‘Bullying’ sin ‘bullies’

En agosto de este año Hannah Smith, de 14 años, se unió a las decenas de adolescentes que se han quitado la vida al considerar este acto la única forma de escapar del acoso que sufrían en redes sociales.

Pero un reporte de Ask.fm, sitio Web en el que la joven fue víctima de bullying, reveló que el 98 por ciento de los mensajes agresivos que recibió fueron escritos por un acosador insospechado: la propia Hannah.

El 25 por ciento de los jóvenes recurren a sus padres cuando han sido víctimas de "bullying"

En agosto de este año Hannah Smith, de 14 años, se unió a las decenas de adolescentes que se han quitado la vida al considerar este acto la única forma de escapar del acoso que sufrían en redes sociales.

Pero un reporte de Ask.fm, sitio Web en el que la joven fue víctima de bullying, reveló que el 98 por ciento de los mensajes agresivos que recibió fueron escritos por un acosador insospechado: la propia Hannah.

 Un estudio del Massachusetts Agression Reduction Center (MARC) indica que este no es un hecho aislado. De hecho, según sus datos, 9 por ciento de los jóvenes han creado perfiles en redes sociales que usan para dejarse comentarios negativos.

 Este comportamiento, llamado “auto trolling” o “auto cyber bullying”, está clasificado junto a otros comportamientos autodestructivos, como mutilaciones o, en casos extremos, el suicidio.

Esto significa que el bullying autoinfligido es un mecanismo que ayuda a los jóvenes a lidiar con sus problemas. Con frecuencia recurren a él para evitar pensar en otras áreas problemáticas de su vida.

Por ello, si no se le pone atención puede tener terribles consecuencias, como en el caso de Hannah.

Según los datos del MARC, el 13 por ciento de los hombres y 8 por ciento de las mujeres admitieron haber recurrido a estas medidas. Y de estos, el  23 por ciento confesó hacerlo una vez al mes. Casi la mitad dijo que solo lo había aplicado en una ocasión.

Las razones que expresaron llaman la atención. Entre ellas se encontraban que acosarse era una forma de “pedir ayuda” y “para que otros se preocuparan por ellos”.

Además, ese estudio realizado por la psicóloga Elizabeth Englander en el 2012, apuntó que “tanto hombres como mujeres eran propensos a decir que lo hicieron para llamar la atención de un compañero”.

Las mujeres tendieron a expresar que su motivación era “probar que podían lidiar con ello”, conseguir “que otros se preocuparan” y “obtener atención de los adultos”.

En cambio, los hombres lo hacen como una respuesta emocional cuando están enojados, o “para poder empezar una pelea” culpando al objeto de su enojo por los mensajes.

Lidiar con la situación es difícil para los padres de los jóvenes pues, en el 75 por ciento de los casos, estos temen acudir a ellos. El sentimiento de vergüenza es mayor si ellos han sido quienes se dejan parte de los mensajes amenazadores.

La experta Rosalind Wiseman recomendó ser comprensivos.

“Digan que sienten mucho que hayan pasado por eso, y agradezcan que se hayan acercado a ustedes, porque al hacerlo se están arriesgando y temen que su intervención pueda hacerlo peor”, manifestó, “entonces expliquen que trabajarán para solucionarlo juntos, y hagan énfasis en que la finalidad es que recupere el control de una situación en la que se le ha quitado”.

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