No hay imagen disponible

Fuensanta regresa a casa

Las cenizas de la actriz regiomontana, una mujer rebelde y transgresora que enfrentó los estereotipos y las críticas de la sociedad, serán depositadas hoy en la tumba de su padre, el escritor Francisco M. Zertuche, fundador de la Escuela de Verano de la UANL

Fue la musa de Juan José Gurrola y Alejandro Jodorowski, poseía una belleza que lograba “parar el tráfico”, tenía el cuerpo de una “diosa”, ella lo sabía y lo presumía con orgullo. Fuensanta Zertuche Terán (1945-2015) fue una actriz, poeta y vedette adelantada a su época, que se enfrentó a la crítica social y logró romper con estereotipos. Hoy, la artista regresa a casa, a Monterrey, junto a sus padres.

Zertuche Terán murió en 2015 en la Ciudad de México por complicaciones respiratorias y dentro del marco de la Escuela de Verano 2018, de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), se realizará una ceremonia para depositar sus cenizas y colocar una placa conmemorativa en el Mausoleo “Francisco M. Zertuche” del Panteón El Roble.

Después se realizará una pequeña ceremonia en la que participará el director de teatro Luis Martín y Celso Garza Acuña, titular de la Secretaría de Extensión y Cultura de la UANL. Además se hará entrega de documentos que dejó Fuensanta en manos del poeta Margarito Cuéllar para depositarlos en el archivo histórico de la universidad.

“Básicamente son fotografías, programas de mano, invitaciones, son documentos gráficos. En el 2010, quedamos Fuensanta y yo en armar un libro y me cedió todos esos documentos para hacerlo. Desafortunadamente partió antes y ya no pudo verlo, pero el libro está en proceso de edición, es un trabajo que se va a distribuir en la Feria del Libro de la UANL, en marzo. Es un libro donde se narra no sólo su vida, sino la historia que tiene que ver con el desarrollo de la farándula y el teatro burlesque en México”, explica el poeta Margarito Cuéllar.

El nacimiento de una estrella

Fuensanta Zertuche es uno de los personajes regiomontanos más destacados del teatro y el cine nacional. Desde pequeña estuvo involucrada en el mundo de la cultura, porque era hija de Francisco M. Zertuche, fundador y director de la Escuela de Verano de la UANL.

“A ella le pegó muy fuerte el teatro. Debido a la formación cultural que tenía por su padre, don Francisco Zertuche, y su mamá, María Teresa Terán, activista de izquierda. De alguna manera, Fuensanta siempre tuvo acceso a lo mejor del mundo, tal vez un poco repentino, fuera de tiempo, porque ella era una jovencita y finalmente tuvo que recrearse con todo lo que leía su padre, que era un experto cervantino”, narra Luis Martín, primer director teatral de la actriz.

Con sólo 15 años, Fuensanta formó parte del Taller de Teatro Experimental de la Preparatoria No. 1 (TEP), en 1960. Su primera obra fue Retazo, de Darío Niccodemi, montada en el Aula Magna, donde interpretó a una villana.

80
obras de teatro en las que actuó

“Ella era una mujer muy alegre, muy viva, muy atractiva, paraba el tráfico en el momento que cruzaba una calle, era una mujer muy diferente, una mujer que exaltaba su feminidad”, así la recuerda Martín, quien hasta el último momento fue amigo de la actriz regiomontana.

De acuerdo con el director de teatro, Fuensanta participó entre cinco y siete obras antes de partir a la Ciudad de México. Dejó sus estudios en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Nuevo León, para cumplir su sueño de ser actriz en la gran ciudad, en 1963.

Cuando llegó a la capital del país, como vieron que era joven y tenía buen cuerpo, los hombres se aprovecharon de ella, la usaron, así lo recuerda Luis Martín.

“Lo que la Ciudad de México le dio en ese momento es otro juego, el juego del comercio, de las vedettes. Fuensanta no siguió lo que ella quería inmediatamente, tuvo que llegar al teatro, o al cine, dando un giro a su gusto por lo trascendente de la cultura y el arte, se hizo vedette un buen tiempo de su vida, hasta que fue rescatada por Jodorowski y Gurrola. Después hizo una serie de cosas muy interesantes en teatro”, indica el director.

Al tomar la decisión de convertirse en vedette, Fuensanta se enfrentó a las críticas y la desaprobación de la sociedad de Monterrey y de su familia. Muchos la consideraban una mujer adelantada a su época.

