Crimen en tiempos de redes

Pueblo chico, consecuencias grandes. Steubenville es un pequeño poblado en Ohio de apenas 18 mil habitantes, con un estadio con capacidad para albergar a la mitad de la población que cada semana vitorea a sus héroes locales: los adolescentes jugadores de futbol americano de Big Red. 

"El caso fue una experiencia aleccionadora de cómo los adolescentes se comportan cuando el alcohol está presente y en la manera en que graban cosas en las redes sociales, tan frecuentes hoy en día”
Thomas LippJuez
Este crimen es una fuerte llamada de atención para evaluar el por qué del desapego moral de algunos jóvenes que son capaces de realizar este y otro tipo de crímenes, con el cinismo suficiente para compartirlo en sus redes sociales

Pueblo chico, consecuencias grandes. Steubenville es un pequeño poblado en Ohio de apenas 18 mil habitantes, con un estadio con capacidad para albergar a la mitad de la población que cada semana vitorea a sus héroes locales: los adolescentes jugadores de futbol americano de Big Red. 

Pero lejos de que la atención nacional e internacional esté puesta en Steubenville por un asunto deportivo, desde diciembre de 2012 el poblado es noticia gracias a un terrible caso de violación a una adolescente de 16 años, crimen perpetrado –y, por increíble que parezca, difundido en redes sociales por los mismos agresores– en agosto pasado por las estrellas deportivas Ma’lik Richmond (16 años) y Trent Mays (17). 

Ambos ya fueron condenados y serán internados en un centro de menores. 

En esta historia no solo conviven elementos propios de un caso de violación, como lo son las posturas machistas (la glorificación del atleta “intocable”, la justificación inexplicable del crimen y hasta el ataque a la víctima), también   el uso de las redes sociales, el rastreo digital de pruebas y hasta el involucramiento de los “hacktivistas” de Anonymous jugaron un papel protagónico en la historia. 

Y mientras los medios se indignaban por el grave problema de violaciones en la India, al interior de Estados Unidos surgía otra historia más de adolescentes ligados a conductas antisociales, esta vez desinhibidos no solo por el alcohol, también por el uso de Twitter, Instagram, Facebook y el envío de imágenes a través de mensajes de texto.

Para ejemplificar hasta dónde ha llegado el nivel de descomposición social de una parte de la juventud estadounidense, en Chardon, Ohio (a tan solo dos horas de Steubenville), un joven de 18 años fue sentenciado a tres cadenas perpetuas por ser el autor confeso de un tiroteo escolar en febrero de 2012 que dejó sin vida a tres estudiantes en una preparatoria. 

“La mano que jaló el gatillo que mató a sus hijos ahora se masturba en su memoria. Váyanse a la mierda todos ustedes”, dijo con una increíble perversidad T.J. Lane, de 18 años de edad, mirando a los padres de las víctimas mientras les mostraba el dedo índice, portando una playera blanca con la leyenda “ASESINO”. 

Este caso se resolvió un día después de que los jóvenes de Steubenville, también en el estado de Ohio, fueron encontrados culpables por la violación de la chica de 16 años; por ser menores de edad, quedarán sujetos a la correccional de menores hasta cumplir la mayoría de edad que en Estados Unidos es de 21 años. 

C@so resuelto

En una era en la que las redes sociales no solo nos sirven para mantenernos comunicados o informados, sino que también se han convertido en una especie de diario gráfico –y público– de nuestras vidas, lo sucedido en Steubenville ha sentado un precedente en la prosecución de un delito ventilado inconscientemente en Internet. 

Después de ser protagonistas en el triunfo de Big Red en su segundo partido de la temporada, la noche del 11 de agosto de 2012 pintaba para ser un sábado de celebración y fiesta para las estrellas adolescentes Ma’lik Richmond y Trent Mays.

