Entre ondas que nos dañan

El Wi-Fi está en todas partes. Es difícil encontrar un lugar en el que los smartphones no identifiquen por lo menos una Red de Internet inalámbrico. Y, pese a que estamos muy acostumbrados a ello, la evidencia sugiere que debemos preocuparnos por lo que hay detrás.

Agustín Bocos, abogado ambientalista español, está en medio de un movimiento para eliminar el Wi-Fi de las escuelas de su país, pues argumenta que las campos electromagnéticos (EMF) podrían hacer daño a la salud e incluso interrumpir el desarrollo de los niños.

El Wi-Fi está en todas partes. Es difícil encontrar un lugar en el que los smartphones no identifiquen por lo menos una Red de Internet inalámbrico. Y, pese a que estamos muy acostumbrados a ello, la evidencia sugiere que debemos preocuparnos por lo que hay detrás.

Agustín Bocos, abogado ambientalista español, está en medio de un movimiento para eliminar el Wi-Fi de las escuelas de su país, pues argumenta que las campos electromagnéticos (EMF) podrían hacer daño a la salud e incluso interrumpir el desarrollo de los niños.

El “Bioinitiative Report”, una metainvestigación que agrupa los resultados de más de mil 800 estudios sobre los efectos negativos de EMF y las tecnologías inalámbricas, sugiere que Bocos tiene un buen punto.

De la cabeza a los pies

Preparada por 29 autores de 10 países –entre médicos, doctores y especialistas en diversas áreas– la investigación abarca los efectos posibles de dispositivos como cables eléctricos y líneas de alta tensión (campos electromagnéticos) y torres de señal celular, laptops, routers, monitores para bebé y sistemas de vigilancia (tecnologías inalámbricas).

Su finalidad es evaluar si los estándares de seguridad que fijan las leyes de cada país son suficientes para proteger a los ciudadanos y evitar un problema de salud pública. Los resultados sugieren que no es así.

En los niños, a quienes Bocos se enfoca en defender, se encontró que “hay pocas dudas de que los EMF provocan leucemia infantil”. Además, los niveles necesarios para incrementar el riesgo son mucho más bajos de los permitidos por las regulaciones internacionales.

Y en el caso de los pequeños que ya tienen la enfermedad, la tasa de supervivencia es significativamente menor si su exposición a EMF en su lugar de recuperación se encuentra “entre uno y dos milligaus (mG, la medida para estos campos) o 3mG según otros estudios”.

Para los adultos, el uso de celulares y teléfonos inalámbricos tiene un efecto negativo comprobado a largo plazo. Según el metaestudio, quienes han usado un teléfono celular por 10 años o más tienen 20 por ciento más de riesgo de tumores cerebrales. Y si lo usan en solo un lado de la cabeza, el riesgo es 200 por ciento mayor.

Diversos estudios incluidos en el reporte, hechos tanto en mujeres como en hombres, sugieren “fuertemente” que las EMF son un factor de riesgo para el cáncer de mama, específicamente en exposiciones a largo plazo a 10mG o más.

De acuerdo a la investigación, “desde hace una década hay evidencia de que las células del cáncer de mama crecen más rápido si se les expone a EMF en bajos niveles”. Se cree que es porque estas ondas disminuyen el nivel de melatonina en el cuerpo, y esta se conoce por disminuir el crecimiento de las células cancerígenas. 

Por otro lado, las EMF emitidas por los celulares también afectan la actividad eléctrica del cerebro, pero los efectos a largo plazo no se conocen porque investigaciones anteriores se han enfocado en aquellos de corto plazo.

Definir claramente las consecuencias es sumamente difícil porque no se puede hacer un diagnóstico general. Qué tanto te afectan las EMF depende de la forma de tu cabeza, desde dónde te llegan, la forma y tamaño de tu estructura cerebral, el grosor e hidratación de ciertos tejidos y otros factores.

Y aunque no se conocen los efectos por la exposición prolongada en niños, esta podría tener implicaciones serias en su salud cuando sean adultos, entre ellas menor capacidad de razonar, problemas de memoria y de control de comportamiento.

Evidencia ignorada

El asunto no es desconocido por las autoridades. De hecho, la Federal Drug Administration (FDA) de Estados Unidos ha aprobado tratamientos (para la depresión, fracturas, dolor y mejora de la cicatrización) que utilizan estas ondas, lo que significa que aceptan que tienen efectos sobre el cuerpo humano.

“Nadie recomendaría que medicinas de tratamientos médicos se dieran a niños sin ningún control”, menciona el reporte, “y la exposición a EMF es parte de la vida diaria y ocurre todo el tiempo”.

Aunque ocultarse de estas señales sería difícil, la propia tecnología podría dar una solución en un futuro no lejano. Para ocupar el lugar del Wi-Fi, por ejemplo, hemos mencionado en este espacio el Li-Fi, que utiliza ondas luminosas para transmitir información.

 

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