El eterno enemigo del Papa Francisco

La semana pasada murió –a los 92 años– León Ferrari, uno de los artistas conceptuales más importantes de Argentina de la segunda mitad del siglo 20. 

Ferrari fue y será el eterno rival de Jorge Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco, cuyo nombramiento como máxima autoridad católica le pareció "un horror".

Las obras provocadoras de Ferrari, con mensajes anticlericales, escandalizaron durante décadas a la Iglesia Católica y a los sectores religiosos más conservadores. “Siempre digo que le debo la fama a Bergoglio”, decía en tono de burla. 

"Siempre digo que le debo la fama a Bergoglio”
León Ferrari Artista argentino

La semana pasada murió –a los 92 años– León Ferrari, uno de los artistas conceptuales más importantes de Argentina de la segunda mitad del siglo 20. 

Ferrari fue y será el eterno rival de Jorge Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco, cuyo nombramiento como máxima autoridad católica le pareció “un horror”.

Las obras provocadoras de Ferrari, con mensajes anticlericales, escandalizaron durante décadas a la Iglesia Católica y a los sectores religiosos más conservadores. “Siempre digo que le debo la fama a Bergoglio”, decía en tono de burla. 

Entre las obras más conocidas del polémico artista porteño, fundador del Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles, están “La civilización occidental y cristiana”, que muestra a un Cristo crucificado sobre las alas de un avión de guerra estadounidense durante la guerra de Vietnam, y “Madonna desnuda frente a Juan Pablo II”. 

También destacan las portadas intervenidas del diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, otra de sus creaciones artísticas que le valieron el León de Oro de la Bienal de Venecia, en el 2007, en una exposición retrospectiva de su obra. 

Pero fue en el 2004 cuando el maestro León Ferrari tuvo su mayor disputa con la Iglesia, gracias a estas y otras piezas de su acervo pictórico, como esculturas de Vírgenes en botellas de vidrio y frascos con preservativos con la imagen de Juan Pablo II, que al ser expuestas en el Centro Cultural Recoleta, en Buenos Aires, pusieron en jaque al poder eclesiástico. 

El entonces cardenal Bergoglio calificó a la muestra como una “blasfemia”, pues hacía una “burla a los valores religiosos y morales de los argentinos”. La controversia fue tal, que la exposición llegó a parar en manos de la justicia y fue clausurada por “lesionar” el “sentimiento religioso”. 

Ferrari, sin pelos en la lengua, arremetió contra la Iglesia por los “delitos que cometió en la Argentina y en otras partes”.

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