El trabajo más frío del mundo

Si tienen Google a la mano, busquen "Dome C" en el Mapa. Si ven un punto solitario, rodeado de… nada, sin caminos ni calles trazadas por la aplicación de Google, no se asusten, no se trata de un error: están visualizando un remoto punto en la Antártida.

"Se traga saliva cuando le dices adiós al último avión que deja la Antártida”
"Estoy esperando poder regresar a una playa para hundir de nuevo mis pies en la arena húmeda. Si haces eso aquí, perderías los pies”
"Aquí la gente ve películas, juega a las cartas, cocina, escucha música y se relaja con fiestas ocasionales”
Alexander KumarCientífico explorador

Si tienen Google a la mano, busquen “Dome C” en el Mapa. Si ven un punto solitario, rodeado de… nada, sin caminos ni calles trazadas por la aplicación de Google, no se asusten, no se trata de un error: están visualizando un remoto punto en la Antártida.

En esa zona conocida como la Meseta Antártica se ubica la Base de Investigación Concordia, un centro permanente de investigación construido a 3 mil 200 metros sobre el nivel del mar que opera desde 2005 bajo el comando de científicos franceses del Institute Polaire Francais – Paul Emile Victor Victor (IPEV) e italianos del Programma Nazionale Di Ricerche in Antartide (PNRA).

Desde esta zona del planeta se pueden ver fenómenos impresionantes, como las auroras australes que iluminan con sus colores el cielo negro del polo sur del planeta. En este territorio virgen, la vista es increíble y la nieve lo cubre todo de blanco. Suena bien, ¿no?.

Pero antes de que busques un paquete vacacional que te lleve ahí (no hay ni un vuelo comercial), debes estar consciente de que la temperatura puede bajar hasta los -80 grados centígrados en invierno y que el calor en verano “sube” a los -20. Además, aquí se viene a trabajar en investigación científica y espacial.

Estas condiciones extremas, en uno de los lugares más remotos del mundo, es lo que llamó la atención a la Agencia Espacial Europea (AEE), sobre todo porque más o menos se asemejan a las condiciones que imperan en el vecino planeta de Marte.

Como en la Tierra, la temperatura en el planeta rojo varía. Según las mediciones que ha hecho el vehículo de exploración Opportunity, un típico día marciano en verano puede llegar hasta los 30 grados centígrados; mientras que una noche de invierno ha registrado descensos de hasta -100 grados centígrados.

Para poder enviar una misión tripulada con humanos, primero hay que superar el crudo invierno antártico, una prueba que Alexander Kumar llama como el “maratón psicológico a través del peor invierno del mundo”.

Kumar, científico explorador británico de 29 años de edad, es el doctor encargado de monitorear la salud de una tripulación multinacional de 12 personas (franceses e italianos) en Concordia, en el lugar más recóndito y frío de la Antártida.

“Desde la primera vez que vine a las regiones polares (Ártico) en 2006, me he enamorado de uno de los ambientes más prístinos y bonitos –aunque salvajes– que puedas encontrar en el mundo”, me confiesa Kumar en un intercambio de correos electrónicos que por las dificultades de conexión que tienen en esa gélida región, se retrasó por semanas.

Cuando no está ayudando a la investigación científica que podría poner al primer hombre en Marte, Kumar vive en Londres, adora los perros –tiene un Husky Siberiano, obviamente– y no deja de planear expediciones extremas. Todavía no regresa de Concordia y ya está planeando cruzar la Antártida a pie a partir de noviembre de 2014.

‘Marte blanco’

La Base de Investigación Concordia es una de las tres bases permanentes que se localizan en la Meseta Antártica, el desierto más grande del mundo. No hay nada a menos de 560 kilómetros de distancia más que la Estación Vostok, otro centro de investigación –pero operado por rusos– que junto a la Estación Amundsen-Scott (de Estados Unidos) son los tres únicos centros permanentes de investigación en la Meseta.

Kumar le llama “Planeta Concordia” porque ahí las condiciones climatológicas parecen de otro planeta, una especie de Marte pero de color blanco por la nieve. En Concordia el huso horario es el de la Costa Este de China, 11 horas adelante de la hora que tenemos en la Ciudad de México… pero eso no importa, porque la última vez que vieron el sol fue en mayo.

El equipo que trabaja en Concordia está conformado por cuatro miembros italianos, siete franceses, un ruso y un doctor británico (Kumar). Como si se tratara de un reality de supervivencia extrema, este equipo tiene que pasar 9 meses en completo aislamiento en el lugar más frío del mundo. Un avión los dejó en Concordia en febrero y no será hasta noviembre que regresen por ellos (si es que las condiciones climatológicas lo permiten).

Durante ese tiempo, la labor de Alexander Kumar es la de monitorear el desempeño de la salud de los miembros de la tripulación. Para poder ir a Marte, los astronautas tienen que aprender a vivir en condiciones de aislamiento con todos los peligros físicos y psicológicos que eso implica.

