Con casi 21 mil palabras, este libro explica mejor el amor que ninguno otro

Cantar de los Cantares es uno de los libros de la Biblia y del Tanaj.

“El alma nos es robada en el amor”, dijo Víctor García de la Concha, filólogo español y director honorario de la Real Academia Española, al citar el Cantar de los Cantares de Salomón.

Ninguna escritura explica mejor el amor, como esta obra literaria de la Edad Media, específicamente la edición traducida por Fray Luis de León, expuso.

El exdirector del Instituto Cervantes cruzó el Atlántico para “poner el broche a una larga vida entregada a la universidad y a la academia”, con su investidura como doctor honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México.

En la víspera ante alumnos y académicos, dictó la conferencia “Fray Luis de León y el Cantar de los Cantares en la encrucijada de la modernidad”, en el Aula Magna Fray Alonso de la Veracruz de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL).

García de la Concha citó a Lope de Vega cuando refirió a las casi 21 mil palabras que componen al Cantar de los Cantares de Salomón, “como lo mejor de nuestra lengua”, y evocó un fragmento: Béseme de besos de su boca; /que buenos [son] tus amores más que el vino./ Al olor de tus ungüentos buenos/ [que es] ungüento derramado tu nombre;/ por eso las doncellas te amaron.

“Todo el humanismo nace de la traducción. Fray Luis de León era más valiente en esta actividad que sus homólogos, extrae todo el jugo poético de un libro del eros humano… Es entonces en él que la filología se hizo estética y la estética religión”, resaltó.

Viaje al Cantar

El director de la Real Academia Española por 12 años hizo un tránsito verbal en el tiempo por el Cantar de los Cantares de Salomón, como él mismo pronunció: a corteza de letra, con palabras desnudas y la sola declaración del sonido de éstas.

“Todos los Cantares están llenos de interrogantes, pero éste es un cántico de amor universal, un poema de amor conyugal, alegoría de las nupcias, con palabras preñadas de un sentido oculto”, describió.

A Fray Luis de León le fue solicitada la traducción por su prima, la monja Isabel de Osorio. En 1561 le pidió “una traducción literal”, y al terminarla, un “inquisidorcillo” propagó las copias manuscritas, y una de éstas incluso tuvo como paradero México, relató.

Diez años después, la Santa Inquisición le declara la guerra abierta, “y no podían echarle el guante”, única frase coloquial que el excelso académico de la palabra pronunció sin reparo.

“En 1576, cuatro de siete jueces lo condenan al tormento, pero el Santo Oficio lo disuelve después; empero, sería hasta 1798 cuando se publicó formalmente la traducción”, precisó.

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