El complot mongol y la pinche intriga internacional

Sebastián del Amo, director de la película basada en el libro homónimo de Rafael Bernal, busca en el quehacer fílmico un cine desenfadado, que se tome menos enserio lo retratado a cuadro y que pueda competir contra las grandes producciones que inundan la cartelera nacional

Sin caer en pretensiones, de calva al descubierto y lentes de pasta, es como Sebastián del Amo se presenta, no tiene empacho en revelar que su nueva producción “El complot mongol” costó 26 millones de pesos y pasó por momentos difíciles al levantar el proyecto, además de que tuvo encima la presión familiar del difunto autor Rafael Bernal al adaptar el libro del mismo nombre al cine .

Para Del Amo el gusto por esta novela del espionaje mexicano comenzó desde su adolescencia, se encariñó con el personaje de Filiberto García por su esencia tragicómica y fue rumiando durante décadas el sabor que soltaba la ficción, confiesa que incluso desde antes de rodar “Cantinflas” (2014) ya buscaba el financiamiento para el ahora largometraje estelarizado por Damián Alcázar.

“Por puro hobby hice un cómic de ‘El complot’ sin afán de publicarlo, por ahí lo tengo, sirvió acaso como antecedente del storyboard y justo cuando presenté ‘El fantástico mundo de Juan Orol’ en el Festival de Guadalajara del 2012, yo ya llevaba bajo el brazo ‘El complot mongol’ al encuentro de coproducción para encontrar un financiero”, comenta en entrevista para Reporte Indigo.

“El complot mongol” es la primera película que Del Amo produce de su mano, llega a cines el 18 de abril y cuenta con la participación de Bárbara Mori, Eugenio Derbéz, Xavier López “Chabelo”, entre otros actores nacionales.

“Afortunadamente logré tener muchísimo control y eso fue en buena medida la razón por la que me decidí a dar ese paso (de producir). Por este proyecto pasaron tres productoras que las terminé despachando”, dice entre risas Del Amo.

El cine que realiza el director nacido en Francia “por accidente”, pero mexicano de sangre, está convencido que debe de ser irreverente, quitarle la solemnidad de la que estamos acostumbrados, romper con el discurso narrativo, por eso se atreve a que el judicial corrupto Filiberto García, quiebre cuarta pared y hable directo a cámara.

“Creo que la voz en off le daba demasiada solemnidad al personaje que no quería, el hecho de que García le hable directamente al espectador sin ningún tipo de distracción o de que el cinéfilo reciba en primera persona la información que le dan las otras personas a García, hace que haya una cierta complicidad”, enuncia el cineasta.

“El complot mongol” se encuentra ubicada en 1963, la Unión Soviética esparce el rumor de que la China comunista pretende asesinar al presidente John F. Kennedy en un viaje a México y Filiberto García es encomendado de manera secreta a indagar de si este plan es más que un simple chismorreo internacional.

 

Arriesgar más en el cine

Del Amo cree que el llamado “Cine de autor” está encasillado, sugiere que se deje de estereotipar y se debe de impulsar entre los consumidores del séptimo arte, así como el cine comercial debe abandonar su zona de confort actual.

“Todo este cine mal llamado ‘Cine de autor’, que es demasiado intelectual, que desgraciadamente tiene poco o nulo impacto por su mercado natural que es el mexicano, o que muchas otras películas que sí logran tener una distribución pero que es muy marginal, lo que hay que hacer es popularizar ese cine para que se consuma y el cine comercial, lo que hay que hacer es darle mayor propuesta en lo visual y lo estético, arriesgarse a hacer películas de otros géneros”, explica.

Ir más allá de las comedias románticas, de las fórmulas probadas, es lo que sugiere Del Amo, quien con sus producciones sale tanto de lo convencional, pero tampoco es independiente, se encuentra en un camino intermedio.

“Es una cosa que siempre he intentado, actuar en inglés o en francés es ‘to play’ o ‘jouer’, que luego se traduce al español como jugar, entonces claro que hay un espíritu lúdico en el hecho de vestirse de mayitas y ponerse a hacer Hamlet, ¡Obvio, claro! Entonces separarse de eso me parece un desacierto, al contrario creo que vivimos jugando, que mejor que seguirlo haciendo”.

 

Fanzines como inspiración

El film noir clásico es tomada por Del Amo como inspiración, pero en lugar de usar el blanco y negro, juega con las composiciones a colores, utilizando una mezcla de cálidos y fríos que le dan un sobresalto a la imagen, además de la composición visual lograda con los lentes de la cámara.

“Como no podemos hacer fotográficamente la película en blanco y negro, que es una de las características del cine noir clásico, intentemos hacer ese mismo contraste llevándolo al color, entonces agarramos evidentemente la paleta de color del barrio chino, que son verdes, rojos y amarillos, asignándole un color a cada uno de los personajes”, comparte Del Amo.

El estilo literario del que se destilan las historias de espías, tiene connotaciones que se fueron haciendo símil a los fanzines, el cómic, esto lo recuerda Del Amo y fue como incorporaron elementos estereotipados que están directamente en la novela de Bernal.

“’El complot mongol’ viene de este universo de la literatura pulp, de la postguerra, que de ahí nace Ian Fleming con el 007, esta idea de que el Barrio Chino es un común lugar misterioso donde la gente se gana la vida de una manera no muy legal”, agrega.

 

Filiberto el ñoño

Del Amo recuerda que la esencia del policía Filiberto García le gustó desde sus primeras lecturas, tiene un carácter dual contradictorio que le da un nivel de sátira, que además le hace identificarse al lector.

“Constantemente estás leyendo lo que García piensa, que no corresponde en absoluto con lo que piensa y lo que hace, de pronto piensa unas burradas como ‘pinche Martita está buenísima’ o ‘pinche licenciado está borracho’, o de pronto en la intimidad de la lectura te das cuenta que García, lejos de este aspecto de hombre duro y de acción otoñal, en realidad es bastante cursi y hasta ñoño y eso lo hace un personaje cordialmente muy encantador”.

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