Para Sara Curruchich, ser mujer en Guatemala es un acto de resistencia

La cantautora maya Sara Curruchich reivindica la fuerza de los pueblos indígenas

Para Sara Curruchich, ser mujer en Guatemala es un acto de resistencia. Ser mujer maya kaqchikel y artista es, en sí mismo, una declaración política, pero también un gesto radical hacia la vida. Con esta convicción la cantautora se expresa a través de la música, donde combina historia y memoria

En la voz de la cantautora maya Sara Curruchich se resguardan los saberes ancestrales, letras que por generaciones las mujeres de su familia y su comunidad le enseñaron a través de la tradición oral y que ahora ella transmite con su lírica.

Curruchich inició su camino por la música en 2012, pero fue hasta 2015 cuando tuvo la posibilidad de hacer la grabación de su primera canción y videoclip. En ese momento reafirmó su deseo y anhelo por hacer de la música su instrumento y medio de expresión, así como volverla un método de sanación y acompañamiento para otras compañeras y mujeres indígenas.

“Hacer música en la actualidad y las canciones que he compartido han surgido a través de un proceso de revitalización de mi identidad, de fortalecimiento y sanación de muchas de las violencias racistas por las que he vivido y lamentablemente seguimos viviendo también como pueblos y mujeres indígenas; además, de la gran carga machista que nos toca enfrentarnos diaria y constantemente”, explica Sara Curruchich a Reporte Índigo.

Canto a la naturaleza

Para la cantautora, como mujer indígena maya, muchas de sus vivencias han estado bastante relacionadas con la tierra, pues existe un vínculo muy grande con ella, así surge la inspiración para cantarle y mostrar la importancia que ésta tiene para la humanidad.

Desde muy pequeña tuvo la claridad de hacer música y transmitir un mensaje poderoso sobre la naturaleza, lucha y resistencia; no obstante, comenta, fue hasta 2009 que, gracias al apoyo que le brindó su familia, tuvo oportunidad de estudiarla en una escuela.

“Comencé a estudiar música con el fin de dar clases a niñas y niños, pero el parteaguas de componer fue durante mis cuatro años de estudios. El tercero fue fundamental, porque sentí una carga muy grande y de violencia bastante fuerte, sentí que podía hacer un viaje a mi profundidad, a reencontrarme conmigo, decir soy mujer indígena, quiero sanar cosas porque hay cosas que me han dicho y duelen, actitudes, acciones y la música para mí fue un refugio en ese momento y, de hecho, lo sigue haciendo”, relata.

Las artes han tenido históricamente una función destacada en la generación de comunidad en los pueblos, por ello, Sara Curruchich cree que ello ha sido una de las razones de que existan tantas violencias, desapariciones y asesinatos hacia el gremio. Opina que el gobierno quiere eliminar y recortar todos los cursos y talleres de artes en las escuelas porque sabe que el arte también cumple esa función de reflexión, conciencia y movilización de masas.

“Cuando empecé a escribir sí sentí que algo estaba sanando y fue muy hermoso sentir la música como mi compañera, como mi hermana. Pero sabía que yo no era la única, el mismo sistema en el que nos encontramos hay muchísima de esta violencia y sabía que muchas de las mujeres que conozco también están atravesando por lo mismo que yo, pensando en decirnos ‘estamos juntas en esto y vámonos, podemos caminar y sanar entre nosotras’”, expresa.

Un proceso de sanación para Sara Curruchich

Estas vivencias le permitieron crear una conexión mucho más intensa con la música y consigo misma, realizar una sanación desde el interior, poder alzar la voz y, así, lograr que más mujeres transmitan este mensaje, pues para ella es fundamental que esta lucha se haga desde la colectividad.

Con ello, recuerda una frase de las abuelas de Guatemala: “sanando tú, sano yo, sanando yo, sanas tú”, la cual quiere replicar, no solamente en su pueblo, San Juan Comalapa Chimaltenango, sino lograr superar las dificultades de comunicación, accesos y desigualdades para que el mensaje llegue a otras comunidades, su gran apuesta es llegar a todos los lugares posibles.

“Yo creo mucho en la reciprocidad, y mucha de la fuerza que he aprendido es de mi pueblo, de sus mujeres. Saber que puedo acompañar o que me comparten que les gusta una canción me alegra mucho, porque las canciones se crean para esto, si puede abrazar a alguien en su camino, que lo haga, es suya y es lo potente de la música, como esta forma de reflexión, emancipación, revitalización de nuestras identidades”, expone.

Desde su primer álbum Somos, Sara Curruchich ha reivindicado el poder de la palabra, de la naturaleza y la memoria de los pueblos mayas. En sus canciones se mezclan el español con las armonías del idioma kakchiquel, empoderando así su lengua materna.

Ahora, Sara presenta su nuevo material discográfico Pueblos, del cual ya lanzó los dos primeros sencillos, “Junam” y “Pueblos”, con los cuales mantiene su compromiso hacia la lucha de las mujeres, la importancia del arte en las manifestaciones sociales y contra la discriminación. Además, se añade los sentimientos provocados por la pandemia, la angustia, dolor y pérdida de seres queridos, pero también la otra guerra, la del hambre.

“Ver que la gente ya no tenía qué comer, el maíz, que es la base fundamental de nuestra alimentación, se había agotado; es inevitable que no sientas dolor por lo que están pasando otras personas. Muchas veces me sentía impotente con lo que estaba sucediendo, te llena de mucha indignación y tanta rabia porque todo lo que está sucediendo es el resultado de gobiernos que siguen saqueando al pueblo, siguen violentando y son quienes generan las mismas desigualdades”, declara.

“Lo que yo busco no es ni fama ni lo económico, si existe la posibilidad que desde la música pueda haber conciencia y sanación en una persona, de una mujer, ese es el regalo más grande, al menos, para mí. Saber que tenemos mucho fueguito y amor entre nosotras, eso nos levanta mucho y da tanta motivación para seguir”
Sara CurruchichCantautora

“Pueblos” invita a tejer alianzas con otras mujeres indígenas de todo el mundo, unir mensajes y, así, que la voz llegue a más latitudes. Entre sus primeras colaboraciones destaca la realizada con Lila Dows, la cual da nombre a la producción musical. En ella, expone, existirán mensajes en defensa del territorio, de la memoria histórica, los derechos de las mujeres indígenas y mensajes antirracistas.

“Hay una convicción muy grande de las mujeres haciendo música, pero también cosas que nos atraviesan similarmente. Estamos alzando la voz, compartiéndola para ver de qué otra forma podemos aportar y exista, aunque sea un pequeñito cambio; el acceso para crear y compartir nuestra música en las plataformas digitales es muchísimo más difícil porque no existen los espacios en las plataformas, es todo un reto, pero si ya estamos creándolos no los vamos a soltar, son nuestros y tenemos que estar en ellos”, revela.

Un acto político

Sara Curruchich agradece a las miles de mujeres ancestras que lucharon, caminaron y abrieron paso para que las mujeres de hoy tomaran lo que por derecho es suyo y alzaran la voz con la música como su estandarte.

“Yo le quiero cantar a la diversidad del amor, a estas formas de conocimientos que he aprendido de mis abuelas, abuelos, pueblos, su lucha y resistencia. También hay un vínculo y por eso muchas veces mencionamos que estar en pie de lucha, seguir caminando es un acto político, pero también de amor, para toda la colectividad y nuestro ser”, indica.

En conexión

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Fb: Sara Curruchich

IG: saracurruchich

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