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Más allá del cabaret

“La piel envejece, pero el alma no”, es lo que pregona la Princesa Yamal a cuadro en el documental “Bellas de noche” dirigido por María José Cuevas, y de sus años de éxito como vedette, solo queda el recuerdo para la mujer de casi siete décadas de edad.

Amorosa con quien se acerque a saludarle, de lentes Ray-Ban, blusa negra escotada

“¿Qué te puedo decir de lo que vivimos? Yo no le envidio a nadie porque todo lo tuve (…) Tuvimos muchos regalos, admiradores, enamorados, pero mira ahora en la actualidad ¿dónde están los enamorados? ¡Estamos solas!” 
Princesa YamalExvedette
https://youtu.be/eoQT_B19ToM

“La piel envejece, pero el alma no”, es lo que pregona la Princesa Yamal a cuadro en el documental “Bellas de noche” dirigido por María José Cuevas, y de sus años de éxito como vedette, solo queda el recuerdo para la mujer de casi siete décadas de edad.

Amorosa con quien se acerque a saludarle, de lentes Ray-Ban, blusa negra escotada y pantalón holgado con animal print, la actriz de origen argentino posa ante la menor provocación, siendo parte de su naturalidad sencilla ya que dice tener alma de niña todavía a su tercera edad.

“La belleza es efímera, se va, pero lo que queda son tus sentimientos, tu don de vida, tu ser de amor, porque yo vivo en el amor”, exclama feliz Yamal en entrevista para Reporte Indigo.

A poco más de 30 años de distancia, el cine de ficheras fue en su momento el ojo del huracán en opiniones, siendo elogiado por la clase popular mexicana y mal visto entre sectores moralistas del país, sin embargo es con “Bellas de noche” que se reivindica al género de vedettes ante las nuevas generaciones.

“Hay un precio a veces muy alto que pagar, para tu considerarte o que te sitúen como una bella de noche. Nosotras cinco, las que estamos compartiendo nuestro testimonio, admitimos nuestros errores y nuestros aciertos”, comparte también Olga Breeskin ante la cámara del medio.

El documental, que tuvo su estreno en la onceava edición de Ambulante, al fin llega al circuito comercial de cines en México, después de haber recorrido festivales internacionales en ciudades como Toronto, Telluride, Amsterdam y hacerse acreedora a reconocimientos como el Premio al Público en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos.

Pero lo más interesante de “Bellas de noche” según Breeskin, es que se da una mirada a la intimidad de lo que sucedía detrás de los escenarios y antes de cada presentación o de cada show, “yo no tenía el valor de confesarlo, de admitirlo o de compartirlo”.

‘Cambié el violín por un bikini’

Dejó todos los excesos atrás, de la bancarrota y las adicciones resurgió cual ave fénix y ahora el coro de “Todos queremos ver a Olga” se cambia por el de la fe y la religión cristiana para la que alguna vez fuera vedette nocturna.

Olga Breeskin admite que su error fue dejar su talento musical de lado para empezar a salir en paños menores y disfrutar de las mieles del éxito y lo que eso conllevó a la larga, una vida de alcohol, drogas y prostitución en la alta sociedad mexicana.

“El error que yo pagué para vedetear y ser bella de noche fue guardarlo en un baúl (el violín) y lo cambié por un bikini (…) y el violín regresa a la Breeskin, con una faceta diferente, que es tocando música cristiana”, pronuncia.

Para Breeskin fue difícil enfrentarse a la cineasta y develar su realidad, por lo que hubo un momento que tuvo miedo a platicar a cuadro, pero lo enfrenta sin tapujos.

“Yo no tenía nada más que un violín, y viejito, que nadie quiso ni en la casa del empeño por 20 dólares. Entonces decirle ‘mira esta ropa que estás viendo María José, es prestada, estos zapatos son prestados, era como, mucho, en una sola entrevista, y me metí al baño a chillar”.

Dueñas del deseo

Yamal se sabe como el deseo sexual de millones de mexicanos en su época dorada, y ante eso se despierta un halago del recuerdo para la mujer argentina.

“¿Qué te puedo decir de lo que vivimos? Yo no le envidio a nadie porque todo lo tuve (…). Tuvimos muchos regalos, admiradores y muchos enamorados. Pero mira ahora, en la actualidad, ¿dónde están los enamorados, dónde están todos? ¡Estamos solas!”, rompe entre risas la artista.

De esta provocación y actitud sugerente, Breeskin argumenta que eso es lo que se buscaba en ese momento, “con los bikinsitos, es lo que queríamos con la trompita paradita y es lo que queríamos con el dedito en el comercial del Hotel Continental”, recuerda de su éxito transitado por la pantalla chica en México.

“Era lucirnos, sentirnos bonitas, deseadas por todos, admiradas por todos, pero no teníamos como mucha conciencia, ‘a ver ¿a cuántos vamos a seducir?’. Tampoco, porque como contadoras tampoco la hacíamos, en ese momento todo eso era un halago, era nuestra vida y nuestro trabajo, hoy es sólo un recuerdo, que no me da ni satisfacción ni tampoco me la quita, no me produce nada y tampoco lo añoro”, añade Breeskin sin un dejo de preocupación ni en su rostro ni en su voz.

La abuela vedette

Aunque su nieto Lucas tiene tres años de edad, Yamal le adora como a su hija, y espera algún día contarle la historia de cómo su abuela triunfó en el espectáculo nocturno de centros como el Londres 77.

“De mi vida pasada algún día la verá porque verá esta película (…) en su momento le contaré las cosas, pero todavía es chiquito, tiene tres añitos. Esperaré a que crezca, a que sea un adolescente y no para que me tenga lastima de ‘ay abuelita porqué sufriste eso’, sino es un ejemplo de vida”, aclara.

De su relación con su hija Athina Masiero, dice sentirse arrepentida por no haberla cuidado como debía en su infancia, por lo que busca resarcir el daño con su nieto.

“Lamento mucho no haber cuidado de ella porque me quitaron eso en un momento de la vida, pero ahora estoy reivindicándome con mi nietecito, lo que no pude darle a ella, quiero dárselo a él”, explica Yamal de cuando fue encarcelada durante dos años y medio por haber sido inculpada de robo.

‘Hay que ser sinceras’

La enseñanza que a Olga Breeskin le ha dejado la vida es que la belleza se acaba, que hay que sincerarse con su persona y tener aceptación a la realidad.

“El tesoro más grande que podemos tener las bellas de noche es inspirar a los que ven el documental a que sean veraces, a que sean sinceros, a que el físico se acaba, a que tu no puedes explotar a los varones, a que tu no puedes pensar que eres lo máximo y el sueño de millones (…) he aprendido en la vejez a envejecer con honor y dignidad pero sobretodo con verdad”.

El camino de la vejez

Para la Princesa Yamal el llegar a la tercera edad no es una resignación, es la aceptación de su persona ya que alcanzó todo lo que ha querido hacer para si misma.

“La vejez es algo maravilloso, cuando realizas todos tus sueños, es un regalo de la vida, envejecer ante todo con salud (…) no estoy resignada yo me siento feliz, voy a ser una viejita, así locochona como soy ahorita espero no andar con bastón (…) ser una viejita coqueta ¡ohhh si!, no voy a perder nunca eso, yo me sigo sintiendo bella conmigo misma, cuando me veo me siento bella, aunque nadie me lo diga (risas)”.

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