Las miradas dell mundo presenciaron cómo la serie de Corea del Sur Squid Game (El juego del calamar) se convirtió en todo un fenómeno

La dicotomía capitalista de Corea en Squid Game

El juego del calamar se ha convertido en la serie del momento y su entramado esconde varias simbologías que explica la especialista Narce Ruiz, quien es maestra en Artes y doctora en Industrias Culturales

De un día a otro las miradas de todo el mundo presenciaron cómo la serie de Corea del Sur Squid Game (El juego del calamar) se convirtió en todo un fenómeno; incluso, el codirector ejecutivo de la plataforma Netflix, Ted Sarandos, reconoció que no se imaginaron el alcance y popularidad internacional que tendría.

La propuesta fue creada y dirigida por Hwang Dong-hyuk, quien se inspiró en los cómics japoneses Battle Royale y As the Gods Will, para lanzar una primera temporada de nueve capítulos que cristalizan el más brutal sistema económico global.

A Narce Ruiz, maestra en Artes y doctora en Industrias Culturales, le atrajo que su carta de presentación sea una escalera, la cual hace referencia a Relatividad, pintura en blanco y negro del artista holandés Escher, pero aquí, lo fascinante es cómo lograron hacer una alusión y plasmarla con toda una gama de colores fosforescentes.

“El fenómeno está muy de la mano de toda esta invasión coreana que empieza con la música de las bandas K-Pop y con el estreno de Parásitos, que también fue todo un fenómeno. Ahora llega esta serie que no sólo ha conquistado a México sino al mundo, y creo que es un fenómeno muy interesante que obedece a una política pública que estableció Corea en los 90, de apostar a sus industrias creativas”, explica la experta.

De acuerdo con Ruiz, se trata de un trabajo que vienen realizando en Corea desde hace 20 años para que todo su sector cultural y de industrias creativas sea exportado al mundo, por ello el éxito no es casualidad y se deriva de una iniciativa que está dando grandes resultados.

“A veces, la gente piensa que es un bombazo de la noche a la mañana y pues no, ellos tienen muchos años apostando a crecer como industria y eso, evidentemente, lo están logrando”, expresa la maestra en Artes.

Que este fenómeno esté relacionado con la música provoca que su éxito sea reforzado por las nuevas generaciones, sumando a todos los curiosos que llegaron a la serie, incluso, por los memes del momento.

“Nos llevamos una sorpresa grata, porque, la verdad, es que el nivel de realización de la serie es excelso, tiene un diseño de producción, todos los vestuarios, uniformes, los diferentes lugares donde juegan, la famosa isla, los propios barrios donde vemos que se desenvuelven los personajes al inicio de la serie, todo está perfectamente cuidado, todo te abona a la narrativa y eso hace que rápidamente la gente se quede capturada en lo que nos están contando”, acota.

“Al final habla de una logia cerrada, una sociedad de ricos que juegan con personas, incluso, la propia isla donde están jugando también hace referencia a otra isla donde se hacían experimentos genéticos en Estados Unidos; se sabe que habían científicos locos que hacían cosas indebidas, la serie retoma este concepto para hacer estos juegos prohibidos”
Narce RuizMaestra en Artes

El gran manejo de los protagonistas

Parte de su éxito, declara Narce Ruiz, es el desarrollo de los personajes y de cómo ya no existen claroscuros, sino una amplia gama de grises.

“El personaje principal, el jugador 456, rápidamente lo identificas como un pusilánime, el tipo es un odioso, un estafador que le roba dinero a su mamá, tiene abandonada a la hija. Es un personaje bastante odiable y conforme van avanzado los juegos vas simpatizando con él y eso me parece que no es fácil de lograrlo a nivel de guión y lo hacen de manera muy sencilla, porque nos lo muestran con todo y sus luces”, abunda.

Esta construcción de su personalidad, de expresarlos lo más sensible y humanamente posible, es otro de los puntos por los que Narce considera que la gente se puede identificar y simpatiza con ellos.

Otra de las protagonistas de la serie es 067, interpretada por la modelo y actriz HoYeon Jung, una chica que escapó de Corea del Norte y muestra una fracción de la cultura del país asiático, sus problemáticas y carencias.

Un fenómeno interesante que destaca Ruiz es sobre la producción de los doramas, telenovelas coreanas, de las cuales Netflix tiene un amplio catálogo.

“Es muy raro ver que presenten inmigración en sus narrativas, evidentemente, Corea del Sur tiene mucha inmigración, pero verlos representados en una serie es muy raro. Parte de esa humanidad que representa la serie es con el personaje pakistaní, lo vemos super ameno, noble, adorable y la traición que le hacen es terrible”.

“Esos son los elementos que la gente se enganche, es tan humana la parte de la supervivencia, incluso, el capítulo de las canicas es uno de los mejores porque muestra los verdaderos colores de los personajes, de qué realmente están hechos, qué es lo que son capaces de hacer para seguir en el juego, me parece cristalino, pero requiere saber mucho de la estructura del guión para desarrollarlo de una manera que parezca tan sencilla”, explica.

Aunque en la trama se ve claramente su declaratoria hacia el sistema capitalista y la diferencia de clases sociales, de acuerdo con Narce, hoy en día prevalece una dicotomía que, parece, de alguna forma, hasta una pequeña broma de cómo el mundo está respondiendo a Los juegos del calamar.

“La venta de los tenis blancos subió al 700 por ciento, la gente quiere disfrazarse de estos personajes, es muy brutal esta dicotomía, porque, al final de día, le está dejando ganancias multimillonarias a Netflix y, por el otro lado, se hace una crítica evidente de este capitalismo tardío que ya parece casi insostenible”, sostiene Ruiz.

Una temática no tan nueva

De acuerdo con Narce Ruiz, existen leyendas, casi ancestrales, de la élite que recluta campesinos, en este caso gente de clase baja que son apostadores endeudados y no tienen una mejor salida que jugar a muerte.

“No es nuevo, desde 1924 Richard Connell escribía como aristócratas rusos secuestraban personas y los liberaban en el desierto para cazarlos como deporte, hace ya casi 100 años hay precedente, los propios Juegos del Hambre. Pero hay una fascinación muy grande, si creo que hay una especie de algo muy animal, que nos llama a atestiguar este tipo de narrativas”, afirma.

Los nuevos malos

En su narrativa rompen con la idea de que los malvados deben ser rusos o del medio oriente, con Los Juegos del calamar, son los VIP, gente gringa y de apariencia texana.

“Estas máscaras que visten tampoco son casualidad, porque si las ves son animales depredadores. Todas son en dorado para dar este estatus de riqueza y gente súper poderosa, que están en un set con mucha retórica, de fantasía”, vislumbra Ruiz.

Las figuras geométricas

Existen muchas teorías sobre este tema; sin embargo, Narce explica que representa la jerarquía de los gerentes, soldados y trabajadores, el propio juego del calamar está compuesto por estas figuras.

Con la forma de la máscara que portan los soldados buscaban representar a las hormigas y cómo estos animales obedecen a una ‘reina’

“El cuadro se supone que representa al grueso de la población, todos los que vivimos debajo de la riqueza, el triángulo a los más ricos, quienes viven por encima de los demás, el círculo que está arriba, en la punta del triángulo, representa a esta pequeña élite multimillonaria que es capaz de realizar estos juegos y el círculo de abajo representa al porcentaje de la población que son los que están jugando”, relata.

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