Jóvenes suicidas

Pese a su alta incidencia, el suicidio no es considerado un tema de salud pública en México. O al menos esto es lo que se puede concluir si se consideran las estadísticas de un problema que no ha dejado de agudizarse en las últimas tres décadas. 

En dicho periodo, la tasa de suicidios en el país se cuadruplicó al pasar de un promedio de dos a 7.6 personas que se quitan la vida por cada 100 mil habitantes.

43.5%
De los suicidios fue cometido por jóvenes
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Pese a su alta incidencia, el suicidio no es considerado un tema de salud pública en México. O al menos esto es lo que se puede concluir si se consideran las estadísticas de un problema que no ha dejado de agudizarse en las últimas tres décadas. 

En dicho periodo, la tasa de suicidios en el país se cuadruplicó al pasar de un promedio de dos a 7.6 personas que se quitan la vida por cada 100 mil habitantes.

Además, son los jóvenes los más vulnerables al suicidio. Como aludimos en este espacio, de los 5 mil 718 suicidios registrados en México en el 2011, la mayoría fueron cometidos por jóvenes de entre 15 a 24 años, de acuerdo a datos del INEGI difundidos previo el Día Mundial de la Prevención de Suicidio, que se celebra el 10 de septiembre.

Específicamente, 43.5 por ciento de los suicidios consumados correspondieron a jóvenes de entre 15 y 29 años, reporta la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en un reporte entregado a la Cámara de Diputados. Plantea que las conductas suicidas en estos jóvenes representan un reto para las políticas públicas encaminadas a la prevención del suicidio en dicho grupo.

Dio cuenta de su compromiso con la atención del suicidio como problema de salud pública en el país a través del Programa Nacional Juventud 2014-2018 (Projuventud) del Instituto Mexicano de la Juventud, en el que ya se han establecido, entre otras estrategias preventivas, campañas para la detección temprana de trastornos mentales entre los jóvenes, así como de la violencia intrafamiliar y la violencia en las relaciones de pareja y en los planteles educativos. 

Lo anterior fue parte de la respuesta de la Sedesol –publicada en la Gaceta Parlamentaria– hacia una petición que la Cámara de Diputados realizó recientemente sobre la necesidad de diseñar e implementar políticas públicas en el país destinadas a la disminución y prevención de conductas suicidas entre la población juvenil. 

En el dictamen, la Cámara alude a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima que de 70 por ciento de las 1.5 millones de personas que terminarán con su vida al fin de la presente década serán jóvenes. También precisó que los adolescentes de entre 12 y 17 años de edad que acuden a la escuela y son víctimas de bullying son un grupo vulnerable al suicidio.

De hecho, la evidencia arrojada de investigaciones realizadas a la fecha a nivel global sobre la relación entre el acoso escolar y los suicidios en adolescentes coinciden que quienes sufren de bullying son más propensos a recurrir a intentos suicidas. 

Y un estudio realizado por investigadores del Instituto de Educación y Estudios Infantiles de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, y cuyos resultados fueron publicados en marzo de este año en JAMA Pediatrics, demostró que los jóvenes que sufren de bullying, especialmente de acoso en Internet, tienen más del doble de probabilidad de idear el suicidio. 

Tan común como la obesidad

De acuerdo a un reporte publicado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) titulado “Panorama de la educación 2013”, uno de cada cuatro jóvenes en el país no estudia ni trabaja. 

A nivel país, el problema del desempleo, aunado a la resistencia al cambio de roles y la equidad de género, es un factor que pone en riesgo a los hombres a desarrollar un trastorno depresivo mayor, que sin duda puede escalar a suicidio. No en vano cerca del 80 por ciento de los suicidios en el 2011 en el país fueron consumados por ellos. Aunque se ha demostrado que en la adolescencia, las mujeres son más propensas a la ideación suicida.

Desempleo, problemas financieros, relaciones disfuncionales, baja autoestima, abuso sexual, bullying, depresión, antecedentes de maltrato en la infancia y de conductas suicidas en la familia, enfermedades mentales, abuso de sustancias tóxicas… son múltiples los factores que inciden en el riesgo de intentar –y consumar– un acto suicida. 

Incluso el mismo intento suicida es un foco rojo que no se debe dejar desapercibido, aunque el mismo no se haya consumado con éxito o no existan antecedentes previos de dicha conducta.  

Como dijo en entrevista para Reporte Indigo el Dr. Guilherme Luiz Borges, investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRF), en el artículo titulado “No ven otra salida”, publicado el 10 de septiembre del 2013: “cuando la persona ha pasado de estar pensando sobre el suicidio, ha hecho un plan y ha actuado en consecuencia. (Ésta) ha vencido una serie de barreras y la pone, sin duda, en un nivel de riesgo muy elevado”.

Al igual que males como la obesidad, la diabetes, la artritis reumatoide o el dolor crónico, la prevención del suicidio debe sumarse a las prioridades de salud pública del país, en lugar de considerarse como un caso aislado. A nivel global, señala la OMS, “la prevención del suicidio es una necesidad que no se ha abordado de forma adecuada debido básicamente a la falta de sensibilización sobre la importancia de ese problema y al tabú que lo rodea e impide que se hable abiertamente de ello”.

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