El vampiro, figura mitológica de todas las culturas

El vampiro, figura mitológica de todas las culturas

La tendencia a creer en eventos más allá de la muerte se manifiesta con la creación de la figura del vampiro, un ser mitológico chupador de sangre

La figura del vampiro en las diferentes culturas alrededor del mundo dista mucho del creado por la literatura y el cine.

La mayoría de las personas relacionan al vampiro con un ser envuelto en un elegante traje, alto, delgado, con labios rojos, de colmillos prominentes y suaves movimientos , sin embargo, estos seres viene en todos tamaños y colores.

La mitología que implica a seres chupadores de sangre con forma humana, lo que Bram Stoker autor de Drácula denominaba confusamente como los “no-muertos”, alcanza a culturas como la griega, judía, turca, entre otras.

En casi cualquier país de Europa, ya sea Alemania, Grecia, Francia, Inglaterra, Islandia, en Asia o en sitios de Medio Oriente como Israel e Irán o sitios de América como Estados Unidos, Brasil y México, es posible encontrar una rica tradición vampírica.

Los vampiros en el Viejo Mundo

Las historias de vampiros comenzaron a extenderse por el Viejo Continente desde Rumanía, Hungría y Serbia, aunque casi en cualquier país de Europa estaban presentes los relatos de hombres o mujeres que se levantaban de la tumba a beber la sangre de sus allegados u otras personas.

Alrededor de 1730 os relatos llegaron a oídos del papa Benedicto XIV quien se alarmó ante la probable epidemia de vampirismo que azotaba a estas naciones.

Preocupado porque la autoridad religiosa que representaba se comenzara a mermar, el papa envió una comisión encabezada por el obispo francés, Dom Augustín Calmet, para investigar al respecto.

Una documentación previa de este fenómeno fue hecha por el cura italiano Giuseppe Davenzati.

El encargo hecho a Calmet fue investigar directamente en los países de donde provenían la mayoría de los informes, distinguir entre vampiros y fantasmas comunes para realizar un informe que sería directamente entregado al papa.

Dos historias eran especialmente célebres: la de Arnold Paole y Peter Plogojowitz.

Sin embargo, los vampiros más antiguos de Europa provienen de tiempos más antiguos que el año 1700.

La mitología alemana y austriaca, la griega, la inglesa, la irlandesa, francesa, escocesa, islandesa, albanesa y rumana, contempla figuras cuyas características corresponden a las conferidas a los vampiros.

El canibalismo y la ingesta de sangre formaban parte del folclor alemán primitivo. Entre lo seres mágicos que acechaban en los bosques se encontraban el Alp, las ninfas y el Tomtin, este último evolucionó hasta ser considerado un ícono de la época decembrina: los duendes de Santa Claus. Todos ellos, eran bebedores de sangre.

Los antiguos irlandeses creían en la presencia del Dearg-Dul, una criatura hematófaga que probablemente inspiró al más famoso novelista de vampiros: el irlandés Bram Stoker.

El folclor de Irlanda está plagado de historias de vampiros, algunas inspiradas en hechos reales como la “hambruna de la papa” o Gran Hambruna Irlandesa, sucedida de 1845 a 1849.

La historia en común entre Francia y Escocia, que en algún momento se aliaron para luchar contra Inglaterra, también posee otros rasgo compartido: la creencia en mujeres sobrenaturales que se alimentan de los vivos.

Las Damas Blancas y las Baobhan Sith, eran mujeres hermosas que atraían a los viajantes, o a cualquier transeúnte, que más tarde sería hallado sin sangre en el camino.

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La tradición vampírica escandinava no esta lejos de la que primaba en la demás parte de Europa alrededor de 1700 y hasta casi 1900, pues las largas y oscuras noches disparaban la imaginación de los islandeses, quienes creían que en las sombras los acechaban los Draugr, antiguos guerreros vikingos que no gozaban del Valhala, el paraíso al que los pertenecientes a esta cultura creían que llegaban quienes morían en batalla.

Además de los Draugr, también “existían” los Haughbui.

La antigua mitología celta poseía entre sus criaturas a las Gwrach y a la Rhibyn, una combinación de hada, mensajera y vampiro que esperaban en los caminos de Gales a los viajeros, para informarles acerca de su fin y de paso, beber su sangre.

A veces las leyendas de vampiros poseen trasfondos históricos, en el caso del Sampiro, se trata de una vieja rivalidad entre naciones lo que alimenta el mito.