No es de extrañar que a pesar de las restricciones legales, el acceso al alcohol –y a las drogas, aunque en esta historia al parecer no figuraron– son un hecho en fiestas masivas a esta edad. 

Inmadurez, alcohol, presión social, protagonismo, machismo, un torcido sentido del humor, una completa incapacidad para discernir entre lo que está bien, lo que está mal y lo que representa una violación, más una cultura de capturar y compartir todo a través de la cámara de un smartphone –”incluso comportamiento repugnante, posiblemente criminal”, como reflexionó una nota de The New York Times–, fueron factores que se combinaron para el inefable acto que se desarrollaría durante esa noche. 

Mientras ambos chicos usaron sus dedos para penetrar sin su consentimiento a la joven en más de una ocasión, otros comentaban con una ligereza inexplicable lo ocurrido a través de redes sociales. Posts en Twitter y Facebook, fotos en Instagram y algunos videos compartidos a través de servicios de mensajería instantánea comenzaron a circular mientras la chica estaba evidente y extremadamente intoxicada por el alcohol. 

“Un día después, un miembro de la familia en el pueblo le compartió a los padres de la chica las imágenes perturbadoras: una fotografía subida a Instagram en donde su hija se veía inconsciente en una fiesta y un video en YouTube de un exjugador de béisbol de Steubenville hablando de una violación”, dice la crónica de The New York Times que fue publicada a mediados de diciembre de 2012.

Y si la historia se tardó tantos meses en captar la atención de los medios nacionales, en gran parte fue porque el pueblo se dividió entre aquellos que se montaron en la negación de creer que las estrellas de Big Red fueran capaces de eso, al mismo tiempo que atacaron a la víctima y en casos más extremos los justificaron, y los que por miedo a represalias no denunciaron ni opinaron sobre el tema. 

Pero la historia se pudo reconstruir gracias a la labor de investigación digital de Alexandria Goddard, una bloguera de 45 años de edad que escribe sobre crímenes en su sitio. 

Goddard usó el sentido común: supo del crimen y de inmediato buscó los nombres de los miembros del equipo de Big Red para rastrear su actividad en redes sociales, tomó screenshots y utilizó la memoria cache de Google para poder rastrear publicaciones que habían sido borradas. 

En el camino surgieron tuits como “La canción de la noche definitivamente es Rape Me (viólame, en español) de Nirvana” o “Algunas personas merecen ser meadas”, que incluso fueron “retuiteadas” por los mismos agresores.  

Según The New York Times, la policía local confiscó un total de 15 teléfonos celulares y dos iPads que fueron analizados por un experto en cibercrimen del Buró de Investigación Criminal de Ohio, en donde se encontraron dos fotografías en donde la joven agredida aparece desnuda.  

El caso llamó la atención de una facción del grupo de “hacktivistas” de Anonymous, quienes pudieron recuperar el video completo en el que aparece el exjugador de béisbol, Michael Nodianos, bromeando sobre la violación. El video tiene una duración de 12 minutos y en donde se puede escuchar un repertorio de “bromas” perturbadoras como: “Está demasiado violada… su vagina está tan seca como el sol”. 

Lo ocurrido en Steubenville es una fuerte llamada de atención pero no para revisar las configuraciones de privacidad de las redes sociales, sino para evaluar el por qué del desapego moral de algunos jóvenes que son capaces de realizar este y otro tipo de crímenes, con el cinismo suficiente para compartirlo a través de su Instagram, Facebook o Twitter. 

Anonymous pone la lupa

“KnightSec”, una facción dedicada específicamente a casos de violaciones dentro de la agrupación de “hacktivistas” de Anonymous, se involucró de lleno en el caso el 1 de enero de 2013. Luego de demandar una disculpa pública de quienes participaron en la violación, un día después liberaron un video de 12 minutos en el que se puede ver a un joven bromeando sobre lo ocurrido, en lo que parece ser solo minutos después de que la chica fue violada. 

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