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Caricaturista, la vida tras un dibujo

Con el surgimiento de nuevas herramientas para expresar la opinión pública, esta profesión se ha ido a la baja. Sin embargo, el contacto con las personas les hace sacar su mejor arma: el humor

La caricatura es la interpretación visual de una protesta oral. Sus creadores, las personas con dotes en la ilustración que agregan a ello comedia, doble sentido y sátira, realizan uno de los productos más solicitados en algunas publicaciones escritas y con las personas que anhelan tener un retrato hecho a mano.

Los dibujantes permiten que sean sus creaciones las reflejen el intelecto que ellos poseen detrás de la hoja.

Aunque se piensa que las caricaturas son hechas por personas que nacieron con mano divina, tanto el caricaturista, ilustrador y humorística gráfico Román Rivas como el señor Fernando Flores, dibujante en el Parque de Chapultepec, juran que es la práctica la que hace al maestro.

“No creo que esto sea un don divino. Lo que pasa es que hay personas que se vuelven especialistas en ciertas cosas, como con el futbol, la música, la literatura o en este caso, en lo gráfico. Es simple y sencillamente porque nos gusta y nos concentramos tanto en hacerlo que nos volvemos algunos mejores que otros”, dice Román Rivas a Reporte Índigo en las instalaciones del Museo de la Caricatura.

Don Fernando Flores Marcial, de 71 años y quien lleva dibujando 48, asegura que los tres factores que hacen a una persona experta en su trabajo son: la práctica, la competencia y la economía.

“Cuando yo daba clases de caricatura, de dibujo y pintura, había en especial dos alumnos, uno muy bueno y otro no tanto. Resulta que le empecé a pedir al no tan bueno muchos pedidos, le daba más atención y lo corregía. El alumno bueno se dio cuenta y empezó a entregarme lo mismo, perfeccionó su trazo y se hizo mejor de lo que era. Necesitaba la competencia”, recuerda el caricaturista.

Y agrega que a él muchas veces le preguntan que por qué empezó a dibujar. “Yo lo hice por razones económicas, pero ya ahorita sólo pido que la gente se vaya contenta con su retrato y listo, que no me echen pelea”, dice don Fernando, pausando cada palabra, mientras ve a la persona que está duplicando en papel.

El origen de un artista

Para Jean-Jacques Rousseau, escritor, pedagogo y filósofo del siglo XVIII, “el arte no es una descripción o reproducción del mundo empírico, sino una superabundancia de emociones y pasiones”.

Don Fernando nació en Tlaxcala, Puebla, y llegó a la Ciudad de México cuando tenía 15 años. A pesar de que en su familia no contaba con ningún dibujante, él decidió lanzarse a la aventura y cuenta que su vida como caricaturista no fue como lo esperaba.

Mientras que don Fernando perseguía a un joven dibujante para que fuera su maestro, Román Rivas descubría que los cómics y las creaciones de un joven “Quino” y “Rius” eran obras que él quería realizar.

Román conoció los géneros caricaturales como la crítica, el dibujo, el humor, el retrato, la historieta y el cartón político de manera autónoma, mientras que Flores se alimentó de ello gracias a cursos a los que asistía mientras trabajaba en una mueblería, tratando de llevar dinero a su casa.

Después de ser despedido de la mueblería a la edad de 38 años, don Fernando decidió ir a bares a probar suerte dibujaba retratos. Nunca se imaginó que 30 años después haría lo mismo pero para parejas, niños y adolescentes que bromean y le reclaman las exageraciones de su representación al carbón.

“La caricatura no refleja lo que ve el caricaturista, sino lo que opina de la persona. A pesar de que es un dibujo, es más una opinión en sí”
Juan TerrazasDirector del Museo de la Caricatura

Al respecto, Román Rivas asegura que “la caricatura no debe de ser complaciente, sino que debe ser desmadrosa, explosiva, humorística, sino no es caricatura, es una complacencia”.

El dibujante platica que su género favorito es el humor gráfico porque es más difícil.

“El cartón de humor clásico tiene más perdurabilidad, más vigencia y mucha mayor calidad. Es una especie de obra poética. El cartón político es temporal. Aunque no es fácil, cualquiera lo hace”
Román RivasCaricaturista
“Hay una diferencia entre el humor y el chiste. El chiste raya incluso hasta en lo vulgar y el humor mueve a la reflexión”, enfatiza Román, autor del libro Metahumorfosis.

Cuando las personas ven la obra

Juan Terrazas asegura que la gente vive un impacto visual de primer momento cuando ve su retrato. “Cuando ve la caricatura y sonríe, ya dijo todo”.

Este arte surgió en México de la influencia francesa y una interpretación del sentir popular mexicano, es decir, es una mezcla del diálogo tradicional con morbo, que ha perdurado hasta nuestros tiempos.

Don Fernando cuenta que aunque ya casi no existen los dibujantes en Chapultepec, a las personas les atrae mucho las caricaturas que ven colgadas porque anhelarían tener una. “Todos las quieren porque lo que nosotros hacemos es como una fotografía, pero desde la perspectiva de otra persona. Y por eso también mucha gente no se anima. Aunque hay personas que les causa risa y morbo ver sus defectos o virtudes en papel, a otras les parece una grosería, pero incluso así nos piden hacérselas, por curiosidad”, expresa don Fernando, quien admite que sólo se ha hecho un autorretrato y fue cuando tenía 45 años.

Un oficio mal pagado

El director del Museo de la Caricatura dice que el ser caricaturista ya no es un oficio bien pagado porque no se compara con lo que recibían en los años 90 y principios del siglo XXI. Por ello, estos artistas deben saber desarrollar su oficio en otras áreas.

También comenta que el profesional del dibujo no debe sólo criticar por criticar. “El caricaturista no debe dibujar denuncias. Debe dibujar algo humorístico con lo que al gente sonría y que también reflexione”, sentencia.

Román y don Fernando coinciden con el Terrazas; el primero dice que el caricaturista se puede hacer sin necesidad de un medio, por lo que él se ha desarrollado en la autoedición, en participar en concursos y hacer retratos, género que le pagan de manera inmediata.

“Ahora lo que estamos haciendo es multiplicarnos en otras facetas. Por ejemplo, en el diseño, en la caricatura personal, promover historietas y cómics, en asistir a aperturas de empresas que te invitan a dibujar en vivo. Nuestro reto es saber cómo hacerle para publicar caricaturas y que te las paguen y no sólo que se publiquen, porque eso lo pueden hacer todos en sus redes, pero ¿quién te las va a pagar?”, finaliza Terrazas.