La comodidad Orwelliana

El 1 de junio pasado, Julian Assange escribió una polémica editorial en el diario The New York Times titulada “The banality of ‘don’t be evil’”, un juego de palabras en referencia al eslogan corporativo que de manera informal ha utilizado Google desde el inicio de la década anterior. 

97 mil
millones de “piezas de inteligencia” interceptadas por la NSA a nivel mundial
"La principal lección (...) es que no puedes esperar a que alguien más actúe. Estuve buscando a líderes, pero me di cuenta de que el liderazgo se trata de ser el primero en actuar"
Edward SnowdenSoplón del escándalo de la NSA
"Si usted quiere una visión del futuro, imagine un par de Google Glass –auspiciado por Washington– atados por siempre en los rostros humanos vacantes”
Julian AssangeFundador Wikileaks
http://www.youtube.com/watch?v=pI6cstDv-dE

El 1 de junio pasado, Julian Assange escribió una polémica editorial en el diario The New York Times titulada “The banality of ‘don’t be evil’”, un juego de palabras en referencia al eslogan corporativo que de manera informal ha utilizado Google desde el inicio de la década anterior. 

El fundador de WikiLeaks criticó la banalidad del lema –que se usó como recordatorio al interior de la empresa para no utilizar los datos de los usuarios con fines maliciosos, entre otras cosas– en el contexto del lanzamiento de “The new digital age” o “La nueva era digital”, un nuevo libro escrito por Eric Schmidt y Jared Cohen. 

Schmidt es el actual presidente ejecutivo de Google; Cohen es el fundador y director de Google Ideas, un think tank de la empresa que se dedica a diseñar soluciones tecnológicas a los “retos globales” de la actualidad.  

“El libro ‘La nueva era digital’ es un modelo sorprendentemente claro y provocativo para el imperialismo tecnocrático”, con esa contundencia inicia el texto de Assange. 

El también periodista australiano sostiene que los autores personifican “la unión cada vez más estrecha entre el Departamento de Estado estadounidense y Silicon Valley”, y que ni uno de ellos “tiene el lenguaje para ver, mucho menos para expresar, la titánica maldad centralizada que están construyendo”. 

Y es que basta con hurgar un poco en el pasado de Jared Cohen para hacer esa conexión: ha sido asesor de Condoleezza Rice y de Hillary Clinton, además de que tiene un pie bien puesto en el Council on Foreign Relations, un think tank que se especializa en política internacional. 

Por otro lado, Schmidt ha adoptado, en los últimos meses, una actitud más diplomática en sus apariciones públicas, convirtiéndose de facto en el campeón de la libertad de Internet en el mundo. El presidente ejecutivo de Google ha hecho viajes a Corea del Norte, China y otras regiones en donde esa libertad no está garantizada, para hablar de las bondades democráticas que este derecho traería.

En una primera lectura, se podría poner en duda el alcance –o las exageraciones– de las acusaciones de Assange, quizá uno de los tipos más aguafiestas del mundo (junto al economista Nouriel Roubini, conocido como “Dr. Doom”). 

“Google, que comenzó como una expresión de la cultura independiente de los graduados californianos —una cultura digna, humana y alegre—, se ha alineado a los elementos tradicionales de poder de Washington, desde el Departamento de Estado hasta la Agencia Nacional de Seguridad”, sentenció Assange en la columna.

¿Por qué esa manía de atacarlo todo cuando estamos disfrutando de las comodidades de comunicación y entretenimiento que nos brindan gadgets, apps y redes sociales?

El ‘Gran Hermano’, versión actual

No faltó quien se burlara de la columna de Assange, y no solo en los comentarios de la nota. El sitio Techcrunch, por ejemplo, le dedicó una nota sarcástica: “La siguiente es una historia ficticia basada en una columna real –pero más extraña que la ficción– de Julian Assange, en donde acusa a Google de conspirar con el Departamento de Estado para dominar al mundo”. 

