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El bullying, arma de sometimiento

Sofía Segovia narra en su nueva novela, Peregrinos, cómo los nazis institucionalizaron la discriminación a través de la educación porque comprendieron que adueñarse de la infancia y la juventud es adueñarse del futuro

A pesar de que en ocasiones el bullying es minimizado por las personas al considerar que es un práctica inofensiva y hasta graciosa, no se debe olvidar que es una forma de violencia que se ha usado de manera institucional para someter a pueblos enteros.

La escritora Sofía Segovia rescata en su nueva novela, Peregrinos, aspectos sociales como la discriminación vista desde la perspectiva alemana a finales de los años 30 y 40. “El bullying ahora me suena muy suave porque en ese entonces era por mandato”, explica la escritora en entrevista con Reporte Índigo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta, una forma de discriminación presente era el racismo con el que los alemanes se sentían con el derecho de rechazar a cualquier persona que no fuera similar a ellos, por ejemplo, en color, creencia religiosa o característica física. Lo lamentable, dice Segovia, es que toda esa violencia se fundamentaba en la educación que recibían los teutones.

Visto así, comenta la autora, no hay muchas diferencias notables al compararlo con el bullying que se vive actualmente en el mundo. Quizás uno de los grandes logros sociales es que al hablar de esa práctica tan violenta ya se puede señalar como una falta a los derechos de las personas y no como un modelo de vida.

“En la historia (la discriminación) no inicia como un problema social, sino que empieza por decreto. La sociedad es manipulada por su gobierno, se vuelven sus cómplices”
Sofía SegoviaEscritora

Sin embargo señala que siguen existiendo “mensajes de exclusión muy fuertes, sobre todo tipo de diferencias, siempre contra el otro y no sólo por los defectos físicos, sino a todo lo que nos parezca extraño”.

Educación alemana: el lavado de cerebro

La educación nazi, a inicios de los años 40, es algo que a la autora le parece muy peligroso. “El gobierno le arrebató a los padres el derecho de educar a sus hijos. Los reeducaron. Si la educación nazi hubiera continuado por más tiempo, yo no veo ningún futuro con individuos creativos, libres pensantes. Simplemente era un lavado de cerebro.

“Todo giraba alrededor de Adolf Hitler, de sus ideas. Se les instruía a odiar, y a odiar mucho. Todos somos vulnerables, pero nadie es más vulnerable que los niños”, menciona Sofia, madre de tres pequeños, y quien confiesa que ellos (los nazis) comprendieron que el que se adueña de la infancia y la juventud se adueña del futuro.

Los líderes políticamente incorrectos

“Como estudiosa de la comunicación política, admito que fue un genio. Malvado, torcido, manipulador y con un mensaje peligroso, pero genial en el tema de la comunicación y propaganda”, escribió la autora en sus redes sociales.

Al leer la idea de Sofía, el lector participa en el juego de los 90, Adivina Quién, en el que se tiene que descubrir, a través de características físicas y de personalidad, el nombre de un personaje. ¿A quién se refería Segovia? ¿A Donald Trump, a Nicolás Maduro, o a Andrés Manuel López Obrador? Se podría decir que cualquiera de ellos podría ser el correcto.

Pero no. La autora se refería a Adolf Hitler, el hombre del bigote único quien nació en 1889 y ha sido la inspiración para muchos de los líderes mundiales actuales.

“Las redes sociales nos hacen vulnerables a mensajes que pueden llegar de gente muy hábil, gente que con una agenda muy clara sigue una buena fórmula que, creo, perfeccionaron en su momento los nazis”
Sofía SegoviaSofía Segovia

La lucha que nunca se va

Sofía Segovia tiene muy presente el silencio en sus obras. El murmullo en las abejas, Huracán y Peregrinos a pesar de que dirigen temas de mucho ruido de manera literal, la autora calla a la Revolución Mexicana, al huracán en Cozumel y a la Segunda Guerra Mundial, temas que representan a sus novelas respectivamente.

En Peregrinos, su más reciente publicación, Segovia presenta el silencio que los hombres llevaron consigo a sus hogares después de haber “sobrevivido” a la guerra.

El silencio es ensordecedor para sus seres queridos, quienes nunca comprenden la actitud de “una persona que ganó perdiendo”.

Sofía creó historias, y por lo tanto personajes con una carga emocional y social fuerte, por eso se le pregunta ¿qué es peor, la guerra mental o la guerra física?.

“Me parece que son igual de terribles las dos. Hay guerras que están dentro del hogar, pero si iniciamos con la guerra física, que es de tanta violencia y sangre, que arrebata a gente de paz y la tiene que llevar a luchar cuando ni siquiera está en su naturaleza ni en sus planes, es ahí cuando viene la guerra mental. Los soldados regresan con grandes consecuencias psicológicases que hacen difícil mantener una familia, un trabajo, las relaciones y vínculos sociales”, explica la autora luego de asegurar que la guerra se queda en las raíces de un país aunque haya ganado.

No hay género, sólo seres humanos

A pesar de que la lucha a favor de la igualdad de género ha sido constante, Sofía Segovia asegura a Reporte Índigo que “el mundo es de dos, de hombres y mujeres. Esa es la frontera que debemos borrar”.

A pesar de que la lucha a favor de la igualdad de género ha sido constante, Sofía Segovia asegura a Reporte Índigo que “el mundo es de dos, de hombres y mujeres. Esa es la frontera que debemos borrar”.

“Las mujeres somos muy fuertes, sólo tenemos que estar convencidas de ello. Debemos escuchar mensajes que nos lo digan porque creemos que la historia es como se nos cuenta. Las mujeres tenemos el mismo valor que el hombre, esa es la historia que tenemos que contarnos, esa es la historia que a mí me interesa mucho contar”
Sofía SegoviaEscritora

“Me he preguntado si mi trabajo es para mujeres o para hombres. No. Lo mío es para seres humanos. Eso es a lo que debemos aspirar”, asegura Sofía, quien admite que se siente más libre siendo novelista que periodista porque, a pesar de que necesita del periodismo para su labor de escritora, el trabajar en la ficción le permite ingresar al lector en el pellejo de sus personajes.

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