Come grasas saturadas… balanceadas

Todos hemos escuchado lo terrible que es comer mantequilla por las grasas saturadas que contiene. Se ha dicho que estas provocan enfermedades cardiacas y que causan obesidad. Esta creencia ha llevado a la población a inclinarse a consumir productos que no las contienen. Y a los expertos a recomendar que se eviten casi por completo.

Consumir grasas saturadas es esencial para producir ciertas hormonas, transportar vitaminas, absorber minerales y otros procesos biológicos
http://youtu.be/3OATSNs4tN4

Todos hemos escuchado lo terrible que es comer mantequilla por las grasas saturadas que contiene. Se ha dicho que estas provocan enfermedades cardiacas y que causan obesidad. Esta creencia ha llevado a la población a inclinarse a consumir productos que no las contienen. Y a los expertos a recomendar que se eviten casi por completo.

Pero de acuerdo a Aseem Malhotra, especialista en cardiología del Hospital de la Universidad de Croydon, en Londres, son las grasas trans las que hacen daño (que se encuentran en alimentos procesados, que se  preparan con aceites vegetales parcialmente hidrogenados, entre ellos margarinas, galletas y papas fritas).

 Investigaciones recientes indican que este tipo de grasas pueden ser nocivas para la salud, mientras que las saturadas “son un caso distinto”, pese a que durante las últimas décadas, han sido desprestigiadas a favor de otros alimentos, tales como los que contienen azúcar, en lugar de grasas trans.

Según el experto, la evidencia científica muestra que la disminución en el consumo de este tipo de grasas ha incrementado el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Malhotra señala que desde los años 70, cuando se encontró una relación entre los males coronarios y la concentración de colesterol –y por lo tanto el consumo de grasas saturadas– en el cuerpo, se ha creído que debe consumirse menos de ellas, pero recuerda que “correlación no es causa”.

Es decir, que el hecho de que un colesterol alto tenga que ver con los males del corazón, no significa que incluir cierta cantidad de grasas saturadas en la dieta sea la causa de ellos.

Idea errónea

Las recomendaciones a partir de los años 70, han coincidido en que las grasas saturadas deben conformar menos del 10 por ciento de las calorías ingeridas en un día.

Esta propuesta, según Malhotra, supone que la reducción del colesterol LDL puede disminuir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Y que este proviene de las grasas saturadas.

Sin embargo, explica el experto en una publicación en el British Medical Journal, existen dos tipos de colesterol LDL. El tipo A, que viene de estas grasas y que no es el que provoca estos males, ya que el verdadero culpable es el tipo B, o colesterol LDL de partículas densas, que responde al consumo de carbohidratos.

De hecho, argumenta Malhotra, estudios recientes “no han podido apoyar la existencia de una asociación entre la ingesta de grasas saturadas y el riesgo cardiovascular”, sino que “se ha encontrado que esta puede protegernos”.

Un factor importante que debemos considerar es de dónde provienen las grasas saturadas que consumimos. 

Por ejemplo, los lácteos, aunque las contienen, también traen consigo altos niveles de vitamina A y vitamina D. La deficiencia de esta última vitamina se ha ligado a un riesgo mayor de mortalidad por causas cardiovasculares.

Malhotra también señala que un alto consumo de lácteos incrementa la concentración de ciertas proteínas que disminuyen la incidencia de diabetes en los adultos.

Otra fuente de grasas saturadas que ha sido criticada es la carne roja. Pese a ello, el especialista menciona que la carne procesada es la que realmente presenta un problema, debido a la cantidad de nitratos y sodio que se usan como preservativos en esta.

Grasa  no es igual a obesidad

Parte de la mala fama de la grasa proviene del hecho de que tiene más calorías por gramo que los carbohidratos y las proteínas. Pero Malhotra menciona en su  publicación en el British Medical Journal que diversos científicos han hecho estudios que prueban que esto no es un problema.

Estos resultados se reafirman con un estudio reciente de la revista científica Journal of the American Medical Association, que demuestra que una dieta baja en grasas provoca una disminución en el consumo de calorías y mayor resistencia a la insulina cuando se le compara con una dieta baja en carbohidratos.

Una de las razones que menciona es que la industria de los alimentos ha compensado la extracción de la grasa –y por lo tanto del sabor– de la comida incorporando azúcar, un posible causante de males metabólicos.

¿Aspirina para el corazón?

Nueva evidencia contrarresta la creencia que indica que tomar una aspirina diaria, a partir de los 50 años, tiene efectos positivos en el sistema circulatorio y puede prevenir ataques al corazón.

Este medicamento reduce la densidad de la sangre, por lo tanto, disminuye el riesgo de que se formen coágulos en el cuerpo causando infartos. Algunos estudios incluso sugieren que puede prevenir ciertos tipos de cáncer.

Pero el Servicio Nacional de Salud (NHS) de Estados Unidos publicó los resultados de una investigación al respecto, que determinó que existe un “delicado balance” entra los beneficios del adelgazamiento de la sangre y el peligro de hemorragias cerebrales o estomacales.

Por ello sugiere que se evite el consumo injustificado de la medicina, por lo menos hasta que exista más evidencia a su favor. Sin embargo, admite que para las personas con alto riesgo de sufrir un mal provocado por coágulos sería bueno continuar el tratamiento. “Los riesgos están balanceados muy finamente y por ahora no hay evidencia suficiente para sugerir que una persona sana la tome”, explica Aileen Clark, quien encabezó la investigación.

Vacuna de doble propósito

La inyección contra la influenza podría tener un beneficio adicional, de acuerdo a un estudio publicado en la revista médica JAMA.

Los investigadores concluyeron, tras evaluar a más de 6 mil 400 pacientes, que es posible que pueda disminuir el riesgo de sufrir enfermedades del corazón, después de analizar datos de cinco pruebas clínicas sobre vacunas y estas enfermedades.

Encontraron que una vacuna anual contra la influenza estaba asociada a un menor riesgo de infartos, ataques al corazón y otros males cardiacos. De hecho, la influenza está relacionada a un aumento de ellos, aunque no se conoce la razón.

En la investigación, los pacientes que no tenían historial de este tipo de problemas disminuyeron su riesgo en 36 por ciento si recibían la inyección, y el promedio de todos fue una reducción de 19 por ciento.

 

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