Más allá del luto o las lágrimas que embargan el dolor de su partida, sucedió una algarabía por Héctor Bonilla

Héctor Bonilla: Irreverente hasta la muerte

El homenaje al actor fallecido a los 83 años de edad, que congregó a amigos, familiares y público, celebró la vida del artista con declamaciones, recuerdos y hasta mariachi al interior del Palacio de Bellas Artes

Decenas de personas se congregaron en el Palacio de Bellas Artes para rendirle honor al primer actor Héctor Bonilla; sin embargo, más allá del luto o las lágrimas que embargan el dolor de su partida, sucedió una algarabía, una celebración, una fiesta a la vida del artista recién fallecido el 25 de noviembre.

Las cenizas, que llegaron al lugar a las 17.15 horas custodiadas por su esposa Sofía Álvarez y sus hijos Fernando y Sergio Bonilla, fueron recibidas por una lluvia de aplausos; entre los presentes se encontraban los actores Sergio Corona, Damián Alcázar y Demián Bichir, entre otros.

La primera en tomar el micrófono fue la secretaria de Cultura federal Alejandra Frausto, quien destacó de Bonilla que fue, además de un actor, un “líder natural, profesional, intachable, que pasaba de la teoría a la acción justificable”.

Después de la funcionaria pública, el estrado lo ocuparon los Bonilla para leer un texto que ya tenían previamente preparado en honor al patriarca y así repasar la vida del actor, desde su concepción, sus orígenes humildes y cómo fue el paso de su vida.

Recordaron que el padre de Héctor Bonilla fue el fundador de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos y, por ende, en el primer actor siempre transitó un aguerrido pensamiento de izquierda, sin nunca haberse afiliado a ningún partido político.

Además de celebrar que tuvo un hambre voraz, sus hijos y esposa recordaron que a él le gustaba frecuentar ciertos lugares por todos conocidos, como el restaurante Danubio, mismo del que provenían antes de llegar a Bellas Artes para rendirle tributo.

“Comía mucho y con mucho chile, sus platillos favoritos eran el pescado zarandeado, la machaca, las hojas de parra, el caldo de camarón, los waffles con nuez, el strudel de manzana y el ate con queso. Mismo que nos echamos hace ratito. Odiaba la cátsup, la coca-cola y las pizzas”, declamaron Fernando y Sergio Bonilla y Sofía Álvarez.

Cada tanto, la audiencia aplaudía las anécdotas y reía de las ocurrencias del primer actor que también fue un hincha de los Pumas, a tal grado amante de los colores azul y oro que cuando llevaron el cuerpo a incinerar fue con sus pants de la máxima casa de estudios.

“Le encantaba encerrarse en su estudio a leer el periódico, escuchar música clásica, nunca leía de corrido, su insomnio le hacía rondar por las noches, por eso se autodenominaba ‘el fantasma de la pijama’. En las madrugadas le gustaba leer y releer a Borges, a Chéjov, a Cervantes o la pila de guiones y libretos que no había leído en la semana”, continuaron los familiares.

Al término de esta intervención le siguió el coro de madrigalistas de Bellas Artes, para pasar luego a un conjunto de mariachis, que más que solemnidad, impregnaron el tono que Bonilla estaba buscando; el tema “Un puño de tierra” se hizo presente para su cierre.

Bichir y Alcázar también hicieron memoria para compartir sus recuerdos cercanos con el artista, para luego montar guardia de honor junto a sus cenizas, lo mismo hizo Sergio Corona notoriamente conmovido.

Para ir cerrando la tarde, se compartió una pieza musical compuesta y cantada por el mismo Bonilla, una canción llamada “Testamento”, misma que cuenta con arreglos de Gerardo Matamoros. En esta el actor se despide de su familia, siendo alegre, irreverente y feliz, lo que siempre lo caracterizó.

Al término de la ceremonia se abrió el micrófono, oportunidad que fue aprovechada por más amigos, familiares y público presente, expresando sus más queridos recuerdos acerca del histrión que marcó la historia del teatro, la televisión y el cine nacional.

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