Pedro Friedeberg se inspira en todo lo que mira a su alrededor y que en las ciudades del país o en cualquier lugar del mundo. Foto: Especial

El ‘absurdo’ poético de Pedro Friedeberg; visita su exposición en la galería Maia Contemporary

Fiel a su estilo minucioso que remite a movimientos disruptivos como el surrealismo, el dadaísmo o el arte abstracto, el artista de origen italiano presenta Hipnerotomagia, una muestra con trabajos inéditos que tienen raíz en la poesía del sinsentido y el humor

“Hay poesía en los elementos absurdos”, afirma el artista mexicano Pedro Friedeberg al presentar Hipnerotomagia, su nueva exposición. Las preguntas de los medios caen como cascada, mientras él, sentado sobre una “silla mano” de color dorado, responde pacientemente.

En una de las obras de la sala se puede leer “Feria mundial de la acupuntura y otros unicornios” y sobre el mensaje, en el mismo lienzo, se erigen escalinatas de tonalidades grises que recuerdan los trabajos más representativos del grabador neerlandés M. C. Escher, conocida influencia del también diseñador.

De frente a este cuadro, se encuentra uno firmado en 2023 que muestra imágenes de la cultura popular reproducidas en diversas proporciones como si se tratara de muñecas rusas, de modo que en el mismo espacio conviven ilustraciones de superhéroes, animales y criaturas fantásticas; todas armoniosas y multicolor.

Pedro luce tranquilo, incluso alegre, al hablar de su trayectoria y del movimiento con el que por décadas se le ha relacionado: el surrealismo. Cuenta que se inspira en todo lo que mira a su alrededor y que en las ciudades del país o en cualquier lugar del mundo “hay mucho que ver”.

“Puedes salir a la calle y ver un perro sarnoso, un pordiosero o una señora millonaria peinándose en un salón de belleza. Lo mismo que agarrar un libro en cualquier página y encontrarse, por ejemplo, con un caballo e interpretarlo en 12 distintos colores y en 12 distintas formas, es como añadir imágenes a la riqueza visual”, explica al señalar una de sus pinturas en donde parece acontecer una carrera de equinos psicodélicos.

El artista nacido el 11 de enero de 1936 recuerda que en sus obras, siempre impregnadas de color y detalles, no utiliza ninguna tonalidad verde porque sería un exceso a la vista, solo equiparable, dice, con el famoso mercado capitalino de la Lagunilla.

Hipnerotomagia puede visitarse hasta el 19 de marzo en la galería Maia Contemporary, ubicada en Colima 159, en la colonia Roma Norte, en la Ciudad de México

El recorrido

El maestro, como le llaman todos los presentes al integrante del grupo de Los Hartos y amigo cercano de Mathias Goeritz, camina hacia una de las tres salas de la galería y posa para las cámaras, detrás de él hay casi una decena de cuadros que representan el estilo único desarrollado en más de 60 años de carrera por un Pedro Friedeberg aún activo que se resiste a ser encasillado en una sola corriente artística.

Sin embargo, al mostrar las características de las obras expuestas, el artista señala que el surrealismo es eterno y cita pasajes bíblicos.

Adán y Eva es una propuesta surrealista, ¿por qué tiene que andar un hombre con una hoja de parra en el sexo con una mujer que va a ser la mamá de toda la civilización y que va a procrear a dos hijos que se van a matar el uno al otro? Todo eso es surrealismo total”, comenta.

El creador de la icónica silla con forma de mano en la que los dedos sirven de respaldo y reposabrazos anda de un lugar a otro, inquieto por detallar cada cuadro, pero la curiosidad de los presentes busca otras respuestas como saber qué opina del deceso de Alan Glass, referente del movimiento surrealista en México, quien murió el 16 de enero pasado; o si está listo para su propia partida. “Lo vemos el Día de Muertos, con un pan”, bromea.

Del dadaísmo al arte ‘aburrido’

En entrevista con Reporte Índigo, Pedro Friedeberg subraya que el arte que se hace en la actualidad es aburrido porque carece de propuestas.

“Todo el mundo cree que debe expresar algo, pero a muchos no nos interesa lo que quiera expresar cualquier otra persona, no vale la pena”
Pedro FriedebergArtista

Además, comenta que sin lo absurdo, sin lo ridículo, lo súper inteligente y lo súper tonto no existiría la vida, pues son la base de todas las cosas, y las equipara con una deidad.

De ahí la relevancia del humor en su producción plástica y escultórica.

Afirma que las experiencias oníricas y surrealistas no están divididas sino entrelazadas, porque hay sueños que son muy realistas, terribles, pero los sueños más agradables son los que están llenos de improbabilidades.

La historia señala que el pintor Salvador Dalí, otro símbolo del surrealismo, aseveró que no volvería a México porque no soportaría estar en un país más surrealista que sus pinturas; respecto a esta descripción del territorio nacional, Friedeberg asegura que sí, que las y los mexicanos son surrealistas porque son impuntuales, se contradicen, y hay ausencia de disciplina como en el dadaísmo.

“Que es la base del surrealismo, los primeros dadaístas querían regresar a la ignorancia total, a la tontería. El libro Alicia en el país de las maravillas es la biblia de esos movimientos”, puntualiza.

Camino a la Hipnerotomagia

El título de la exposición surge de uno de los libros predilectos del artista, llamado Hypnerotomachia Poliphili, y escrito en 1499 por Francesco Colonna. “Un relato onírico con personajes arquetípicos y detalles obsesivos sobre la arquitectura, el paisaje y el vestuario”, menciona la descripción de la galería.

El curador Alejandro Sordo indica que la muestra hace referencia a “curarse con un sueño de amor” al explicar que toda la producción tiene el mismo trasfondo: la literatura, la belleza de la aritmética, el teatro semiótico, la geometría sagrada, entre otros símbolos.

Por lo que los principales criterios de selección responden, principalmente, a la estética, a lo inédito de las obras y al guion curatorial que es experimentar la exhibición como una ensoñación.

En el caso de las esculturas, el colaborador del artista cuenta que la “mano silla”, la piedra filosofal y la representación de unas escaleras con una casita, todas ellas pintadas en color crema, fueron parte de un sueño que él tuvo y le planteó a Friedeberg, quien aceptó a continuar así la muestra.

“La mayoría de estas obras las he visto cómo las ha hecho, desde que las trazó por primera vez, la parte de la perspectiva, cómo va añadiendo elementos, completando las atmósferas, decidiendo los colores, hasta que las firma. Para mí es siempre un placer verlas en conjunto dialogando entre ellas”, concluye.

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