
La escritora Tamara Trottner rinde un homenaje a los exiliados de Ucrania
Inspirada por los relatos de su abuelo Moishe, la mexicana investiga la migración, la Revolución Rusa y la Segunda Guerra Mundial, dando voz a aquellos olvidados por la historia
Karina CoronaDesde niña, la escritora Tamara Trottner pasaba las tardes inmersa en las historias de su abuelo Moishe, quien relataba con detalle cómo dejó atrás la Rusia zarista durante una época de persecución, para embarcarse hacia América Latina y convertir a Veracruz, México, en su nuevo hogar.
De aquel hombre quedan miles de recuerdos, pero hay uno que Trottner guarda con especial cariño: Moishe fue el primero en reconocer que su nieta sería escritora. Ella está convencida de que su abuelo compartía sus vivencias con la certeza de que algún día ella las preservaría a través de la palabra escrita para darles una nueva vida en el papel.
Ahora, estas anécdotas, que datan desde la primera mitad del siglo XX hasta la actualidad, fueron rescatadas a través de los recuerdos y miradas de Trottner en su libro Pronunciaré sus nombres (Alfaguara, 2024).
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“Quería saber la historia de mi familia; entonces, además de rescatar las anécdotas de mi Moishe, realicé toda una investigación sobre mi familia porque creo que eso te da un sentido de pertenencia, es básico en la vida. Fui acumulando este conocimiento; empecé con la historia de mis abuelos, pero mucha gente me decía que quería saber más, así que empecé a investigar la historia de la primera mitad del siglo XX.
“Me di cuenta que durante esta persecución política murieron alrededor de seis millones de personas, mataron a cuatro millones, y como había escuchado las historias de mis abuelos sentía que no podíamos decir que fueron seis millones, pues cada uno de esos seis millones fue una persona, un anhelo y un sueño”, agrega.
El libro Pronunciaré sus nombres ya se encuentra en formato físico y en audiolibro
Un libro sobre la historia universal
Tamara decidió escribir esta historia desde un lugar profundamente íntimo, complementándola con elementos de una novela histórica. Su propósito fue llevarla hacia lo personal y humano para rendirle un homenaje al legado de quienes vivieron los turbulentos acontecimientos de principios del siglo XX.
Para reconstruir el contexto histórico de la migración de sus abuelos Moishe y Ana, la autora de Nadie nos vio partir revela que dedicó varios años a investigar la Revolución Rusa, la Segunda Guerra Mundial e incluso la historia de los Románov, explorando el vínculo que su abuelo tuvo con esta familia imperial.
“La parte histórica de la novela está muy bien fundamentada. Los nombres son reales, Nayeli, mi editora, y yo estuvimos trabajando para no equivocarnos en nada. Una vez que tuvimos la parte histórica bien fundamentada, necesitaba darle humanidad, esta sangre, cuerpo y mirada.
“Por ejemplo, sobre los Románov, de cómo los bajan a un sótano y matan a toda la familia, resulta que ahí había un soldado que era del pueblo de mi abuela y que después de esa matanza llegó a platicarles lo que sucedió y otra vez le vuelves a dar cuerpo, le vuelves a dar verdad a algo que, de repente, sólo lo leemos en los libros de historia”, cuenta.
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Una historia sobre la humanidad y la polarización
Trottner cree firmemente que cuando se pronuncian los nombres se está manteniendo y honrando ese legado. La novela sucede en el siglo XX, algo que podría resultar muy lejano, pero la verdad es que es muy vigente, porque actualmente se están viviendo historias de migraciones y una guerra en Ucrania, que es el lugar de donde es su abuelo.
“Los lectores van a poder identificarse, porque no es nada más la historia de mis abuelos, es la historia de los seres humanos y de lo que se ha hecho para estar aquí el día de hoy. También es frustrante ver que existan seres como Hitler y que ahora estamos viendo a dictadores haciendo cosas horribles, atacando pueblos.
“Pronunciar el nombre significa también dar de nuevo vida, es hacer memoria para mantener vivo el legado”
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Trottner señala que, a pesar del tiempo transcurrido desde la llegada de la comunidad judía a México, persisten las mismas formas de discriminación y odio que enfrentaron entonces.
“Me entristece nuestro México de hoy porque estamos muy polarizados y me duele muchísimo ver al otro como enemigo, porque a México llegó la comunidad libanesa, española y judía, que no tenían nada y que aquí lograron hacer su vida y también enriquecieron mucho a nuestro México, pero que, de repente, se les ve como el enemigo.
“Somos un país que es una amalgama de todas estas culturas, empezando con la prehispánica y siguiendo con todo lo que vino después; hoy me duele mi México que no quiere escuchar, me duele mi mundo en el que si eres pro Palestina o eres pro Israel, entonces, eres enemigo del otro”, concluye.