Tan solo unos cuantos días después, el periodista Glenn Greenwald y el equipo de The Guardian dieron a conocer la historia sobre Prism, el programa de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) estadounidense “que le permite a oficiales de la NSA recolectar material que incluye historial de búsquedas, el contenido de correos electrónicos, transferencias de archivos y chats en vivo”.

Cuando recién se dio a conocer la investigación, los documentos que obtuvo The Guardian de parte del soplón Edward Snowden –que en ese momento se mantenía como una fuente anónima– afirmaban que la NSA “ha obtenido acceso directo a los sistemas de Google, Facebook, Apple y otras compañías” en Estados Unidos. Aunque una a una estas empresas negaron tal acceso en diversos comunicados de prensa.

Sin embargo, al poco tiempo, se reveló el verdadero alcance mundial de las operaciones de la NSA. A pesar de que la agencia había negado reiteradamente en el pasado tener la capacidad para vigilar todas las comunicaciones (incluyendo llamadas telefónicas) que sucedían en territorio estadounidense, una herramienta llamada Boundless Informant presenta a detalle la cantidad de información que recolecta de redes informáticas y telefónicas de todo el mundo. 

Boundless Informant incluso despliega la información en un mapa mundial, coloreando a los países dependiendo el volumen de información recabada. También aparece México, aunque no figura entre los países de donde más se obtuvo información: Irán, Pakistán, Jordania, Egipto e India encabezan la lista hasta marzo de 2013. 

En total, más de 97 mil millones de “piezas de inteligencia” recabó la NSA de las redes informáticas de todo el mundo durante ese periodo. Por piezas de inteligencia no se tiene claro exactamente de qué se trata, pero podría ser desde una llamada telefónica, una búsqueda en Google, un mensaje privado en Facebook, un correo electrónico o hasta un mensaje de texto o chat en vivo, entre otras formas de comunicación. 

Generación WikiLeaks vs. status quo

En los últimos cinco o seis años, a partir del advenimiento del smartphone como el aparato rector de la vida digital, parece que los ciudadanos hemos renunciado sutilmente a ciertas libertades civiles (sobre todo de privacidad) a cambio de la comodidad que ofrecen servicios y productos de Internet. 

Por más que Facebook es criticado por sus políticas de privacidad, muchos usuarios seguimos utilizándolo como una plataforma de comunicación. Igual pasa con Google, a pesar de que en el pasado fue severamente criticado por prácticas monopólicas o por utilizar los datos de sus usuarios para personalizar las búsquedas e incluso los anuncios, seguimos encantados con el rediseño de Gmail y no podemos dejar de “googlearlo” todo.

¿Cómo explicarnos, entonces, cuando damos click de forma automática en “Aceptar” a los “Términos y Condiciones de Privacidad” de cada servicio que descargamos sin siquiera leer lo que dicen?

Nos alarma cuando lo leemos en noticias, pero nos importa poco mientras “chateamos” por WhatsApp o compartimos nuestra vida en Facebook.

Soplones como Edward Snowden o plataformas como WikiLeaks siguen siendo el último bastión de inconformidad en un mundo en el que sus usuarios de Internet dan Share y Like sin preocupaciones… una comodidad digital del tipo Orwelliana. 

¿Qué es Boundless Informant?

Un programa secreto que despliega en un mapa interactivo la cantidad de “piezas de inteligencia” que la NSA recaba no solo en Estados Unidos, sino por todo el mundo. Según los documentos que filtró Snowden, durante marzo de 2013 se tenían 97 mil millones de estas “piezas”.

¿Qué es Prism?

De acuerdo a los documentos filtrados por el soplón Edward Snowden, es un programa de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) que intercepta los datos de los usuarios de diferentes compañías de Internet, incluyendo supuestamente Apple, Google y Facebook. 

Banalidad de la maldad
La opinión de Julian Assange en NYT

The Guardian como guardia
Sitio dedicado a las revelaciones de Snowden

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