, no menguó en la fuerza del inglés, quien aprovechaba ocasionalmente para decir “Muchas gracias” en español, a los mexicanos que mayormente sobrepasaban los 30 años de edad.

El resto de “Substance” siguió con “Subculture”, “Shellshock”, “State of the Nation”

“Bizarre Love Triangle” y cerró con “True Faith”, momento en el que Hook y su conjunto hicieron una pausa para salir del escenario alrededor de 10 minutos.

Acabado el descanso Hook regresó para tomar el micrófono e indicar la ocasión más esperada de la lluviosa noche del cinco de octubre: “This is Joy Division”, al lo que la respuesta fue recibida entre una salva de aplausos y vitoreos del auditorio.

Tres “balas” musicales salieron directas para inmediatamente encender los ánimos de todos, “Day of the Lords”, “New Dawn Fades” y “Shadowplay” arreciaron entre coreos y baile sin cesar.

En lugar del slam, se cuidaba el grabar el concierto con smartphones, hacer la selfie del recuerdo o transmitir en Facebook Live lo que ocurría en el evento, mientras los acordes y el paseo del músico de 62 años se daba en el entarimado junto a sus compañeros melódicos.

Los grandes éxitos del extinto cuarteto de Manchester plagaron el foro musical, como “Digital”, “Transmission”, “She’s lost control” y más, recordando las noches de farra en las que Curtis estaba al frente de Joy Division.

“Dead souls” B-Side célebre del grupo inglés, marcaba el inicio del final de este recorrido auditivo, manteniendo un corte fiel, enérgico y sombrío al establecido por Curtis, ya que dos meses después de haber compuesto el tema consumó su suicidio el 18 de mayo de 1980.

A continuación Hook tomó el micrófono y dijo en inglés “La siguiente canción está dedicada a Ian Curtis, por favor ayúdenme a cantarla junto conmigo” y así inició “Atmosphere” que habla del partir.

La rola por la que todos esperaban “Love wil tear us apart” acabó con el encuentro melancólico de Hook con sus espectadores, nadie se quedó sin cantar, bailar o soltar una lágrima ocasional por los años de gloria de Joy Division y New Order.

Terminado el toquín, Hook aprovechó para quitarse su playera y arrojarla al público, mientras un coreo por “Love will tear us apart” continuó por minutos esperando la clásica “Otra otra otra” que no llegó.

Todavía en la partida de los oyentes satisfechos por la reunión con el bajista inglés, en el estacionamiento a la lejanía seguía el tono por la canción ícono que Curtis compuso por los problemas maritales que tenía con su esposa Deborah, poco a poco se desvaneció el canto entre las sombras cargadas de nostalgia.

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