Así fueron las últimas horas de Janis Joplin, la mujer que conquisto el trono del rock

Así fueron las últimas horas de Janis Joplin, la mujer que conquistó el trono del rock

Drogas, rechazo y desesperación acompañaron las últimas 12 horas de 'La Bruja Cósmica', quien se unió al club de los 27 hace 50 años por una sobredosis accidental de heroína

Es la madrugada del 4 de octubre de 1970. El cuerpo de Janis Joplin, la estrella de rock femenina más grande que el mundo haya conocido, yace inerte en el piso de la habitación 105 del Landmark Motor Hotel. Por sus venas aún corre una devastadora dosis de heroína.

Las últimas horas de la ‘La Bruja Cósmica’ pueden resumirse a la perfección en una serie de llamadas que realizó a lo largo del sábado 3 de octubre. Las cuales, poco a poco, sumaron los ingredientes para conseguir la formula perfecta de un final fatal.

Cerca de las 13:00 horas, Janis, sola y aburrida en aquel hotel de Hollywood, llama a las oficinas del registro civil para preguntar qué debe hacer para casarse lo más pronto posible con su prometido, Seth Morgan.

Pero la operadora le pide que llame nuevamente el lunes, pues los fines de semana no hay servicio. Entonces, la siguiente llamada la hace a un conocido dealer, a quien cita en su habitación para que le venda algo de heroína. Janis paga, se despide y guarda la droga.

El siguiente en su lista de contactos es Seth Morgan, un escritor seis años menor que ella, con quien discute durante varios minutos y éste le explica que no podrá visitarla por la noche, tal y como lo tenían planeado. Esto deprime más a la cantante.

Antes de convertirse en la artista que dejó boquiabierto al público en el Monterey Pop Festival y Woodstock, Janis sufrió acoso escolar por padecer acné y sobrepeso. Lo que acrecentó su miedo al rechazo y nunca poder encontrar el amor para formar una familia.

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Las manecillas del reloj marcan las 17:00 horas, el productor Paul Rothchild llama a Janis para que acuda a los Sunset Sound Recorders y escuche la pista instrumental de una canción que resultaría profética: Buried Alive in The Blues (Enterrada viva en el blues).

La mujer nacida en Port Arthur, Texas, sale del hotel y conduce su Porsche 356 adornado con pintura psicodélica. Llega al estudio y queda totalmente fascinada por lo que ha logrado su banda, la Boogie Full Tilt, con lo que sería una de las piezas del álbum Pearl.

Los grandes avances del nuevo disco ponen de buen humor a la vocalista. Entonces, trata de llamar una vez más a Seth Morgan, quizá para hacer las paces, pero éste se encuentra fuera de casa y no puede tomar la llamada.

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Así, Janis comienza beber y lleva su banda por unos tragos en Barney’s Beanery. Poco después de la medianoche del 4 de octubre, los músicos se van a dormir, pues hay trabajo a la mañana siguiente. Janis vuelve una vez más sola a la habitación 105.

Peggy Caserta, antigua amiga y amante de Janis, llama al hotel para explicarle a la artista el motivo por el que tampoco había podido acompañarla aquella noche. Sin embargo, el administrador tiene la instrucción de no pasarle llamadas después de las 12:00 horas.

Poco antes de la 1:30 de la madrugada, Janis saca la droga que había comprado. Toma cuchara y encendedor para prepararla. El pinchazo es rápido, pero el efecto tarda unos minutos en llegar.

Joplin sale de su habitación hacia la recepción, pide al encargado del hotel (el último hombre que la verá con vida) que le cambié un billete para comprar cigarrillos en la máquina expendedora. La artista toma el paquete y regresa a sus aposentos.

Janis se quita los pantalones y comienza a sentir el duro golpe de la heroína. Es una sensación que no ha experimentado jamas. Se sienta en la cama y su corazón y cerebro colapsan. Ella termina en el suelo.

Es la madrugada del 4 de octubre de 1970 y el cuerpo de Janis Joplin yace inerte en el piso de la habitación 105. Por sus venas aún corre una devastadora dosis de heroína.

Seth Morgan, Boogie Full Tilt, Peggy Caserta y el administrador del hotel duermen e inician su día sin saber que Janis se ha unido ya al club de los 27. Sólo 16 días después de la muerte de Jimi Hendrix y nueve meses antes de la de Jim Morrison, ambas a la misma edad.

El primero en notar la ausencia de Joplin es Paul Rothchild, quien la había citado para grabar las voces de Buried Alive in The Blues. Entonces, llama a John Cooke, manager de las giras y el único del equipo que se encuentra en el hotel, y le pide que vaya a buscarla.

El administrador le entrega la llave a Cooke, éste abre la habitación y encuentra el cuerpo de Janis sin rastro de vida. Su reacción es de miedo y angustia, pues ha muerto la estrella de rock femenina más grande que el mundo haya conocido.

Con el tiempo, la autopsia realizada por Thomas Noguchi, el forense del condado de Los Ángeles, revelará que Janis sufrió una sobredosis de heroína con una pureza mayor al 50 por ciento, mientras que el promedio en este droga es del 30 por ciento.

Noguchi no encontrará la aguja ni la droga que uso Joplin, pues Cooke, en su desesperación, las retiró de la habitación. Días después, el mismo manager confesará a la policía que lo hizo creyendo que le hacia un favor a su amiga.

La música se queda en silencio. La psicodelia ha llegado a su fin. Comienza una nueva era y las filas del rock and roll vuelven a enlistar a más potenciales víctimas de las garras del mundo de las drogas.

Conocí una chica que cantaba blues y le pregunté por alguna noticia feliz, pero ella sólo sonrió y se dio la vuelta. Vine a la tienda sagrada donde yo escuchaba música años atrás, pero el hombre allí dijo que la música no tocaría más.
Don McLean – American Pie

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