José Luis Cuevas, “un artista sólo comparable con Picasso”

El artista José Luis Cuevas fue uno de los grandes dibujantes de todo el mundo, comparable sólo con Picasso, por lo menos así lo definió The New York Times en una reseña publicada en 1965, en la cual se denominó al autor como el Mexican Boy Wonder.

Las obras de Cuevas, el joven de la melena dorada y el gran ego, fueron una constante durante la década de los 60 en las galerías más importantes de la ciudad de Nueva York, el joven que despotricaba contra el sistema del arte convencional tenía al mundo a sus pies.

“Creo firmemente que no puede progresarse si no hay inconformidad, si no se hastía uno de los hecho un día y vuelve a empezar otro camino. Creo tener una dosis indispensable de criterio para disentir de una forma de vida y de un encallamiento de la cultura”

José Luis Cuevas

El artista José Luis Cuevas fue uno de los grandes dibujantes de todo el mundo, comparable sólo con Picasso, por lo menos así lo definió The New York Times en una reseña publicada en 1965, en la cual se denominó al autor como el Mexican Boy Wonder.

Las obras de Cuevas, el joven de la melena dorada y el gran ego, fueron una constante durante la década de los 60 en las galerías más importantes de la ciudad de Nueva York, el joven que despotricaba contra el sistema del arte convencional tenía al mundo a sus pies.

“No pretendo ningún liderato juvenil ni trato de reclutar rebeles con que atacar el infecto bastión de Bellas Artes. Me conformó con decir lo que siento que es, sin lugar a dudas, el mismo sentir de otros individuos de mi generación”, escribió Cuevas en su ensayo La cortina de nopal.

La Zona Rosa, corredor turístico al que Cuevas bautizó de ese manera, se convirtió en el hogar ideal para el artista y su obra. Un barrio bohemio dominado por artistas e intelectuales que estaban convencidos que lo disruptivo era la única manera de avanzar.

“Creo firmemente que no puede progresarse si no hay inconformidad, si no se hastía uno de los hecho un día y vuelve a empezar otro camino. Creo tener una dosis indispensable de criterio para disentir de una forma de vida y de un encallamiento de la cultura”, escribió.

Cuevas tenía un pleito casado con el muralismo mexicano y sus más grandes exponentes, a Diego Rivera lo llamó en alguna ocasión Pontífice de un arte folclórico y ramplón. Esta clase de agresiones le ganaron el odio y la enemistad de varios artistas.

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“Pienso que mi actitud sana y juguetona de derrumbar a tantos ídolos de la cultura nacional sirvió de mucho y contribuyó a la transformación del ambiente”, escribió Cuevas, quien llamó al muralismo un movimiento monolítico.

Sin embargo, el espíritu combativo y la disrrupción de Cuevas fueron quedando en el olvido, en los últimos años sus mayores logros fueron inaugurar una calle son su nombre en 2010 y tres años después una conferencia en la que anunciaba una ruptura con sus hijas y su hermano.

La obra de Cuevas está incluida en las colecciones del Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Museo Hirshhorn de Washington, además que algunos de sus dibujos aún pueden ser apreciados en Francia, país en el que se exilió durante varios años.

A lo largo de sus carrera fue reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México, recibió la Orden de Caballero de las Ares y las Letras de Francia, el Premio Internacional del Consejo Mundial de Grabado y la Medalla de Oro de Bellas Artes.

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