El romanticismo, las expectativas del cine

La fórmula de Hollywood para producir películas románticas aún está vigente, porque es un negocio lucrativo. Académicos coinciden en que este género no debería ser reproducido en la sociedad, ya que la fantasía no es la mejor opción para socializar

La mayoría de las personas buscan tener un final feliz y el cine les puede dar eso, el recuerdo de que no todo es tan malo.

En la película de Netflix, Isnt´t It Romantic? (2019), se cuenta la historia de una niña que soñaba con vivir un relato de amor verdadero, como Hollywood lo refleja en sus películas, pero su mamá le confiesa que nada de eso es cierto, ya que la vida no es tan fácil

“Despierta, Natalie, es una película. Olvida a los hombres, olvida el amor. En la vida real nosotras no tendremos nada de eso (…) No hacen películas de mujeres como nosotras, ¿sabes por qué? Porque sería tan triste que tendrían que espolvorear Prozac en las palomitas de maíz para que el público no cometiera suicidio”, es lo que le dice la mamá (Jennifer Saunders) a la niña protagonista (Rebel Wilson).

Cuando Natalie crece, convirtiéndose en una arquitecta, le queda en la memoria la fuerte creencia de que los filmes románticos eran una mentira, y trata de convencer a todos sus compañeros del trabajo para que piensen igual que ella.

Antonio Mejía, profesor de Apreciación Cinematográfica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la UNAM, explica a Reporte Índigo que el cine de Hollywood se basa en tres tipos de películas: terror, porno y romance

Este último, confiesa el académico, es seguramente el mejor negocio de todos, porque provoca que la gente llore, que derrame lágrimas de amor, un sentimiento aún más profundo que la simple simpatía de dos personas teniendo relaciones sexuales o la emoción de ver sangre.

“El objetivo del cine de romance es producir proletariado, que la gente se reproduzca y que en lugar de verlo como algo oscuro y animal, llenen su inconsciente de algo fantasioso, que es lo que las feministas llaman ‘el sueño de amor’, un sistema de relatos, de cuentos o leyendas que hacen pensar que las relaciones humanas tienen sentido, aunque no lo tengan”
Antonio MejíaProfesor de cine de la UNAM

Para el doctor Mario Buenrostro Jáuregui, del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, las películas que pertenecen al género romántico hacen que las personas que las vean de manera repetitiva confirmen, una y otra vez, que lo que están observando es lo que debe pasar en la vida real, cuando no debería ser así.

“La gente no debe ser fanática de estas películas, porque hacen que las expectativas de lo que podría ser una pareja se eleven a lo irreal, haciendo que se decepcionen continuamente, no sólo de una persona, sino de las que se vaya encontrando en el camino”, declara el doctor Buenrostro.

Aunque el profesor de la Ibero admite que las representaciones cinematográficas pueden llegar en cierto punto a exponer cómo debe ser una relación de pareja, donde hay comprensión, comunicación y estabilidad, por lo general no explican que más temprano que tarde habrá discusiones e incompatibilidades.

El también jefe del Laboratorio de Neurociencias agrega que es el cerebro el que hace creer que todo puede ser como lo refleja el cine de Hollywood; sin embargo, cuando se comienza una relación en la vida real, ambas partes deben acordar una cordialidad y un tipo de trato justo para no afectar a la otra persona en cualquier situación.

“Estas películas son mentira, no son realistas (…) Al fin interrumpen la historia porque todo lo que pasa después es un asco y nadie va a querer verlo. No es justo que las niñas las vean y crean que así va a ser la vida”, le dice Natalie a su amiga del trabajo, Whitney (Betty Gilpin).

El profesor de la FES Aragón de la UNAM, Antonio Mejía, comenta que el cine de romance se reduce a cinco simples pasos. Primero presentan a dos personas que se van a romantizar; luego, tiene que venir un conflicto para que no se enamoren ni sean felices de inmediato; posteriormente, un desarrollo del conflicto, un anticlimax, para dar a entender que esto ya no se va a resolver, y finalmente, el climax, que es en donde estará el tan anhelado final feliz.

Esta fórmula, según el profesor, fue descubierta por todos los novelistas y los teatreros y es parte de la cultura occidental con la pregunta inicial de “¿Quieres que la gente esté pendiente de tu relato? Ve manejando estos elementos”.

Mejía puntualiza que aunque la gente conoce a la perfección la fórmula de este tipo de cintas, siguen siendo muy populares, porque ayudan a cubrir necesidades. Calcula que desde hace 30 mil años, para que las personas no se suicidaran, los tres tipos de cine, en específico el de romance, ayudaban.

“Hay un público que obedece, que son los niños, los adolescentes tratan de dar resistencia a las historias comerciales, pero el adulto usa al cine como una forma de decidir cosas que antes le preguntaba a un cura o a un psicólogo, ahora el recurso es ver películas”, añade Mejía.

“La gente no debe ser fanática de estas películas, porque hacen que las expectativas de lo que podría ser una pareja se eleven a lo irreal, haciendo que se decepcionen”
Mario BuenrostroProfesor de la Ibero

En Isnt´t It Romantic?, Natalie sorprende a Whitney viendo The Wedding Singer (1998), y le reclama por verla, ya que todas terminan igual. Su amiga le asegura que este tipo de filmes la ayudan a sentirse feliz.

“—Esta película termina como todas las demás cintas románticas. La chica se queda con el chico y es como todos los finales.

—¿Eso qué tiene de malo?

—Que deberían hacerla feliz otras cosas en su vida, como la carrera por la que ha trabajado tanto.

—Pero es una comedia romántica, son las mejores. La vida puede ser muy triste, yo trato de ser feliz, veo las noticias y no me hacen sentir bien, y luego veo Sweet Home Halabama y me pong alegre”, este es uno de los diálogos de la cinta de Netflix.

Para el profesor Mejía, el cine es entretenimiento, educación e información, pero siempre hay que considerar que es un negocio y que el romance es el rey de ese segmento.