La era de los perrhijos

La Generación Millennial en México está optando por una tendencia que incluye un nuevo modelo de familia: perros y amigos.

Y eligen estilos de vida como el co-housing (covivienda), el cual destaca por personas que viven muy cercano a sus amistades para estar “juntos pero no revueltos”, ya que no comparten el mismo techo.

Con el estilo de vida de covivienda las personas crean comunidades sin necesidad de establecer relaciones formales o a largo plazo.

54.9%
De las familias en México tiene una mascota
Los millennials en México están optando por la covivienda y por tener perrhijos y gathijos

La Generación Millennial en México está optando por una tendencia que incluye un nuevo modelo de familia: perros y amigos.

Y eligen estilos de vida como el co-housing (covivienda), el cual destaca por personas que viven muy cercano a sus amistades para estar “juntos pero no revueltos”, ya que no comparten el mismo techo.

Con el estilo de vida de covivienda las personas crean comunidades sin necesidad de establecer relaciones formales o a largo plazo.

En lugar de tener una pareja formal, viven solos e independientes, en compañía de mascotas que se vuelven sus perrhijos o gathijos.

De manera que este nuevo “modelo de familia” se ha convertido en un mercado en ascenso en el país.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 54.9 por ciento de las familias mexicanas tiene una mascota (datos recabados hasta 2014).

Para los jóvenes solteros que habitan en covivienda, el perro o el gato no es una mascota, sino un hijo al que visten y tratan como un ser humano.

El covivir muy cercano a las amistades y el hecho de tener una mascota (aplazando la paternidad y/o las relaciones formales), además de ser un cambio a nivel social, también es una revolución económica y prueba de ello es que en el país aumentó el valor del negocio de servicios para mascotas 76.4 por ciento entre 2011 y 2017, de acuerdo a Euromonitor International. Y se estima que se incremente 38.1 en los próximos cuatro años.

Entre 2011 y 2017 también aumentaron los productos para la alimentación y el cuidado de las mascotas, que para algunos son “como sus hijos”. Lo que significa que el mercado tiene un nicho a explotar en el país, el cual sigue en constante crecimiento, a la par de la cantidad de jóvenes que se emancipan de casa pero no de su comunidad social.

No son hijos

Los perrhijos podrán verse extremadamente tiernos con ropa y accesorios, inclusive podrán convertirse en la prioridad para el bolsillo y el corazón de su dueño. Pero cambiar la identidad y trato que se le da no solamente es dañino para él, también podría repercutir en la salud mental del ser humano.

“Cuando a los perros se les cambia la identidad, su mente se frustra, se vuelve ansiosa, agresiva, miedosa e insegura, porque no se consideraron sus necesidades, con lo cual se abre la puerta para que se desencadenen trastornos psicológicos en el animal, comenta el reconocido entrenador canino César Millán.

Como dice Angelina Guerrero Luna, quien forma parte de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuando la relación del humano-mascota se centra en el egoísmo de la persona y en el querer suplantar su soledad (cuando comienzan a tratarlos como perrhijos y no como mascotas), el cuidado hacia la mascota se ve afectado y aparecen problemas como confusión y estrés entre ambos.

“Las respuestas del animal pueden ir desde ansiedad y desesperación, hasta temor y sensación de abandono; pasa por el olvido si es confinado en departamentos, zotehuelas, azoteas, cornisas, o deambula, como perros o gatos callejeros con efectos malos en la comunidad”, dice Angelina.

Además, las necesidades y las carencias de la persona no se pueden satisfacer con el perrhijo o gathijo, lo que provocará que no desaparezca su sensación de soledad.

No sólo los jóvenes

Aunque en México son los jóvenes quienen optan por la covivienda, en países como España y Estados Unidos esta tendencia también comienza a ser atractiva para los adultos mayores, ya que éstos pueden compartir los gastos de servicios, así como áreas y actividades recreativas y sociales, sin necesidad de habitar en el mismo departamento, piso o espacio.

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