Da Vinci, la leyenda continúa

A 500 años de su fallecimiento y 567 de su natalicio, el artista italiano sigue vigente para la sociedad mundial; demostró que independientemente de la época en la que se encuentre una persona, puede visualizar el futuro sin dificultad alguna

Leonardo Da Vinci es un ejemplo de que la inmortalidad existe. En su época, el Renacimiento, aún no había toda la tecnología ni la ciencia necesaria para darles impulso a los inventores como él; sin embargo, eso no lo detuvo para imaginar y crear objetos que en un futuro la sociedad pudiera hacer realidad.

El académico Mario Monroy Santos, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la UNAM, comenta que Leonardo Di Ser Pierdo Da Vinci tenía un cuaderno de siete mil 200 páginas con notas y garabatos de sus posibles inventos y cómo podían llevarse acabo; algunos se construyeron, pero no tuvieron éxito debido a la falta de materiales o herramientas en ese momento

Entre los trazos que su pluma dibujó aparece el helicóptero y la cámara oscura, antecedente de la cámara fotográfica; así como un planeador, un paracaídas, un traje de buzo, algunos cañones y también imaginó grúas. Además, sus páginas delataron que tenía vocación para la arquitectura, al haber bocetos de edificios y puentes.

Monroy Santos explica que fue la etapa del Renacimiento la que le dio la oportunidad a Leonardo Da Vinci de realizarse en las bellas artes, pues, según explica, ésta fue una fase social donde se le permitía a los hombres crear nuevas maneras de percibir el mundo y la vida, nuevas concepciones de cómo dejar el Oscurantismo y vivir una etapa más libre. El hombre de esa época ponía sus propias leyes y reglas.

“Ahí entra Leonardo, con toda la oportunidad de querer conocer, absorber el mundo y podérselo explicar a la gente, pero además de crear tanto obras artísticas como de ingeniería y de arquitectura”, comenta el profesor.

Leonardo Da Vinci también estuvo interesado en la fisonomía humana, compraba cadáveres y los diseminaba con el objetivo de desquitar su curiosidad sobre cómo era el ser humano por dentro, y no sólo estudiaba la piel, los músculos y los huesos, sino que le interesaba la función que tenía cada uno de ellos.

Para sus pinturas, Da Vinci creó pigmentos y nuevas maneras de poner en una pared la preparación para los frescos. Uno de sus más grandes descubrimientos fue la técnica del sfumato, la cual le permitió hacer más reales a los personajes.

Detrás del genio

Leonardo Da Vinci era disléxico, bipolar, tenía déficit de atención; sin embargo, ninguna de esas características detenía su mente artística y creadora, la cual sigue siendo alabada y homenajeada por miles de personas a nivel mundial.

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El profesor de la UNAM asegura que cuando su padres, un notario de renombre y una campesina, decidieron separase, Leonardo se quedó hasta los cinco años con ella, pero debido a que se volvió a casar y tuvo más hijos, se lo entregó a su padre.

De niño, Da Vinci solía dibujar todo lo que estaba a su alrededor, ríos, árboles y animales. Cuando acudió con su padre, éste se dio cuenta de que su hijo tenía intereses en dicho campo, por lo que, a los 16 años ingresó a un taller en donde aprendió las bases artísticas.

“Pero su gran capacidad es lo que le permitió ver más allá que sus compañeros; aunque vio cómo estaba su época, quiso adelantarse a ella”, asegura Monroy.

Gracias a las bases que aprendió en el taller, el pintor Andrea del Verrocchio lo recibió en su estudio para enseñarle lo que sabía. Con el paso del tiempo, el alumno había superado al maestro. Leonardo Da Vinci pintó El ángel, cuadro que Verrocchio consideró tan perfecto que decidió no pintar más y dejar que fuera su discípulo el que se encargara de los trabajos que le ordenaban. Pero Da Vinci quería más.

A través de una carta, le pidió al Duque de Milán que le diera trabajo. Le aseguró que era arquitecto, pintor, ingeniero y dibujante. Pero, a pesar de las cualidades que se había adjudicado, recibió un empleo de cocinero y músico.

Leonardo Da Vinci no dejó de ser un artista autónomo y siguió pintando y dibujando durante toda su vida, hasta 1519, cuando perdió la vida a los 67 años. El profesor Monroy Santos considera que entre los retratos más significativos de Leonardo aparecen La Madona (1490), La Virgen de las Rosas (entre 1483 y 1486) y San Juan Bautista (1513).

Por otro lado, Monroy destaca que el cuadro de La última cena (entre 1495 y 1498) y La Gioconda (1503), son en definitiva las dos piezas clave del genio de Da Vinci. La primera pieza, según el académico, fue la vanguardia de toda la pintura hasta su momento, mientras que la también llamada La Mona Lisa representa el alma del pintor.

“La Gioconda fue una pintura que le encargó Francisco de Gioconda a Da Vinci, le pidió que pintara a su esposa Giraldi de Gioconda; nunca se la entregó, pero Leonardo cargaba con este retrato hasta el fin de sus días, la retocaba. Si uno parte por la mitad la pintura, vamos a darnos cuenta que de un lado se ve a una mujer y del otro a un hombre, justo como lo era él”
Mario Monroy SantosAcadémico de la UNAM

Para el académico de Teoría y Métodos de la Comunicación, de la FES Aragón el legado más valioso que Leonardo Da Vinci le dejó al mundo es que si una persona tiene pasión, perseverancia y un amor al conocimiento, llegará a ser un súper hombre como lo sigue siendo hasta ahora el gran Leonardo Da Vinci.