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Los juguetes no duran toda la vida, pero la imaginación sí. Este 30 de abril es una oportunidad para regalarle a los niños un boleto a nuevos mundos. 

Aunque los libros tienen cierta “mala fama” entre los mexicanos, Estela Ramos, editora de Infantil de Planeta México, cree que los adultos pueden contribuir a que los menores le tomen gusto a la lectura.

"Si seguimos leyendo un libro no es porque nos guste juntar una letra con la siguiente, sino porque tenemos curiosidad"
Estela Ramoseditora de Infantil de Planeta México

Los juguetes no duran toda la vida, pero la imaginación sí. Este 30 de abril es una oportunidad para regalarle a los niños un boleto a nuevos mundos. 

Aunque los libros tienen cierta “mala fama” entre los mexicanos, Estela Ramos, editora de Infantil de Planeta México, cree que los adultos pueden contribuir a que los menores le tomen gusto a la lectura.

“Un libro no es diferente de una película. Si seguimos leyendo un libro no es porque nos guste juntar una letra con la siguiente, sino porque tenemos curiosidad, porque queremos saber qué va a pasar”, dijo en entrevista. 

Ramos considera que es muy importante no esperar a que ellos sean capaces de leer por sí mismos, sino situarlos poco a poco en este ambiente de fantasía.

“Como experiencia personal, te diré que yo cuando empecé a leer fue por eso, porque me contaban historias y yo quería saber cómo terminaban”, agregó.

Además de este tipo de experiencias, también ayuda que las personas que rodean a los menores pongan el ejemplo.  “Que el niño vea al padre leer, siempre ayudaría”, afirma la editora. 

Con o sin ‘dibujitos’

Las novedades recomendadas por Planeta son: la línea de los “Misterios del Instituto Lovecraft”, de Charles Gilman; la de “Eric Valente”, Michael Gerard Bauer de y la del “Lotus Club”, de Kyla May. La primera trata sobre los oscuros secretos de un colegio, la segunda sobre las aventuras de un niño con exceso de imaginación y la última está conformada por los diarios de cuatro amigas que comparten sus gustos y obsesiones. 

Los últimos dos libros “parecen cuadernos escritos por niños” y están acompañados de muchas ilustraciones, mientras que los de Gilman “se parecen más a un libro de adultos”.

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