Debido al odio entre Albania y Turquía, los relatos sobre el sampiro se extendieron por todo el territorio albanés.

Según los oriundos de Albania, quienes nacían de padres turcos estaban destinados a convertirse en sampiros, seres sedientos de beber sangre, que proferían una especie de chasquidos, similares a besos, y andaban en altísimos tacones, mientras perseguían a sus víctimas.

Rumania, la tierra de Vlad Tepes “el empalador”, es el sitio por excelencia en donde surgen las leyendas de vampiros.

Cuando esta región, y parte de lo que hoy es Hungría, eran un mismo territorio, los vampiros dominaban la escena.

Los moroii o moraica eran brujos o brujas en vida, que al morir se convertían en “no-muertos”, seres que no estaban vivos, pero aunque carecían de signos vitales y no comían ni bebían, más que sangre, tampoco estaban muertos.

A estas contradictorias criaturas se les denominó “strigoii”, los cuales sólo podían morir tras localizárseles en su tumba, arrancarles el corazón y quemarlo. Una protección adicional era la decapitación del vampiro, además de la exposición a los rayos del sol.

Sin duda uno de los vampiros más antiguos de Europa es el Vrykolokas, un ser que subsistía a base de beber sangre.

La leyenda de los Vrykolokas griegos, y las Lamias, data de 586-587 d.C., aunque estas volvieron a popularizarse cuando el cristianismo se apoderó de Grecia.

Más allá de Europa

Las leyendas de vampiros van más allá del viejo continente, pues mientras en Sumeria y lo que hoy es Irán hallamos al Alu y al Ekimmu, en Asia, concretamente en Filipinas, las Aswang, brujas-vampiro, eran temidas incluso por quienes dormían plácidamente en su casa, pues atacaban con su larga lengua desde los tejados.

En Malasia se cree en una criatura mitológica que abona al mito del vampiro “clásico” una de sus más importantes características: el temor al sol.

En Penanggal o Penanggalan se trata de una cabeza flotante, con las entrañas colgando detrás durante su fantasmal vuelo, de mujer, que merodea por las noches en Malasia.

La Penanggal era una mujer muerta en el parto o fallecida durante su embarazo, que por envidia atacaba a mujeres en este estado.

Si su víctima lograba que la cabeza flotante se enzarzara en algún sitio hasta el amanecer, la amenaza habría terminado, pues el sol acabaría con ella.

Incluso la tradición semítica incluye a los vampiros entre sus seres mitológicos, pues creían en la existencia del “Dybbuk”, una especie de vampiro energético, que absorbía la vitalidad de su víctima con sólo encontrarse cerca.

Una referencia a esto se encuentra en la Biblia, en el pasaje 1 Reyes 1-4, en donde se relata que el rey David mejoró su estado de salud al convivir con una joven y hermosa mujer, sin mantener contacto sexual.

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América posee una rica tradición vampírica, presente en naciones como México, Brasil y Estados Unidos.

Una de las criaturas bebedoras de sangre conocida desde tiempos antiguos en México, y Puerto Rico, es el chupacabras, leyenda que oportunamente fue revivida en México durante los años noventa, durante un periodo político y económico especialmente difícil.

Esta criatura ha sido descrita de formas diferentes, a veces enorme a veces más pequeña que un insecto, sin embargo su ataque no varía, según quienes creen en su leyenda tras extraer sangre de animales o personas, su actividad favorita, las víctimas muestra una doble marca, de algo similar a unos colmillos.

Brasil posee varios tipos de vampiros, el Jarcaca, el Lobishomen y el Pishtaco, este último se caracteriza por no ser un atacante nocturno, sino preferir las horas de luz para hallar su líquido vital.

La zona rural de Rhode Island, al norte de Estados Unidos, es un sitio rico en historias de vampiros, o más bien de vampiras.

Nelly Vaughan, una joven residente de la zona en 1889, inspiró una leyenda debido a las características de su muerte y a la inquietante inscripción en su lápida “te espero y te observo”.

Aunque Nelly es la más famosa, la que inició las leyendas de vampiras en la zona fue Sarah Tillinghast, fallecida en 1776.

Nancy Young, Juliet Rose y Mercy Brown comparten características en común: eran mujeres, jóvenes, murieron poco después de los 20 años y las tres se levantaron de la tumba a acechar a sus familiares para beber su sangre.

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