El Centauro del Norte sigue vivo
A 141 años de su nacimiento, el general Francisco Villa es un referente y una inspiración de la lucha campesina y del interés por mejorar la educación en el país
Fernanda MuñozPasaron ya 141 años de que José Doroteo Arango Arámbula naciera, en San Juan del Río, Durango. Este personaje, mejor conocido por su sobrenombre, Francisco Villa, es aún recordado por familiares y funcionarios, pero más, por los civiles mexicanos.
Debajo del Monumento a la Revolución y en compañía de la banda de guerra de la Secretaría de la Defensa Nacional, Villa y Betancourt estuvo compartiendo palabras en honor a su abuelo, frente al público que decidió acudir al homenaje que el gobierno de Durango le ordenó preparar, por sus 141 años de natalicio y sus próximos 96 años de fallecimiento, el 20 de julio.
Francisco Villa y Betancourt agradeció que se estuviera conmemorando a un hombre que luchó para que los campesinos, “hermanos de casa, como él les decía”, fueran los dueños de la yunta, de la tierra, del agua, de la siembra, de sus cosecha y naturalmente de su jacal.
“El nombre de Doroteo Arango suena para los duranguenses como un apelativo familiar, pero el nombre de Francisco Villa hace resonar a la tierra, a la metralla o al cañón que aún reclaman la justicia, la igualdad y la patria que se esfuerza por estar a la altura de un México desafiante, sin sumisos ni desigualdad”, resaltó.
Además, Villa y Betancourt destacó que el ejemplo que los mexicanos deben tomar de su abuelo es que éste ofrecía su desvelo para prepararse a vivir un futuro inmediato, pero a la vez incierto, todo en favor de los suyos, del pueblo en el que vivió y por el que siempre lucho, México.
Francisco Villa, quien no sabía leer ni escribir, sino hasta que fue adulto, se dice que sólo leyó en toda su vida el libro de Los Tres Mosqueteros, pero, aún así, dándose cuenta de la ignorancia con la que cargaba, entendió que la educación debía ser algo primordial para le gente, para sus compatriotas.
En ese sentido, el descendiente del general Villa dijo que, actualmente, la educación sigue siendo uno de los más grandes problemas del país, a pesar de lo que luchó su abuelo. “Francisco Villa es un héroe nacional que, junto a otras esfinges de nuestra grandiosa historia, contribuye al marco y dolor que sigue identificándonos”.
Sentenció, además, que la figura del general Villa es la del hombre sobre su caballería, mirando al horizonte señalando al futuro, “una figura que nos motiva a luchar como él, en la cabalgata, para alcanzar nuestros ideales personales y nacionales”.
Por otra parte, Eugenio Villa y Betancourt, nieto también del general, comentó en entrevista con Reporte Índigo que, como cada año, los familiares tratan de reunirse para recordar a su abuelo, de quien aún guardan algunos objetos valiosos.
Palabras de honor
No sólo algunos de los nietos del general fueron citados para recordarlo, sino también funcionarios, como la representante del gobierno de Durango en la Ciudad de México, la ingeniera Azucena Triana Martínez, quien habló de la vida y obra de Francisco Villa, “el Robin Hood del pueblo”.
“Los mexicanos no hemos sido capaces de darle a Francisco Villa un lugar preciso en el altar de la historia patria, su evocación todavía nos incomoda, porque revive el fantasma de un carácter violento y de una alma justiciera”, dijo.
Francisco Villa le robaba a los más adinerados para que sus compatriotas tuvieran alimento. En ese sentido, no se entendía por qué Francisco I. Madero lo nombró uno de sus más leales hombres en Durango y Sonora; sin embargo, según la funcionaria, tal vez esto se debió a que el “Centauro del Norte” cumplía con las cualidades de un caudillo tradicional.
También, la funcionaria recordó el valor que Villa le tenía a la educación, y en ese sentido destacó que, gracias a él, en Chihuahua, cuando habían 40 mil habitantes, él mandó construir 50 escuelas. “Las escuelas fueron una obsesión para él y frecuentemente se le oía decir ‘hoy pasé por tal y tal calle, vi a un grupo de niños, pongamos ahí una escuela’, detalló.
“Las balas que le dispararon el 20 de de julio de 1923 en una emboscada, al cruzar el puente Guanajuato, en Parral Chihuahua, no lo mataron, lo convirtieron en leyenda”, finalizó.