Nacahue: Ramón y Hortensia, una historia de amor dividida por el lenguaje

El amor frente a las barreras del lenguaje

La puesta en escena Nacahue: Ramón y Hortensia, una adaptación de Romeo y Julieta, hablada en español y en cora sin ningún tipo de subtítulos, invita al espectador a sentir y a escuchar la música de la lengua indígena y a entender a los personajes desde lo sensorial

Sobre el escenario se va tejiendo una historia de amor dividida por el lenguaje. Por un lado está Ramón, un hombre que habla cora (náayeri) y por el otro Hortensia, una mujer huichol que habla español; sus diferencias son muchas, pero más son sus ganas de estar juntos.

De eso va la puesta en escena Nacahue: Ramón y Hortensia, una adaptación de Romeo y Julieta, de William Shakespeare, al mundo de los indígenas. La nueva versión rescata el mismo conflicto de los dos amantes que pertenecen a mundos distintos, pero que deciden seguir adelante y apostar por el amor del uno al otro.

Dices palabras que no conozco pero es en tus ojos que encuentro entendimiento. Entonces, ¡Qué importa! Sigue hablando, sigue hablando...Amar es construir con el otro un nuevo idioma
Frase de la obra Nacahue: Ramón y Hortensia

En este caso no se trata de dos familias que tienen un odio arraigado como en el caso de la original, sino que aquí existe un miedo infundado por generaciones entre dos pueblos a los que se les han enseñado que son seres de temer.

“A partir de una investigación que hicimos con varias aristas, decidimos que íbamos a trabajar sobre el miedo; además, un porcentaje importante de la obra está hablado en lengua cora, por lo que los actores memorizaron algunos textos, tuvieron una asesoría sobre la lengua. Ramon y Hortensia no se entienden, pero deciden intentarlo desde otro lugar, ya que la palabra no es la vía”, explica Juan Carrillo, director del montaje y de la compañía Los Colochos Teatro.

Este tipo de trabajos es una de las líneas que la compañía teatral ha estado trabajando desde hace tiempo, el buscar hacer versiones de clásicos shakesperianos y ponerlos en contextos nacionales para conseguir una reinterpetación y una relectura de los mismos.

“Este proyecto empezó con una adaptación de Macbeth que titulamos Mendoza, que era en un contexto revolucionario y ahora estamos jugando con un contexto indígena y tenemos en puerta otros más”, dice.

Juan Carrillo es nayarita y desde que era niño convivió, no de manera cercana, con comunidades indígenas que bajaban a su ciudad por cuestiones de comercio, por lo que para él no era extraño ver a personas portar el traje de los huicholes o escuchar el habla de los coras.

Confiesa que nunca entendió esa otra lengua, pero desde ahí comenzó una inquietud por saber más de esas culturas y hace tres años puedo hacer una visita a la sierra por medio de una asociación civil donde conoció a Ramón y a Hortensia, él cora y ella tepehuana. Ambos le hablaron de las diferencias del lenguaje y sobre cómo lo llevaban, además le narraron anécdotas y así nació la idea de este proyecto, que tomó otro giro un poco en su honor y por la inspiración.

“Las imágenes, esos paisajes tan enormes, las artesanías y el clima fueron referentes para llegar a una estética. Usamos la cultura como un pretexto para nosotros entender la relación humana, no es un proyecto que quiera ni pretenda ni pueda reivindicar nada, en todo caso nos valemos de intentar hacer esa visibilización”, asegura Carrillo.

Un escenario con lenguaje artesanal

Para este montaje, la compañía buscaba que la escenografía habitara todo el espacio, pero que además fuera un tanto onírica, basándose en esas artesanías que son hechas de hilos y que tienen formas impresionantes, lúdicas, exuberantes y muy fantasiosas, porque responden a la interpretación plástica de los sueños de los viajes del peyote.

“La artesanía textil fue una inspiración muy grande. Se hace literalmente una especie de tejido sobre el escenario que en varios momentos se levanta y esos listones lo atraviesan desde el techo hasta el piso, haciendo formas diversas y abstractas que nos remiten a la sierra, a un campo desolado y a un río. Jugamos con una abstracción visual para hablar de espacios muy concretos, esa era nuestra búsqueda y el dispositivo escenográfico va cambiando para generar distintas atmósferas y los actores van manipulando como si tejieran su propio espacio, lo mismo que van tejiendo su propia historia”, afirma el director.

Este formato invita al espectador a experimentar durante 100 minutos con una percepción distinta, a sentir y a escuchar la música de la lengua indígena y a entender a los personajes desde lo sensorial, además de permitir a la audiencia entender y disfrutar la obra desde la emotividad, lo visual y el tono.

El uso de la lengua para ellos es un objetivo muy concreto en términos de lo que están buscando actoralmente, por lo que uno de los retos era preguntarse qué pasa si el público no entiende.

“No le pondríamos subtítulos, porque entonces ya solucionamos lo que el actor tiene que arreglar con su interpretación”, opina Carrillo.

Los Colochos Teatro reconoce que Nacahue: Ramón y Hortensia no es un trabajo antropológico ni didáctico, pero sí es una oportunidad para hablar de las relaciones humanas y del miedo a lo diferente

El montaje se presentará en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque del el 27 de junio al 21 de julio del 2019.

#SinLasComunidadesNo

Juan Carrillo considera que en el caso de la nueva colección de Carolina Herrera, Resort 2020, sí hay una apropiación cultural, porque hay algunas inspiraciones que son totalmente un plagio.

“Nosotros compramos y mandamos a hacer el vestuario, los sombreros y las plumas con artesanos nayaritas. Queríamos meter esa cosmovisión sin ninguna reiterpretación”, asegura.

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