En Concordia, Kumar ha documentado cambios en el ritmo circadiano de los miembros del equipo debido a que durante cuatro meses el sol no se asoma en esa región del mundo, alterando por completo la percepción del tiempo y los patrones de sueño.

“En las primeras semanas después de que comenzó el invierno y la oscuridad llegó, teníamos nuestro propio método para medir el tiempo. Pero conforme el invierno avanzaba, nos empezamos a cansar. Nuestras rutinas fracasaron, nuestras mentes se desorientaron”, escribió Kumar en un blog de The New York Times, en donde desde hace unos meses narra regularmente su experiencia.

Algunos de los objetivos médicos y científicos incluyen el monitoreo de los niveles hormonales y cambios en el ritmo circadiano, coagulación sanguínea, patrones de sueño, impacto oftalmológico, cambios microbiológicos en relación al aislamiento y el desacondicionamiento cardíaco y neurocognitivo.

¿Internet? Si hay, pero es muy limitado. Al respecto, Kumar escribió para el sitio de BBC News: “yo diría que tal lujo en la comunicación trae un gran potencial de riesgo para tu bienestar cuando pasas el invierno en la Antártida”.

“Aquí, a pesar de nuestro limitado acceso a Internet, podemos a veces entrar a Facebook, Twitter y recibir mensajes de texto, incluso llamadas telefónicas o enlaces de video.

“Cada vez que presionamos el botón para obtener el correo electrónico, nos reincorporamos a la civilización, pero nunca se sabe cuándo ni por qué medios o con quién se verá afectado primero por una de esas bombas lanzadas desde el aire directamente en nuestras bandejas de entrada”, esas bombas a las que se refiere Kumar incluyen desde noticias desagradables de accidentes, enfermedades o muerte de parientes o amigos, hasta rompimientos amorosos a distancia (y la impotencia y desesperación de no poder hacer nada desde Concordia).

En ese limitado acceso a Internet, me pude poner en contacto con Alexander Kumar para saber más de la experiencia de estar 9 meses aislado en el lugar más frío del mundo junto a 12 personas más –de diferentes culturas–, con el fin de entender y sobrepasar los peligros que tendría para un astronauta poner un pie en Marte.

Una fría conversación electrónica

Estas son algunos de los intercambios que pude tener con Alexander Kumar, desde la Base de Investigación Concordia en el lugar más remoto de la Antártida.

Reporte Indigo (RI): No me malinterpretes, pero creo que el 99.99 por ciento de las personas diría que tienes uno de los peores trabajos del mundo bajo esas condiciones climáticas. ¿Cómo es que te interesaste?

Alexander Kumar (AK): Siempre he tenido un lado aventurero desde que era muy joven. Siempre he buscado nuevas formas para desarrollarme en el conocimiento y la experiencia.

Desde la primera vez que vine a las regiones polares (Ártico) en 2006, me he enamorado de uno de los ambientes más prístinos y bonitos –aunque salvaje– que puedas encontrar en el mundo. Apsley Cherry-Garrad, un explorador británico que sobrevivió la expedición de Robert Falcon Scott en 1910, introduce sus propias experiencias en “The Worst Journey in the World” (o “El peor viaje del mundo”) en sus palabras: “La exploración polar es a la vez la manera más limpia y más aisladajamás concebida para pasar un mal momento”. Desde que llegué aquí un periodista con el que hablé me clasificó como un “científico explorador”, y creo que ese término encaja con lo que amo impulsar nuestra comprensión de la ciencia y responder preguntas. Mi curiosidad me ha llevado a algunas situaciones de peligro, pero todavía lo hago porque soy yo y no hay que negarte cómo eres. Se traga saliva cuando le dices adiós al último avión que deja la Antártida y con ello pronto confrontas y superas la ansiedad y el miedo y disfrutas el invierno en la Antártida – es realmente uno de los viajes más grandiosos en el mundo.

RI: Para poder explorar Marte, ¿cuánto entrenamiento será necesario para preparar a la tripulación para que no “pierdan la cabeza” ?

AK: El entrenamiento es importantísimo. Al final del día, tienes que saber que puedes soportar el aislamiento, confinamiento, la separación del hogar y el hecho de que a lo mejor jamás regreses o vuelvas a tener la oportunidad de ver a tus amigos o familia de nuevo.

Cuando dejé a mi padre y mi pareja en el aeropuerto de Heathrow, en Londres, hace muchos meses atrás, supe que en el momento en que despega el avión ya no hay vuelta atrás. Los 9 meses de aislamiento que pasamos durante el invierno antártico es lo más cerca que se puede llegar a estar de una misión de ida a Marte (…) es, en mis propias palabras, un maratón psicológico a través del peor invierno del mundo.

RI: Me intriga cuando hablas de la percepción del paso de tiempo estando allá. ¿Cómo se siente estar “viviendo” días de más de 24 horas?

