Los investigadores están tratando de armar el rompecabezas de lo que fue el Iztacalco prehispánico, colonial, incluso moderno. Foto: Especial

Arqueólogos analizan el pasado lacustre y chinampero de Iztacalco

Vestigios de chinampas hallados en salvamentos arqueológicos ha permitido a arqueólogos del INAH conocer la producción agrícola que se desarrolló desde tiempos prehispánicos en esa zona, así como en las orillas del Canal de la Viga

El pasado lacustre y chinampero de Iztacalco ha empezado a brotar, gracias a distintos salvamentos arqueológicos que en los últimos años han realizado investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En 2018, debido a la construcción de una unidad habitacional del Instituto de Vivienda de la Ciudad (INVI) en la actual calle de Canal de Othenco, paralela a Calzada de la Viga, arqueólogos encontraron los vestigios de un par de chinampas de la época prehispánica que medían unos 70 metros de largo por 5 de ancho; de ahí tomaron muestras de suelo que les ha permitido conocer mejor estos sistemas de cultivo prehispánicos, así como la producción agrícola que predominó en esa zona.  Esas muestras actualmente están siendo analizadas en el laboratorio de palinología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y, entre los productos detectados destacan amaranto, maíz, quelites, epazote, calabaza, incluso la presencia de algunos minerales que eran utilizados como fertilizantes o insecticidas.

“Lo que se puede inferir de la presencia de estas chinampas es que la chinampería no era un espacio de monocultivo, sino que la población prehispánica tenía un aprovechamiento de los recursos de la milpa, es decir, además del maíz, sembraban calabazas, chile, frijol, dejaban que crecieran en medio de la milpa porque eran productos complementarios”, comenta en entrevista con Reporte Índigo el arqueólogo Juan Carlos Campos-Varela, quien fue parte del equipo dirigido por la arqueóloga Tanya Cariño Anaya que excavó dicho predio.

Los habitantes de esta área en tiempos prehispánicos, añade Campos Varela, también sembraban otro tipo de plantas, como los quelites, es decir, diversas plantas verdes comestibles, como huauzontle, verdolagas, acelgas, aprovechando los recursos lacustres y la abundante presencia de agua limpia que entonces tenían.  “A partir de los estudios de suelo que se tomaron de los estratos de las chinampas, nos dimos cuenta de que el agua era muy limpia”.

Esto también les hace pensar que existió una fauna acuática y lacustre que complementaba la dieta de esa población, como charales, bagres, patos silvestres y “ranas que se consumían en la época prehispánica”.

“Todo esto nos da una idea de que Iztacalco, en la época prehispánica, era un espacio de chinamperos, de producción agrícola, que tenía buenas condiciones de conservación ambiental que estaba siendo aprovechado por el ser humano”, explica el arqueólogo que este fin de semana ofreció, junto a otros arqueólogos, una conferencia sobre el tema en una biblioteca pública de la alcaldía

Este trabajo de salvamento, que también incluyó mapeos con dron y estudios de fotogrametría, les permitió recuperar otros vestigios, como pequeños sellos, orejeras, malacates, restos de cerámica prehispánica y china, así como navajas, raspadores e instrumental de obsidiana que “probablemente fue usado para el aprovechamiento del tule o conjuntos de pasto muy altos que servían para la fabricación de cestos o chiquihuite, esteras, petates y fibras”.

El rompecabezas de un pasado histórico

La información recuperada en este predio se complementa con la de otras exploraciones realizados anteriormente, con lo cual los investigadores están tratando de armar el rompecabezas de lo que fue el Iztacalco prehispánico, colonial, incluso moderno, antes de la desaparición del Canal de la Viga, que fue una importante ruta comercial y de comunicación para el Valle de México. Un pasado que ha quedado sepultado por la gran densidad urbana de la zona.

Una de esas investigaciones fue la realizada en 2017 por el arqueólogo Omar Espinosa Severino en un predio sobre Calzada de la Viga, en el Barrio de Santiago Norte. Como parte de un salvamento arqueológico para liberar un predio donde también se construyó un edificio de departamentos, el investigador encontró restos de cerámica, botellas de vidrio de contenido farmacéutico o de refrescos, así como restos de construcciones de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando el Canal de la Viga era usado con fines de recreo para la élite de la ciudad. “Era un predio pequeño, pero se hizo un estudio bastante concienzudo de la cultura material del siglo 20, que antecedió prácticamente a la desaparición del Canal de la Viga”, dice el arqueólogo Campos-Varela.

Según datos históricos, fue en 1921 cuando el gobierno decidió desaparecer el Canal de Viga con el objetivo de construir el Gran Canal de Desagüe de la Ciudad de México para evitar las constantes inundaciones.

Otro de las exploraciones que se han realizado en Iztacalco —que quiere decir “casa donde se procesa la sal” por el tipo de producción que los habitantes de la zona realizaban en tiempos prehispánicos—, es la que encabezó el arqueólogo Raúl Ávila en los años 80 en el terreno donde se construyó la Central de Abastos. Ahí también se localizaron vestigios de chinampas, muy similares en dimensiones a las que se hallaron en 2018.

De acuerdo con Campos-Varela, aunque hasta ahora no se han encontrado grandes vestigios de arquitectura prehispánica o algún vestigio de los hornos donde se producía la sal, estos salvamentos les están permitiendo documentar las transformaciones del Canal de la Viga, que fue una importante ruta fluvial que desde época prehispánica conectó a toda la Cuenca con el centro de Tenochtitlan, así como la producción agrícola que se desarrolló en las zonas lacustres.

El arqueólogo explica que en la época colonial, con la desecación del lago, las chinampas fueron quedando sepultadas con la construcción de ranchos y pequeñas viviendas aisladas que se instalaron en esos terrenos.

El Canal de la Viga sobrevivió muchos años más y funcionó como una importante vía de comunicación.  En el siglo XIX, por ejemplo, existía un barco de vapor que salía de Chalco y llegaba hasta Santa Anita. “Además de ser un medio de transporte humano, también llevaba mercancías, sobre todo productos agrícolas que venían de la zona chinampera de Xochimilco, de Tláhuac, de Chalco; también lo que venía de la zona boscosa, como madera, carbón”.

Recuperar el pasado prehispánico

Los salvamentos realizados en obras modernas revelan el potencial arqueológico que aún existe en sitios con orígenes prehispánicos, como Iztacalco. Por eso, el arqueólogo Juan Carlos Campos-Varela destaca la importancia de hacer cumplir los Planes de Desarrollo Urbano en las diferentes alcaldías donde hay Zonas de Conservación Patrimonial.

“Aunque aparentemente ya todo está cubierto de casas, todavía hay oportunidad de recuperar datos importantes del pasado prehispánico”, comparte.

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