Crítica ‘Capone’: Tom Hardy y una película deprimente, horrible y detestable

Querido, cinéfilo: las opiniones vertidas en La Cinemágora no representan la perspectiva del medio. Esta crítica de 'Capone' NO CONTIENE SPOILERS

En su juventud, Al Capone se acostó con varias prostitutas. Durante una época en la que no existían preservativos, el gangster más famoso de la historia contrajo la sífilis. Capone, del cineasta estadounidense Josh Trank (Los Cuatro Fantásticos, 2015), ofrece un vistazo al ocaso de la vida del delincuente.

Así, con un puro que le cubre casi toda la boca, Tom Hardy interpreta la decadencia y, más que cualquier cosa, la demencia del mafioso quien en sus últimos meses de vida tenía la mentalidad de un niño de 12 años.

Con un elenco formidable compuesto por Matt Dillon, quien hace dos años interpretó al asesino serial del danés Lars von Trier, y Linda Cardellini, protagonista de La Llorona de Michael Chaves, Capone es la tercer película del despreciado cineasta Josh Trank.

¿DE QUÉ TRATA CAPONE?:

La historia se centra en los últimos momentos de Al Capone, quien tras ser liberado después de diez años en prisión se refugia en su mansión de Miami, Florida, en un estado de decadencia y afectado por una sífilis mal tratada que le ocasionó daños cerebrales.

LO MALO: SU DIRECCIÓN Y TRAMA

Se decía que Josh Trank no podía caer más bajo que con su película de Los Cuatro Fantásticos, que no sólo se llevó el menosprecio de los críticos sino también de los fans. Era falso. Con Capone pareciera que el director de cine se reta a sí mismo.

Y es que desde la dirección del largometraje, Trank se exhibe a sí mismo con escenas sin color ni energía, sin cohesión entre actores y actrices, con un manejo de cámara que llega a ser exhausto para el espectador y con una historia revuelta rayando en lo psicodélico.

El ritmo lento es a propósito en Capone. Y, con ello, se pretende estampar una naturaleza introspectiva a la película. Ya que el personaje de Tom Hardy divaga entre sus recuerdos y la realidad en su mansión donde es un desahuciado sin remedio.

Esta falta de cadencia y abundancia de reflexión es tolerable cuando se acude a la cinta con la mentalidad previa de mirar una obra, en su mayoría, contemplativa y sin avance ni trama.

Por esa razón, el filme no se olvida de acumular sin sentido símbolos alrededor del mafioso, del cual no se tiene claro qué piensa y percibe durante sus últimos días sobre la Tierra.

El ocaso de Al Capone es dibujado, entonces, terriblemente a causa de esta pobre dirección, un manejo de cámaras muy poco convincente y una historia que tiene demasiados cabos sueltos por lo que deambula sin rumbo alguno.

Es hasta el final de la película que el sentido de la misma se entiende como una interpretación abierta de Josh Trank hacia Al Capone, más que un largometraje serio y biográfico con tintes históricos.

Fuera de eso, Capone cae tan bajo al ser imprecisa en casi todas sus escenas y con secuencias que podrían llegar a interpretarse, también, como mera ficción.

LO BUENO: TOM HARDY

La caracterización de Tom Hardy como Al Capone es espléndida y demuestra la capacidad del equipo de maquillaje. Pero, la actuación del inglés se acentúa en los momentos críticos de la película.

Por ello, Hardy es lo rescatable del largometraje de Trank al mostrar una voz rasposa típica de un gangster de aquellos tiempos y expresiones similares a las de un desahuciado.

RECOMENDACIÓN: 0 ESTRELLAS DE 5 (NO LA RECOMIENDO NI A MI PEOR ENEMIGO)

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