Historiador, profesor y filósofo, François Hartog lleva décadas estudiando cómo es que las personas perciben el paso del tiempo

El historiador François Hartog reflexiona y comparte su visión acerca del tiempo

Historiador, profesor y filósofo, François Hartog lleva décadas estudiando cómo es que las personas perciben el paso del tiempo y la mitología que hay alrededor, lo que ha dejado plasmado en el libro Cronos. Cómo Occidente ha pensado el tiempo, desde el primer cristianismo hasta hoy

La cita era a las 16:00 horas en una terraza techada; sin embargo, antes de la hora marcada, el académico y teórico François Hartog apareció por la puerta del recinto, sin fanfarrias ni pleitesías, en una tarde de inicios de otoño.

De porte casual, con pantalón y saco azul marino y una camisa más clara, el hombre de 76 años de edad se presentó ante Reporte Índigo para conversar acerca de Cronos. Cómo Occidente ha pensado el tiempo, desde el primer cristianismo hasta hoy, libro publicado por Siglo XXI Editores en el que hace un análisis extenso y con precisión sobre cómo observa la gente el pasar de los minutos, los días, las semanas, los meses y los años.

Más de dos décadas han pasado desde que el profesor se ha dedicado de lleno a este estudio. Todo comenzó, porque él siempre se había cuestionado el ahora, el presente, que ha ido cambiando a la par de las corrientes dogmáticas y religiosas del momento, además de la cultura y la sociedad que la conforman.

Para el profesor de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales en París, Francia, una nueva era comenzó a partir de los años 70, porque no era el futuro, pero tampoco era la era moderna, de la industrialización que ocurrió a principios del mismo siglo, Hartog define que ahí comenzó el presentismo

“Esa era la manera de diferenciar la nueva época de la previa, que había determinado cómo sería el futuro. Este fenómeno, por supuesto, es complejo y todo es muy esquemático, pero me gusta estudiarlo, tratar de comprenderlo”, se sincera el maestro francés.

Algo que a Hartog le gusta observar y hacer evidente, pese a que sea una reiteración, es que tal como lo dijo Albert Einstein el tiempo es relativo, lo que también aplica para los individuos: pese a que podamos encontrarnos en un mismo lugar o circunstancias la percepción siempre será diferente.

Por ejemplo, en una secuencia de la película de El gran pez (2003), de Tim Burton, el personaje principal, Ed Bloom, siente que el tiempo se detiene cuando ve a lo lejos a la que quiere que sea su esposa, pero cuando intenta alcanzarla todo transcurre demasiado rápido y, pues, he ahí que el tiempo es relativo. El académico considera que sí hay un patrón que puede ser un puente entre la realidad y la ficción o viceversa.

“De la metáfora de la que hablas, si esta se hubiera hecho hace tres siglos, tal vez, esa idea del tiempo hubiera sido ridícula, pero mira, si nos fijamos en cómo es ahora el presente, es demasiado predominante que todas nuestras experiencias alrededor del mundo son instantáneas, como el teléfono en el que ahora grabas esta entrevista, todo transcurre rápido, son 15 minutos y después volverás a esta grabación y podrás detener una vez más el tiempo”, reflexiona el catedrático.

Otra creencia de François Hartog es que ya casi nadie usa un reloj de pulso; mientras lo comenta apunta y muestra su pequeña máquina del tiempo con manecillas en su muñeca marca Longines; él considera que se ha perdido la idea de una cita puntual, de solo acordarla bajo palabra.

“Parece que cinco minutos antes la gente no sabe dónde nos encontrará y, entonces, recurrimos al teléfono para precisar y estar detrás del otro para mandar un mensaje de ‘hey, ¿dónde estás?’. La tecnología es muy impresionante, pero nos esclaviza ahora a otra forma del tiempo o a olvidar lo que es el tiempo en sí mismo”, comenta, entre risas nerviosas.

Los pensamientos de François Hartog

La imaginación y el tiempo han hecho durante siglos uno de los mejores cocteles literarios de la ciencia ficción, desde donde se desprenden historias sorprendentes como De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, o también La máquina del tiempo, de H. G. Wells.

Hartog revela que no se ha sumergido a profundidad en este género literario, más allá de los ejemplos que son de culto, pero cree en que más allá de este género literario es muy complejo pensar en la hipótesis de que los viajes en el tiempo sean posibles.

“La mejor ciencia ficción fueron reflexiones de su momento y había esta fantasía de viajar en el tiempo, pero es una configuración imposible la de brincar entre el pasado, el presente y futuro. Estoy seguro de que la ciencia ficción hoy en día, en los últimos 20 o 25 años, es diferente de lo que existió antes y, probablemente, el futuro es menos brillante en cuestión de esperanza, de cómo era mucho antes, ahora su tono es más triste y ve hacia la catástrofe”, describe el autor.

El historiador claramente tiene un dominio del tiempo consciente, de su realidad en la vida consciente, pero ¿qué hay del mundo onírico? A François Hartog se le cuestiona sobre qué ocurre en sus sueños, ¿acaso ha tenido conversaciones con el mismísimo Cronos, dios del tiempo? El maestro comenta que tal vez su respuesta no sea tan interesante como podría pensarse.

“Sueño, por supuesto, como todos, pero no me interesan mis sueños realmente, todavía me pasa que sí logro despertar y recordar lo que sueño, pero creo que ahora estoy demasiado viejo para prestarles atención. Para contestarte la pregunta, los sueños no son una parte activa, por lo menos de mis reflexiones personales”
François HartogEscritor

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