Cuando la vida es cine

El despertar del capitalismo, el derroche de marcas y consumibles de la Unión Americana y el sueño de que McDonalds podía estar al alcance de cada niño en el mundo, eran ideas reflejadas en el cine que Estados Unidos exportaba en sus producciones fílmicas.

Al menos eso es lo que el estado rumano tenía en mente cuando estas películas intentaban llegar a su nación comunista, y entonces los excesos, las malas palabras y las provocaciones eróticas eran censuradas para no dar ideas a sus ciudadanos.

El despertar del capitalismo, el derroche de marcas y consumibles de la Unión Americana y el sueño de que McDonalds podía estar al alcance de cada niño en el mundo, eran ideas reflejadas en el cine que Estados Unidos exportaba en sus producciones fílmicas.

Al menos eso es lo que el estado rumano tenía en mente cuando estas películas intentaban llegar a su nación comunista, y entonces los excesos, las malas palabras y las provocaciones eróticas eran censuradas para no dar ideas a sus ciudadanos.

Y absolutamente todos, todos los filmes que llegaban al país de manera ilegal, eran doblados por una sola voz femenina, tras una pantalla y un micrófono en una oficina con un escritorio y una taza de café.

La historia a profundidad de cómo es que este país vivió bajo el yugo de la ignorancia y se les prohibía ver cintas –a menos de que se contara con una videocasetera importada por el mercado negro– de confección estadounidense, es develada en “Chuck Norris vs. Communism”, documental que se encuentra disponible en plataformas digitales.

A través de dramatizaciones y narraciones de personas que estuvieron dentro y cerca del movimiento insurgente de importar los contenidos audiovisuales y doblarlos al rumano, es que se cuenta esta realidad que parece sacada de un mundo distópico.

Curiosamente, imágenes del largometraje “1984”, basado en el texto homónimo de George Orwell, en donde en el estado ficticio de Oceanía gobierna el Gran Hermano, son parte de las dramatizaciones del documental, donde amigos y familiares se reúnen por igual en la sala de un departamento frente a una pequeña televisión, la cual llegaba a costar lo mismo que un auto último modelo de aquella década.

Pero la gran protagonista de la vida real y el documental es Irina Nistor, la mujer detrás de la voz que dobló más de 3 mil títulos de manera clandestina, por el pago de 200 leus.

Más allá del suceso histórico y de cómo Rumania vivió bajo opresión durante décadas, el mensaje que transmite “Chuck Norris vs. Communism” es que miles de rumanos que veían en la ilegalidad películas de acción, drama y comedia estadounidense, fue gracias a esas imágenes que les permitieron soñar con un mejor país a futuro.

Ellos vieron vida a través del cine, y con el paso de los años en 1989, lograron la revolución rumana y la caída del comunismo en el país que se mantuvo autoritario desde 1965.

Entonces La vida ¿es cine?

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