Ya consagrada como una actriz entabló amistad con personajes como Octavio Paz y Diego Rivera

“La veían mal, muy mal, la gente decía ‘ay pobre Fuensanta, es para lo que servía’. Siempre la arropamos cuando venía a Monterrey, participó en teatro local y ya cuando trabajó con Jodorowski y Gurrola, llegó a otro nivel, pero en su tierrasólo los artistas la consentíamos”.

Un sol en plenitud

Ya consagrada como actriz entabló amistad con personajes como el escritor Octavio Paz y el pintor Diego Rivera. Participó en 25 películas, como Adiós, ídolo mío; El sexo de los pobres; y Fando y Lis, película de culto de Alejandro Jodorowsky. También actuó en más de 80 obras de teatro, algunas de ellas dirigidas por Juan José Gurrola.

Fue una actriz que manejó todos los géneros teatrales, desde la tragedia griega hasta la vanguardia de Ionesco, además tuvo las agallas para presentarse en centros nocturnos.

En una entrevista que le realizó su amigo Margarito Cuéllar, la actriz dijo: “No me metí de vedette por hambre, me gustaba y lo disfruté. Hablaba de Marx y se sorprendían. El cliché es que la vedette tiene que ser guapa, lucidora, tonta y muy calladita. Yo ni fui calladita ni tonta; soy loca, pero no pendeja”.

25
películas en las que participó

Con el tiempo y la madurez también se hizo poeta. “Su poesía es bastante sentida, bastante íntima, se desnuda totalmente desde su infancia hasta su muerte. Sus poemas son impresionantes, era contestataria a la doble moral, a la hipocresía. En los libros que escribió hay cosas muy especiales”, reconoce su primer director.

El último fulgor

Ella pasó sus últimos días en la casa de reposo de los actores del la ANDA. Retirada de la actuación, ocupó sus días en escribir poesía y ejercer su carrera de abogada dando consultorías. A los 72 años, murió la regiomontana por complicaciones respiratorias. Al final tuvo una vida modesta, pero no de carencias.

“Nunca noté que se arrepintiera de nada, digamos que era feliz a su manera, aunque me parece que en el fondo se sentía muy sola. Ella tenía sus gatos, incluso, cuando estuvo en la casa de retiro de la ANDA, ahí tuvo de contrabando a uno de ellos. Después de haber tenido cantidad de admiradores, de escenarios, luces, reflectores, se enfrentó al tiempo, a esa soledad que te da el tiempo, que a la vez te da tranquilidad”, así la describe Cuéllar.

Ahora sus cenizas será colocadas junto a las de sus padres, algo que tiene un significado muy fuerte, de acuerdo con el poeta.

“Es como regresarla a su nicho, al reposo familiar, es como ese retorno que ella aspiró, pero que nunca le fue posible hacer”, dice Margarito Cuéllar.

La intención de la UANL es promover el legado de este ícono del teatro mexicano y que cada vez más los jóvenes se acerquen a su obra.

Luis Martín señala que el legado de Fuensanta Zertuche, más allá de sus obras artísticas, fue que la actriz demostró que la doble moral es ridícula.

“Vivimos en un país en el que hacemos a un lado a la gente prieta, a la gente indígena, donde renegamos de nuestros hermanos. Esta gente que nos dice la neta al portador, por así decirlo, pues es la que nos da este tipo de lecciones y Fuensanta Zertuche lo logró”, finaliza el director de teatro y amigo de la actriz regiomontana.

Le faltó tiempo con su “Apá”

La actriz regiomontana perdió a su padre cuando ella tenía 11 años, no tuvo tiempo de disfrutarlo. “Ella rasgaba la biblioteca de su padre, tiene un poema muy importante que abre su libro Tercera llamada”, comenta Martín

Papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá

ayer limpiando tu librero once mayos patinaban en mi espalda

Electra puso entre mis manos tu libro favorito.

Editorial Biblioteca Clásica. Tema Teatro de Cervantes.

Y como de Júpiter salió Minerva,

así tú emergiste de aquel libro de amarillas hojas,

como margarita disecada.

Olor guardado cinco décadas en mi garganta.

Cuando lo cerré una fuente de polvo maquilló mi cara.

La grieta se abrió lentamente en mi cabeza.

Salieron los recuerdos y con ellos, sus perdones.

El vacío por tu ausencia me devolvió el eco de tu voz cantora:

“solamente una vez”.

¿Cuáles fueron las múltiples tristezas, quisiste huir o fue el destino?”.

Papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá

Dejaste huérfanos a los huevos, a las plumas,

a las piedras, a las copas, a tus pupilos, a las letras

y a una terrible gacela de ojos felinos

(…)

Te puede interesar