La historia de la secta que nació como un grupo de yoga y terminó matando a docenas de personas

Se dice que integrantes de este grupo extremista, que ahora es conocido como Aleph, opera en Rusia y algunas partes de Europa. En 1995 mataron a 12 personas con gas sarín en el metro de Tokio

Aum Shinrikyo fue un grupo que cobró notoriedad en Japón en la década de los ochentas pues su líder y fundador Shoko Asahara tenía labia y ofrecía la salvación eterna, esa a la que muchos aspiran, ejercitando la mente mediante la oración y el cuerpo con ejercicios de yoga.

La entonces apacible secta se nutría de creencia hindúes, budistas y hasta cristianas. Su mesías (así se llamaba él mismo) aseguraba que era la reencarnación del mismísimo Buda y que sabía que el día del juicio final se acercaba.

Aum Shinrikyo obtuvo su registro como religión en 1989 en un Japón que presumía haberse levantado de las ruinas y se jactaba de su cohesión social y bajos índices de criminalidad. Es esa época el país pujaba hacia el desarrollo.

Tras conseguir su registro oficial como religión, Shoko radicalizó su discurso; aseguraba que el fin del mundo se acercaba y ordenaba a sus discípulos realizar acciones para “liberar” y “adelantar” el paso de algunos seres humanos al más allá.

El carismático líder llegó a reunir a su alrededor a decenas de miles de fieles seguidores, los cuales eran adoctrinados con libros que él mismo escribía o las charlas que daba en varias universidades de donde, por sorprendente que parezca, emanaban sus principales discípulos.

Debido a que gran parte de los miembros de Aum eran profesionistas y hasta investigadores su doctrina comenzó a cambiar drásticamente; realizaban experimentos al más puro estilo de Nikola Tesla, crearon cascos con electrodos mediante los cuales, aseguraban, se podían comunicar entre ellos y también con “el señor”.

En cierto momento de su historia, cuando empezaron a tener hordas de seguidores, con sus consecuentes sedes en Sri Lanka, Alemania, Rusia y Estados Unidos la secta se empezó a catalogar así misma como “un grupo de élite de científicos evolucionados espiritualmente obligados a vivir bajo tierra durante una etapa de barbarie preparándose a sí mismos para el momento… en el que resurjan y reconstruyan la civilización”.

 

DEL YOGA AL TERRORISMO

En su búsqueda de reconstruir la civilización ante el inminente apocalipsis, Aum se convirtió en un grupo terrorista que en 1994 mató a trece personas en Matsumoto utilizando su elemento favorito: el gas sarín. En aquel año algunos miembros de la secta liberaron el gas en calles de la ciudad sin que se llegara a sospechar su participación.

Fue en 1995 cuando todo cambió.

El 20 de marzo de ese año, en un hecho que aún se recuerda con pánico en Japón y que tuvo repercusiones en decenas de personas que aún sufren estragos físicos y mentales, miembros de la secta ingresaron al metro de Tokio con bolsas del peligroso agente nervioso sarín.

En plena hora pico, en la que viajaban personas de todos los estratos sociales, niños incluidos, los terroristas liberaron el gas en los túneles. Aquello desató el terror indescriptible y la muerte casi instantánea de 12 personas. Cientos de ellas quedaron heridas.

Aquel ataque puso a Aum en la mira de las autoridades quienes se pusieron manos a la obra, cancelaron el registro que tenían como religión y encarcelaron a 13 de sus miembros, todos los cuales fueron condenados a morir, incluyendo el “moderno buda” Shoko Asahara, quien fue ejecutado en la horca el 6 de julio de 2018 en un centro de detención de Tokio.

El fervor no paró.

ALEPH

Debido a los miles de seguidores que Aum había congregado, tras los trágicos hechos de 1995 sus miembros se escondieron pero no dejaron de profesar las enseñanzas de Shoko a quien admiraban e intentaron, en más de una ocasión, liberar.

Dado que las autoridades les seguían los pasos, los miembros de la ya catalogada secta terrorista emigraron a Rusia y algunos países de Europa en donde se refundaron bajo el nombre de Aleph. En 2007 otro grupo llamado “Hikari no Wa” (El círculo de la luz del arcoíris) salió a la luz.

Según un informe de 2016, dado a conocer por la BBC, los temibles seguidores de esta secta, quienes aún veneran a Asahara, se contaban por miles, 30 mil para ser exactos, tan sólo en Rusia.

En Japón estas sectas, por sorprendente que parezca, son legales aunque designadas como religiones peligrosas por lo que sus miembros y jugosas ganancias siempre están al acecho de la policía y las autoridades fiscales.

En Estados Unidos tanto Aleph como Hikari no Wa son considerados como grupos terroristas extremadamente peligrosos, aunque sus miembros reniegan de los atentados en el metro de Tokio, asegurando que ellos no sabían nada y que quien lo realizó actuó por iniciativa propia. Son liderados por el exportavoz de Asahara, Fumihiro Joyu, quien aún viaja por todo el mundo dadndo charlas.

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