AK: No hay peor sentimiento, ni lugar en el mundo más solitario, que mirar a la pared con los ojos abiertos, sin poder dormir, despierto a las 4am durante el periodo de tres meses de oscuridad en el invierno antártico. Uno de los trabajos más interesantes que he leído sobre el ritmo circadiano es el que condujo Michael Siffre, un francés experto en cuevas quien ha pasado varios meses viviendo en cuevas subterráneas. Al parecer (según los hallazgos de Siffre, después de permanecer aislado por meses), un ritmo natural compartido por todos los humanos es el de tener días de 24 horas con 30 minutos. Interesantemente, esto es lo mismo que dura un día marciano. Pero Siffre también encontró que algunas personas estaban viviendo periodos de 36 horas despiertos y 12 horas de sueño. Durante el invierno antártico, es como estar atrapado en una máquina lavadora del tiempo.

RI: ¿Cómo se mantienen unidos a pesar de sus diferencias culturales? ¿Cómo lidian con el aislamiento?

AK: Ser un humano es el principal factor que hay que subrayar. Como en cualquier familia, hay amor plutónico (a distancia), argumentos, acuerdos, desacuerdos, memorias, discusiones y demás. Es extraño pensar que solo he visto a 12 personas la mayor parte de este año.

Ciertamente será extraño estar parado en una esquina de alguna calle en Londres otra vez… incluso hasta da miedo. Aquí la gente ve películas, juega a las cartas, cocina, escucha música y se relaja con fiestas ocasionales.

RI: Esto podría sonar muy tonto, pero, ¿los humanos toleramos más las temperaturas extremas frías que las calientes?

AK: He pasado mucho tiempo en el Amazonas, en el lugar con mayor humedad en el mundo, y ahora en la Meseta Antártica, con la menor cantidad de humedad en el mundo, y me he dado cuenta que de hecho la “humedad” es un factor más importante para cambiar la forma en que tratamos con el calor. Me gusta arroparme en contra del frío, pero aquí abajo “frío” se define con 60 o 70 grados centígrados menos que lo que se experimenta en el invierno del Reino Unido. Ciertamente, vivir aquí es lo más cercano que tenemos para experimentar la época glacial. Pero definitivamente soy una persona que tolera más el frío que el calor.

RI: ¿Qué es lo que más te gusta de vivir en condiciones tan extremas? Y, ¿qué es lo que más extrañas de la vida en mejores condiciones de temperatura?

AK: Me gusta que los humanos podemos adaptarnos a cualquier medio ambiente en la Tierra y a cualquier condición extrema. Extraño la lluvia –el sentimiento de estar parado en medio de, escuchar cómo cae sobre la ventana o debajo de una sombrilla. Aquí abajo el clima y el pronóstico del tiempo siempre es el mismo: “frío y gélido”. También estoy esperando poder regresar a una playa para hundir de nuevo mis pies en la arena húmeda. Si haces eso aquí, perderías los pies.

RI: En tu blog hablas sobre la importancia de los perros como “un factor (…) del bienestar de las comunidades aisladas en los días heroicos de exploración”. ¿Planeas investigar más sobre el tema?

AK: Amo a los perros y he crecido con ellos desde muy pequeño. Tengo a mi propio cachorro Husky Siberiano, a quien dejé en casa en el Reino Unido con apenas 4 meses de edad cuando llegué a la Antártida (febrero). Los perros dejaron la Antártida por 1993 –creo que fue una trágica lástima–, habían jugado un rol muy importante la historia polar y podría decirse que fueron los primeros seres vivos en el Polo Sur, empujando el trineo del explorador noruego Roald Amundsen. Estoy trabajando en un proyecto secreto ahora –una expedición épica– que podría ser una primicia mundial y podría (¡o quizá no!) involucrar perros. Tengo un gran aprecio por los perros de trineo y me encantaría tener mi propio equipo de Husky.

RI: ¿Cómo te tienes que vestir para poder sobrevivir esas condiciones de temperatura?

AK: En el verano tener varias capas es importante, así que yo escojo usar ropa Páramo que usa Nikwax (un sistema para ropa resistente a la intemperie) y un sistema unidireccional para remover el sudor, porque de lo contrario podría causar la rápida pérdida de calor del cuerpo en temperaturas bajo cero. Para temperaturas extremadamente bajas, me compré mi propio traje de expedición especial Rab –que es muy similar a vivir en un saco de dormir– pero nunca he pasado frío aquí, incluso con viento helado de -100 grados centígrados. La ropa es una consideración muy seria aquí y así como los astronautas, me toma mucho tiempo ponerme todo el traje. Ponerse el traje y salir a través de una puerta que parece de refrigerador, es probablemente lo más cercano que puedes tener a salir de la esclusa de aire para una Actividad Extra-Vehicular (EVA en inglés) de un astronauta… un aspecto más de vivir en “Planeta Concordia”, supongo.

 

Fotos: Cortesía Alexander Kumar © 2012